Paco Camino y Carlos AbellaCarlos Crivell.- Paco Camino, el Niño Sabio de Camas, volvió a Sevilla, su lugar de nacimiento y donde ya hacía algunos años que no se presentaba, como si Diodoro Canorea siguiera en la empresa. Diodoro, dijo Paco Camino, “fue un buen hombre, lo que ocurre es que muchas veces no nos poníamos de acuerdo y no pasaba nada. Como él decía, ahí estaba la plaza”.

Llegó a Sevilla para llenar el Salón Antonio Machado de la Fundación Cajasol en un nuevo Mano a Mano de esta entidad. Fue tal el lleno que se habilitó una sala contigua para seguir el encuentro por una pantalla de televisión. Paco, amparado por el conductor del evento, José Enrique Moreno, y su biógrafo Carlos Abella, llegó con cierta timidez, para acabar seguro y pletórico con un saludo a todos los que asistieron ansiosos de rememorar sus grandes tardes toreras. Lo que al principio fue un ligero temblor en la palabra y en los gestos, fue la seguridad final de un matador que sólo aspiró a que se le considerara un buen torero. Carlos Abella lo incluyó entre los diez mejores de la historia del toreo. Paco Camino recordó a Camas, “tierra a la que quiero”; a su padre, que un día le dijo que si no triunfaba en una sin caballos en Zaragoza se tendría que volver a ejercer de albañil en la Peña Taurina de Curro Romero de la localidad sevillana; al Moreno de Camas, que lo llevaba al campo en una Lambreta de la época con alguna que otra caída ocasional.

Evocó su tiempo de novillero en Barcelona, “donde toreé más de veinte con picadores y no fueron más porque a me peleé con Balañá”. Y marcó sus preferencias y espejos. En primer lugar, Antonio Ordóñez.

Dijo Paco Camino que el de Ronda fue un torero completo, valiente y artista, que salía siempre a triunfar y del que aprendió siempre. El aprendizaje permanente fue otra de sus lecciones. “Siempre me he fijado en lo que hacían otros compañeros en la plaza, por eso me gusta estar muy atento a la lidia de principio a fin. No entiendo cómo se puede estar fumando en el callejón mientras torea un compañero”. Lo dijo delante de aficionados, ganaderos y toreros. En primera fila, Morante de la Puebla y Pepe Luis Vázquez Silva. Del joven Vázquez contó Abella que Pepe Luis le dijo a su hijo en sus comienzos que se fijara en Camino sin quería ser torero.

Habló de su amigo Diego Puerta, “una fiera delante del toro”; de El Viti, “serio pero con una clase descomunal”; de Mondeño, “personal y valiente”, y de Benítez. Lo definió como “un torero de una personalidad enorme, capaz de cortar las orejas todas las tardes, pero que estaba algo loco”. En esta vuelta a Sevilla, Manuel Benítez ‘El Cordobés’ tuvo un lugar en sus recuerdos, “aunque me quitó de algún cartel, es una buena persona”.

José Enrique Moreno y Carlos Abella fueron colocando el trapo de manera oportuna para que Paco Camino se explayara para contar sus chicuelinas, “fue en una corrida de Galache en que me salió esa chicuelina que lleva más toreado al animal”; el toreo al natural, “con la muleta siempre cogida por el centro del palillo”, o sus estocadas, “en las que sabía que había pasar al toro humillado para clavar en lo alto; si uno se quedaba en la cara, era imposible matarlos bien”.

Hubo tiempo para recordar la corrida de Beneficencia de los siete toros y las ocho orejas, “que fue un día bueno en mi trayectoria pero las cosas no salieron como las tenía pensadas”. Lo dijo tranquilo, como si las ocho orejas en Madrid fuera una cosa de cantar y coser. Recordó a Luis Miguel Dominguín, al que un día, cuando Paco estaba en mitad de una faena de muleta, le obligó a que metiera el capote que tenía fuera del burladero. No lo olvidó Luis Miguel, que un día lo llamó en un hotel y le dijo que “eres altivo y un poco chulo, lo mismo que soy yo, así que te auguro que serás una gran figura del toreo”.

Le recordaron los de la mandanga de Cañabate. “Eso fue una manía del crítico, que para meterse con Sebastián Miranda, muy partidario mío, me sacaba lo de la mandanga para fastidiar al escultor. Pero Cañabate me escribió crónicas buenas. Dijo una vez que el toreo de Paco Camino era como las olas del mar, que no se cansaba uno de verlas”.

Salió el toro su tiempo, que aguantaba tres puyazos y se movía con fiereza, “aunque muchas veces, para que Puerta o El Viti no entraran en los quites, los cambiaba con un puyazo. Es que si hacían el quite me podían destrozar, eran buenísimos. El toro llegaba vivo a la muleta, pero eso lo arreglaba yo en la faena”. Toros de todos los encastes, “aunque es verdad que me han considerado especialista en Santa Coloma, pero procuraba entenderlos a todos. El de Santa Coloma requiere una distancia, no se le puede agobiar, y así se le puede torear, pero no es fácil. El que sale malo es casi imposible”. Y en su vida quedaron escritas páginas de gloria con los de Pablo Romero, Jaral de la Mira, Atanasio, Núñez y una larga lista de ganaderías. “A muchos había que llevarlos a su aire, sin obligarlos, y así se les podían torear”. Hubo, no podía faltar, un recuerdo para México.

Más de una hora, con eficaces apuntes de Abella, que nos dejaron la palabra de Paco Camino en Sevilla. Una plaza difícil para un torero de Camas, más valorado en Madrid, que ahora apenas va a las plazas, “pero las veo todas por la televisión”; que confesó que al principio realizaba todo tipo de lances y suertes, “menos lo de poner banderillas, tal vez porque mi padre fue banderillero y le tenía mucho respeto a quienes las colocan”; que está tranquilo por el futuro de la Fiesta, aunque opina que “todo está revuelto”.

Declaró su amor por el toreo, “cómo no lo voy a querer, a pesar de que me quitó a un hermano, que es la grandeza de esta Fiesta en la que de verdad se juegan la vida y que cualquiera puede ser la víctima, pero a la que estoy agradecido porque pienso que, aunque he sufrido mucho y me han dado muchas cornadas, ha merecido la pena”. Dicho esto la sala estalló en una ovación sentida, tal vez las que faltaron alguna vez en la Maestranza. “Creo que he logrado lo que me propuse: ser un buen torero”.

Y saludó a la afición. Había recordado un pasado glorioso cuando el futuro es pura incertidumbre. Paco Camino volvió a Sevilla.

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