Fotos: Álvaro Pastor Torres

Victorino mandó a Osuna una corrida propia de plaza de tercera con dos toros más bonitos – cuarto y quinto – y otros destartalados y feos. Precisamente esos dos toros cuarto y quinto fueron los mejores del encierro. Los que salieron en primer y segundo lugar fueron alimañas. El tercero tuvo un buen pitón izquierdo; el sexto fue un inválido.

El momento crucial de la corrida fue la lidia del quinto – dicen que se llamaba Paquetito y que es hijo de Cobradiezmos – un toro bravo, encastado y noble, que permitió que Antonio Ferrera ofreciera su mejor cara en el toreo clásico, pero también las habituales actitudes histriónicas del diestro. Interrumpió la faena para obligar a la música a cambiar de pasodoble.

Ferrera, con ese capote azul tan lacio, lo saludó con verónicas de razonable buen aire. Metió bien la cara en dos puyazos el toro y llegó franco y con unas embestidas emocionantes a la muleta. El Ferrera clásico lo toreó bien sobre la derecha, embarcando y llevando al animal hasta el final de su recorrido. Toreó menos con la izquierda, que fue un pitón sensacional del toro, pero también lo hizo con sentido torero y mando. El toro embestía mucho, era un buen toro, de forma que ocurrió lo de siempre. Comenzaron unos cuantos a protestar y a pedir el indulto cuando Ferrera se fue por la espada. Y ahí apareció el torero exhibicionista y sin medida, que intentó a base de artimañas provocar el indulto.

Esto del indulto es una plaga. La gente lo pedía de forma desaforada, no se sabe muy bien los motivos, si era para que Osuna se apuntara un indulto, o lo pedían para demostrar a todos – la corrida era televisada – que ellos son unos entendidos de primer nivel. Estuvo bien el palco que mandó dos avisos a Ferrera. Queda la incógnita de lo que hubiera ocurrido si tiene el valor de mandarle el tercer aviso. Y debió llegarle al torero la opinión del ganadero que manifestó que no quería llevarse al toro, sobre todo por la escasa presencia. Ya mató el año pasado a otro que le indultaron en Algeciras, también por parte de Ferrera, por el mismo motivo. En definitiva, que entre un gran escándalo de la gente, ya contagiada con la petición del indulto, el torero lo mató de una estocada. Dos orejas y rabo y vuelta al toro, que parece que se llama Paquetito.

Los dos primeros toros fueron de infarto. Rafaelillo se peleó con que abrió plaza que se quedaba debajo del brazo del murciano. Ferrera se encontró con una alimaña como segundo y pegó un mitin con la espada.

El tercero fue mejor, sobre todo por el pitón izquierdo., por donde Curro Díaz compuso una labor torera llena de empaque. Había comenzado con dos tandas con la derecha muy firmes, cruciales para meter al animal en la muleta. Le dieron hasta las dos orejas.

Rafaelillo se peleó con el bravo cuarto, al que recibió con una larga de rodillas en el tercio. Fue un toro humillador, pero se volvió sobre las manos en los primeros muletazos sobre la derecha. Insistió por ese pitón y era ya tarde cuando se percató que metía mejor la cara por la izquierda. Fue todo entrega y denuedo el bravo Rafaelillo.

La función acabó con un inválido que no se mantenía en pie. Curro Díaz hizo bien en matarlo pronto.

Plaza de toros de Osuna, 18 de mayo de 2024. Corrida de feria. Más de media plaza. Seis toros de Victorino Martín, desiguales de presencia. Primero, complicado; segundo, una alimaña: tercero, con buen pitón izquierdo, cuarto, humillador y bravo; quinto, bravo y encastado, de nombre Paquetito, número ,57, premiado con la vuelta al ruedo, y sexto, inválido.

Rafaelillo (fucsia y oro), saludos y una oreja.

Antonio Ferrera (blanco y oro), silencio y dos orejas y rabo tras dos avisos.

Curro Díaz (verde y oro), dos orejas y silencio

Saludó en banderillas Ángel Otero. Victorino Martín dio la vuelta al ruedo con Ferrera y el mayoral en el quinto. Ferrera y Curro Díaz salieron a hombros.