Carlos Crivell.- A propósito del Premio Nacional de Tauromaquia concedido a Enrique Ponce, una distinción que es más que justa, me parece evidente que el veterano diestro lo merece por su trayectoria única como torero. Incluso creo que lo puede merecer por su temporada taurina de 2017, un caso de extrema supervivencia en un matador de toros con tantos años en los ruedos. En los textos que he leído se vuelve a hacer hincapié en la corrida Crisol de Málaga como algo trascendental en su temporada. Aquí es donde debo mostrar de nuevo mi discrepancia más enérgica, igual que ya hice cuando se celebró el mencionado espectáculo.

Bienvenido sea el Premio para Ponce. Esto de los premios siempre será discutido. Se conceden, entre otras cosas, por una trayectoria, pero hay toreos como Paco Camino que no lo tienen. Los jurados y las organizaciones que conceden los premios son muy personales. Jorge Luis Borges no ganó el Nobel de Literatura.

Pero no puedo admitir que se vuelva a esgrimir la corrida de Crisol como un ejemplo de tauromaquia válida, y, mucho menos, como algo que deba ser considerado en el futuro como el camino a seguir en busca de la corrida integral o la fiesta global. El toreo es algo muy serio. Cada corrida es un camino que conduce de forma inexorable a la gloria del triunfo, a la decepción del fracaso o, afortunadamente pocas veces, a la tragedia de la muerte. Cada paseíllo es la antesala de todo o nada. Todo lo que acompaña al toreo debe quedar para momentos especiales. La música ameniza las faenas buenas y calla cuando hay desarmes o peligro para el hombre vestido de luces. Estas corridas con artistas en el tendido, que cantan por decreto sin acoplarse a la realidad del ruedo, son un esperpento. No digo nada si un flamenco está en trance y en el ruedo un matador está pasando apuros o huyendo del toro. Es verdad que Crisol fue un espectáculo amable con una imagen dulce, es cierto que Estrella Morente se acopló con Ponce en algunos momentos, pero la pureza y la verdad del toreo no pueden quedar desfiguradas con la lidia acompañada de canciones. Por una vez puede valer. Pero ese no es el futuro. Y menos cuando todo concluye con indultos de verbena.

El futuro, no me canso de repetirlo, es la emoción del toro íntegro y fiero ante un torero capaz de dominarlo. Todo lo demás son inventos que no conducen más que a escenas absurdas. Enhorabuena a Enrique Ponce por su premio. Crisol se hizo presente en la Feria de Málaga. Ha cumplido tu sueño. No es necesario que lo repita más veces. El camino de la Fiesta es otro muy diferente.

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