Pedro Trapote Mateo tomó una decisión firme hace cinco años. Su gran afición al toro bravo pudo más que otros negocios familiares y dejó Madrid para irse a vivir a la población de El Castillo de las Guardas. En su término estaba la finca Las Majadillas, hasta donde llegó ganado de procedencia Núñez y Guadalest. Allí pasta una de las ganaderías que lleva en la actualidad: Toros de la Plata.
Pero su aventura ganadera tenía otra meta en el horizonte. Adquirió la finca Los Tinahones, que había pertenecido a Antonio Ordóñez con los toros y el hierro correspondiente. En definitiva, toros de encaste Atanasio, en origen del Conde de la Corte, y Urquijo.
Pedro es un hombre joven que ha emprendido este camino consciente de las dificultades que encontrará. Y la misma meta que se ha trazado ya marca un objetivo nada fácil: “Mi mayor ilusión como ganadero es sacar adelante los cuatro encastes que llevo ahora mismo”. Y dicho esto, matiza.”Lo de Ordóñez tiene Atanasio y Urquijo, que se llevan por separado; en Toros de la Plata hay Domecq y Núñez, que también se llevan por separado. Es una tarea bonita que requiere mucho tiempo; algunos encastes están más consolidados, de ahí que me apasione más el trabajo con la ganadería de Antonio Ordóñez, especialmente con lo que procede de Atanasio”.
La ganadería de Antonio Ordóñez que pasta en los predios de Constantina y donde, con poco más de cien vacas y ocho sementales, Trapote tiene por delante un trabajo que debe mejorar la ganadería en algunos aspectos que ahora están muy bajos, “como la falta de fuerzas; estos toros no estaban en condiciones de ser lidiados casi en ninguna parte por su flojedad. Nos hemos empeñado en ponerla en buen estado y ha sido preciso un trabajo muy duro de saneamiento y de alimentación”.
Hace unos cinco años compraron la finca Los Tinahones a los herederos de Antonio Ordóñez. Desde esa fecha se procedió a depurar mucho la ganadería, “sabiendo que allí había ganado de encaste Atanasio que tenía las virtudes más conocidas y apreciadas de esos toros”. Esta rama con esta procedencia le mantiene muy ilusionado, “porque han llegado por aquí toreros que, o bien ya conocían el encaste o porque no lo conocían, pero se han sorprendido de la bravura”. En su finca mantiene la cabeza de Troquito, un toro que fue semental y dio frutos espléndidos.
Pero hay algo más. “Siempre se ha dicho que el toro de Atanasio era un toro bajo, al menos así me lo han contado toreros y ganaderos que han comprobado que lo que tengo allí corresponde a esas hechuras. Esto es otro de los aspectos que ilusionan, porque aquí hay hechuras y bravuras, pero hay que esperar, no tengo ninguna prisa”. Como le ocurre con Toros de la Plata, “sólo voy a lidiar novilladas de momento, también quemaré bastantes toros y esperaré resultados”.
La rama murubeña de su ganadería se mantiene y le apetece que se lidie en corridas normales, “no en las de rejones, porque creo que el toro de lidia se cría y se selecciona pensando en el toreo a pie”. Sin embargo, “comprendo que otros ganaderos rentabilicen su ganadería en las corridas de rejones; es algo lícito y que, dadas las circunstancias del ganado bravo, comprendo, más en este encaste de procedencia Murube que se ha adaptado muy bien al toreo a caballo”.
“Lo mío es una carrera de fondo –afirma sin pretensiones-, soy un principiante que acaba de aterrizar, pero mi trabajo debe dar sus frutos dentro de mucho tiempo. Tampoco tengo prisas, porque lo de la ganadería es una pasión personal, pero no es nuestro medio de vida”. Esta posición tiene una correspondiente forma de actuar en la crianza del ganado. “Cuando intento sacar un macho no lo tiento con las ramas, sino que directamente le corto los pitones y lo pruebo en la plaza. Quemo mucho ganado en este momento. De unos cuarenta machos que puedo tener al año, le corto los pitones a quince, con lo que me quedan al final tres novilladas en el mejor de los casos”.
