Final desafortunado en Olivenza con una corrida de toros de Zalduendo muy descastada. Apuntes de Morante y Manzanares y oreja al final para un trabajador Talavante.

Plaza de Olivenza. Casi lleno. Cinco toros de Zalduendo y uno, cuarto, de Garcigrande, lidiado como sobrero. Los de Zalduendo, descastados.
Morante de la Puebla, caña y oro, silencio y saludos.
José María Manzanares, azul pavo y oro, silencio y saludos.
Alejandro Talavante, blanco y oro, saludos y una oreja.

Carlos Crivell.- Olivenza

La corrida de Zalduendo fue mala sin paliativos. Le faltó presencia y comportamiento. Fue muy descastada. El sobrero de Garcigrande, grandullón, fue simplemente noble.

Con este género, Morante dejó sus destellos toreros de siempre. Algunas chicuelinas, una tanda con la derecha al cuarto, algunos adornos, en fin un torero con ganas que no tuvo toros para desarrollar su calidad.

Casi lo mismo se puede decir de José María Manzanares. El segundo fue un manso de libro y lo mató de una estocada propia de la casa. El quinto le permitió insistir en una faena con detalles de buen torero aunque nunca hilvanada. De nuevo mató pronto.

Talavante cortó la única oreja de la tarde en el sexto, el más potable de los titulares, por una labor muy larga de menos más con mucho temple y ligazón. Con el tercero se dio un arrimón de susto pero falló con la espada.

A %d blogueros les gusta esto: