Carlos Crivell.- Roca Rey y Pablo Aguado son tan distintos que bien pueden rivalizar en los ruedos. Las rivalidades las establecen los públicos. A lo largo de la historia ha habido intentos de enfrentar a dos toreros más como ardid publicitario que otra cosa. En el caso del peruano y el sevillano, la rivalidad la está dictando el público, que disfruta con el toreo de ambos y toma partido por uno u otro.
Todo viene de aquel 10 de mayo de 2019, cuando Aguado borró del mapa a Roca. Pero el torero andino tiene raza y ambición y no ha dejado pasar la ocasión en estos comienzos de 2021 para retarlo en festejos de mucho compromiso para ambos, quizás mucho más para el sevillano. Aguado lleva las de perder en los duelos, porque Roca es un toreo muy valiente y poderoso. Sin embargo, Aguado tiene mucho peligro. Con cinco verónicas y diez muletazos acaba con todo lo que haya realizado antes Andrés Roca Rey.
En su duelo en Vista Alegre, dominado por la tremenda cogida en el primero de Juan José Domínguez, se pudo comprobar que Aguado es un torero dotado de la vara mágica capaz de estremecer al aficionado con algunos lances y una tanda con la muleta. Roca Rey había cuajado con sitio, mano baja y temple a un gran toro de Domingo Hernández, al que le ha cortado las dos orejas. Aguado con tres o cuatro verónicas y seis derechazos ha acabado después con el cuadro. Y me queda la impresión de la gente estalla con más clamor ante la lentitud del toreo del sevillano que ante el apabullante dominio del toreo de Lima.
En el sexto, tras una faena con fases de toreo de elegancia suprema, Pablo Aguado lo ha querido matar bien y ha sido corneado en el muslo derecho. Una cornada de torero macho, que llegó porque no quiso aliviarse en la suerte suprema. Cuando hay entrega y arrestos, puede llegar la sangre, como ha ocurrido en Vista Alegre. En apariencia, el duelo lo ha ganado Roca Rey, pero la gente se ha quedado absorta con el vuelo eterno de las telas de Aguado. Y es que los toreros de arte tienen mucho peligro. De cualquier forma, aquí hay rivalidad de la buena. Se ha notado en los gestos y en las actitudes, en los quites y en el talante de ambos. Esto siempre es bueno para la Fiesta.