La crisis de la Feria del Toro y su desenlace final deja algunas incógnitas en el aire. A nadie le sorprende que el evento de Fibes haya tenido problemas. La Feria del Toro es un encuentro que tiene un alto presupuesto y las empresas privadas están en retroceso a la hora de gastar dinero. Un certamen como la Feria del Toro estaba dañado de antemano.

Lo que resulta sorprendente es que el director gerente de Fibes anunciara hace unos quince días que el evento estaba en peligro cuando, aparentemente, no había cerrado los contactos con las administraciones públicas. No se entiende que clame en los medios porque no hay patrocinadores sin que hubiera cerrado las aportaciones de las distintas consejerías de la Junta de Andalucía o del Ayuntamiento sevillano. En cuanto se anunció que había posibilidades de cerrojazo, saltaron al ruedo Agricultura y Turismo con su dinero. Poco después lo hizo el Ayuntamiento. Se entiende que cuando Felipe Luis Maestro filtró los problemas, esas mismas entidades habían contestado negativamente a su petición de dinero. Es como si tanto Fibes como las consejerías hubieran querido pulsar el ambiente ante la Feria. El clamor de los taurinos, pidiendo su celebración, les ha hecho reconsiderar su posición.

La Feria saldrá adelante gracias a las aportaciones de organismos públicos, aunque justo es decir que Caja Rural de Sur se implicará de nuevo. Los ganaderos pondrán su parte de siempre, los visitantes pagarán su entrada y los expositores volverán a comprobar que pagan mucho para vender muy poco.

Hay otros problemas dignos de análisis. El modelo de Feria es obsoleto. La Feria no debe convertirse en una botellona de taurinos. El espectáculo, a fuerza de repeticiones, cansa a todos. La oferta cultural es escasa. No se puede ofrecer como signo de algo maravilloso que un torero firme autógrafos.

La Feria cuesta mucho dinero. Esa vaca ha dado leche a mucha gente, y lo digo con conocimiento de causa. En una ocasión participé en un acto y la remuneración fue buena. Me pregunto cuanto se habrán llevado año tras año algunos que han sido protagonistas en actos de escaso interés y permanente rutina.

Los expositores se han cansado porque pagan mucho y venden poco. La Feria necesita un lavado de cara urgente, que por desgracia no ocurrirá en la edición de 2009. Los ganaderos, los de siempre, aportan sus erales para los tentaderos y pagan sus stands donde corre el jamón y la manzanilla. La falta de originalidad está a punto de finiquitar el invento.

La Feria del Toro es políticamente incorrecta, lo mismo que ahora ocurre con todo lo que se relaciona con los toros. De ahí que, junto a la maldita crisis, muchas empresas no quieran asociar su imagen con la Fiesta.

Sorprende que Gobernación no aporte ninguna partida económica, siendo la responsable de los toros. Es verdad que esa Consejería es la que mantiene las novilladas de las Escuelas, pero su huida de esta Feria es bastante llamativa.

En definitiva, que habrá Feria. Y se celebrará con menos dinero y menos fechas. Si Fibes quería saber la reacción de la sociedad ante su desaparición, habrá comprobado que el sector taurino era el que más se quejó. Nadie se puede creer que no estuvieran pactadas las partidas económicas de las administraciones. Será otra año igual, espero que sin cenas de derroche ni eventos inútiles, que deben ser el paso a un cambio total en la forma de encarar este evento.

En todo este asunto no han faltado los plañideros que se han rasgado las vestiduras ante la posibilidad del final de la Feria. Los que han llorado más son los que antes han sacado más beneficios. Y también habrá que recordar que algunos muy críticos con la Feria son los que no han podido seguir chupando de la teta de la vaca. Con lo cual se confirma que aquí nadie ha jugado limpio. Habrá Feria, correrán el vino y el g

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