El objetivo de esta selección tan rigurosa, “incluso excesiva”, es poder sacar adelante los cuatro encastes que tiene en sus manos en las dos ganaderías. Se muestra muy partidario del toro de Núñez, “que es el toro que, posiblemente, más me gusta por su forma de transmitir al embestir. Creo que, lo mismo que el toro en general, ha luchado con el tema del trapío. No entiendo que un toro de Núñez tenga que llegar a los seiscientos kilos”.
En la ganadería Toros de la Plata, la mayoría de lo que lidia son novilladas. El objetivo de esta divisa es que “dentro de unos diez años esta ganadería pueda lidiar con comodidad en esas plazas de segunda con facilidad y una regularidad mantenida. No tengo ambiciones de lidiar en plazas de mayor responsabilidad, mientras que para lidiar allí deba sacar a mis toros de tipo. El toro debe ser fiel a su encaste, lo mismo que las personas. Cada raza tiene sus características. La meta es común con ambas ganaderías”.
Se califica como torerista, “pero en la tienta el caballo es fundamental, porque el toro debe ser bravo y el caballo es un banco de prueba necesario; luego el toro debe embestir en la muleta. Es necesario distinguir entre bravura y genio, porque la equivocación es muy fácil”.
Su ideal ganadero es poder lidia algún día “un número limitado de corridas en plazas que me permitan hacerlo, quiero decir que si no se puede ir a las plazas de primera porque tengo que sacar el toro de tipo, pues no se va, aunque como ganadero entiendo que la realización de un criador es acudir a las plazas de primera”. En este sentido se muestra dubitativo ante el futuro, “porque dependerá el camino que tome el toro dentro de unos años; puede que entonces nos hayamos dado cuenta que hay que racionalizar a ese animal”.
Surge la felicidad del ganadero si sus reses la lidian espadas consagrados, a lo que Trapote responde con rotundidad: “Un ganadero debe ser más feliz si le embisten los toros; es menos importante quién sea el que los mate”. Luego admite que “es bonito que el nombre de tu ganadería figure en carteles de lujo, pero no debe ser la meta definitiva, lo que hace falta es que el toro embista de verdad y que haya toreros capaces de torearlos, que también es un aspecto fundamental”.
¿Un toro ideal? “Debe reunir muchas condiciones, pero si es bravo seguro que tiene muchas. Me gusta mucho que humillen, que tengan duración para que se les puedan dar muchos pases, que se muevan, que sean nobles, pero al final siempre queda la bravura”. Y llega el clásico tema de las hechuras, “que son fundamentales, pero que también van incluidas en la bravura. El toro bravo suele ser el que está mejor rematado dentro de su encaste”.
No tiene prisas, la ganadería no es su medio fundamental de vida, cuando ya la conversación está cerca del final, surge una pregunta. ¿Por qué eres ganadero? “Por afición y porque quiero dedicarle mi sacrificio al toro y poner mi grano de arena para su supervivencia”.
El futuro de la fiesta lo tiene muy claro. “En la Fiesta manda la verdad; el futuro pasa por dar una fiesta de verdad y aquí todos debemos apretarnos los machos, los ganaderos y también los toreros. Hay un sacrificio grande por delante para encontrar un espectáculo muy sincero. Ahí está el futuro”.
LOS SEMENTALES
En Los Tinahones tiene ocho sementales. Algunos estaban incluidos en la compra y los tuvo el maestro Antonio Ordóñez. Destaca Pedro a Bilbanoso, número 28, lo mismo que a Fandanguero. “De la rama de Fandanguero hay otros sementales con el mismo nombre, porque es de mucha calidad”. De lo que ha sacado nuevo en su aventura con lo de Atanasio, “me quedo con la rama de Batacaída, que lo saqué como semental y estoy a la espera de sus productos”
LOS TINAHONES
“Es una finca extraordinaria”, así define Pedro a la que el compró a la familia Ordóñez. “Había una parte de ella que estaba de monte ajo y la limpié y la sembré de pradera, primero con trigo y luego de pradera, pero es magnífica y ya se sabe que esta zona de la Sierra Norte de Sevilla es muy buena”. Además, “las dependencias son muy buenas, porque el maestro Ordóñez era un hombre muy cuidadoso en estas labores y casi no he tenido que cambiar nada, lo contrario que en la finca de El Castillo en que el trabajo ha sido más intenso”.