Salvador Vega fue el triunfador del festejo celebrado en Osuna con motivo de la feria. El torero malagueño cuajó al sexto y cortó dos merecidas orejas, mientras que El Fandi repetía una tarde más su habitual repertorio y Morante no dejaba casi nada para el recuerdo.

Sampedro / Morante, El Fandi y Salvador Vega
Plaza de Osuna. Corrida de Feria. Más de media plaza. Seis toros de Sampedro, terciados, flojos y nobles. Los mejores, quinto y sexto. El Fandi y Vega salieron a hombros.
Morante de la Puebla, negro y seda blanca, pinchazo y estocada (palmas). En el cuarto, tres pinchazos y estocada (saludos).
El Fandi, pizarra y oro, estocada (una oreja). En el quinto, estocada (una oreja).
Salvador Vega, caña y oro, pinchazo y estocada (una oreja). En el sexto, estocada (dos orejas).

Carlos Crivell.- Osuna

La villa ducal celebró una corrida de toros con motivo de su feria. Eran toros por la edad, no por su presencia y comportamiento. En Osuna, que tiene una historia centenaria, sería bueno que se cuidara más el toro. También sería bueno mayor rigor en el respetable y en los actuantes, pero eso debe ser mucho pedir. El frío y el viento se convirtieron en los protagonistas de un festejo que no colmó las expectativas.

El mayor atractivo era Morante, pero el de La Puebla volvió a estrellarse contra dos toros sin fuelle que le frenaron. El primero, chiquitito y picado en exceso, no le permitió centrarse para poder darle algunos pases buenos. El torero abrevió ante la mínima entidad de su oponente.

Con el cuarto, otro animal de pocos bríos, salió un torero más dispuesto, como se comprobó en el saludo con el capote. Alguna verónica llevó el sello de Morante. También fueron bellos algunos pasajes de una faena intermitente con ayudados preciosos y algunos derechazos enormes, pero todo ello sin continuidad ni ligazón. Para colmo, de nuevo apareció el torero al que le cuesta mucho ver la muerte de los toros y todo quedó en un saludo.

El Fandi intentó calentar al tendido. En su evidente honestidad torera, el de Granada recibió con largas en el tercio al segundo, puso sus habituales pares de banderillas y se entregó con sus limitaciones en dos faenas de muleta llenas de ganas y de muy poca consistencia. La faena del segundo fue más rutinaria. Con el quinto, uno de los buenos del encierro, Fandila lo llevó largo con temple y mimo para rematar una labor dentro de su estilo reconocido, al final larga y embarullada, y que tanto gusta a los públicos de ocasión. La gente quería dos orejas y todo se convirtió en un pueblo primitivo. Las mulillas sin arrastrar al toro, los peones pidiendo orejas y el propio torero mirando al palco desairado. Una escena de mal gusto torero.

Salvador Vega se lució a ratos con el tercero. El de Málaga tiene un buen corte torero. Algunos derechazos fueron buenos por el empaque que imprimió; en otras ocasiones se embarulló más de la cuenta. Aún así cumplió una decorosa actuación.

Con el sexto, toro noble y flojo, dibujó derechazos primorosos, lo mismo que algunos naturales y adornos de bella ejecución. Con el toro afianzado, Vega le puso sentido a la corrida con un toreo espléndido que hizo incluso olvidar al frío.

Foto: José Manuel Haro

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