Ronda, antigua Arunda, es una de las ciudades más bellas de España. Su enclave en la serranía del mismo nombre le confiere una características peculiares. La geografía la dotó de su hermosura, mientras la historia se encargó de adornarla con encantos maravillosos. Sus palacios, iglesias, conventos, calles y monumentos en general configuran una ciudad grandiosa. Todas las civilizaciones dejaron su huella: celtas, íberos, tartesos, romanos, árabes y cristianos.

Pero la historia de Ronda tiene un epicentro muy especial en el mundo del toreo. Ronda es equivalente a fiesta de toros. El monumento emblemático de Ronda es su plaza de toros, centro de visitas desde todos los rincones del mundo. Como ocurre en otras localidades, el germen de la importancia de ronda en la fiesta es la existencia de la Real Maestranza de Caballería de Ronda, que entre sus ocupaciones tenían los juegos a caballo con los toros.

La dinastía Romero

Además, la historia del toreo en Ronda está ligada dos familias de toreros geniales y que forman parte de la historia: Romero y Ordóñez. Durante el máximo brillo de dinastía de los Romero se inauguró la plaza de toros de Ronda, un edificio que es parte de la historia torera.

Uno de los auxiliares de los Caballeros Maestrantes de Ronda fue Francisco Romero y Acevedo, nacido en Málaga y rondeño de adopción. Ejercía su arriesgada profesión haciendo quites a sus señores antes de que los toros les hiriesen sin más defensa que sus pies y una prenda de vestir en sus manos. Francisco comenzó a matar los toros sin necesidad de caballeros. Con Francisco Romero comenzó en esta ciudad el actual toreo a pie, que, en constante evolución, ha llegado hasta nuestros días después de casi tres siglos. Su hijo Juan de Dios que continuó con la profesión de su padre. También organizó las cuadrillas de forma semejante a las que hoy conocemos.

Cuatro hijos de Juan Romero se dedicaron a los toros: Pedro, José, Gaspar y Antonio. José Romero, hijo de Juan, comenzó con su padre y se unió a la cuadrilla de Pepe-Hillo, rival de Pedro, presenciando la muerte del torero sevillano en 1801 por el toro "Barbudo".

Gaspar Romero Martínez, tercero de los hermanos de Pedro, murió de una cornada en Salamanca, en presencia de su padre y de su hermano Pedro.

Antonio Romero, el hijo menor de Juan, se presentó como primer espada en Sevilla en 1789. Toreó en Madrid junto a Costillares. Murió joven, a los 38 años, víctima de las cornadas de un toro en Granada.

Pedro Romero, segundo hijo varón de Juan, nació, como sus hermanos, en Ronda. Fue el más importante torero de todos los tiempos por su historia familiar, por su estilo, por su fama, por no haber sido jamás herido por los toros, por la cantidad de toros muertos en sus manos, por su maestría en la Escuela Taurina de Sevilla, por su teorías en las formas de torear, por su comportamiento personal, por sus triunfos, por tal cantidad de méritos que sería imposible enumerarlos en esta página. En Ronda, su ciudad, tiene dos monumentos dedicados a su memoria, uno en la Alameda del Tajo y otro en la Plaza de San Francisco, donde nació.

La dinastía de los Ordóñez

Si los Romero, en su época, llevaron la Escuela Rondeña por el planeta de los toros, muchos años después, otra dinastía de Ronda reafirma la forma de torear: los Ordóñez.

Cayetano Ordóñez "Niño de la Palma", fue el principal creador de esta dinastía rondeña. También fueron toreros de menor categoría sus hermanos Antonio y Rafael. Nació en Ronda en 1904. No tenía Cayetano antecedentes taurinos entre sus progenitores, pero sí entre sus hermanos. Fue un novillero brillante. Tomó la alternativa en Sevilla en 1925 de manos de Juan Belmonte. Al mes siguiente la confirmó en Madrid con otro éxito rotundo. El Niño de la Palma reunió todas las condiciones y aptitudes que debieron haberle convertido en el diestro dominador, eje de la torería de su época.

Cayetano Ordóñez Araujo, nació en Dos Hermanas (Sevilla) el año 1.928, tomando el sobrenombre de su padre "Niño de la Palma". Vistió por primera vez el traje de luces en el año 1.943 en la Plaza de Toros de Ronda; en esta plaza tomó la alternativa en el año 1.946, convirtiéndose en matador de toros.

Juan Ordóñez Araujo, "Juan de la Palma", nació en Sevilla en el año 1.930. Comenzó como novillero, pero termina de banderillero en las cuadrillas de sus hermanos y en alguna más. Termina ayudando en las tareas de su hermano Antonio.

Antonio Ordóñez Araujo, nació en Ronda en el año 1.932. Ha sido, después de su padre, el que más fama diera a la dinastía. De los hijos del gran Cayetano, es el único nacido en la Ciudad del Tajo. Su toreo fue de gran calidad artística, que ya, de novillero, se dejaba adivinar, como sería, uno de los mejores toreros de la historia.

La Maestranza de Ronda

La Plaza de Toros es de propiedad privada; pertenece a la Real Maestranza de Caballería de Ronda. Es una de las más bellas del mundo por su arquitectura y su singular construcción. Se inauguró en 1785. Próxima al famoso Puente del Tajo rondeño, se construyó la Plaza de Toros por el mismo arquitecto (José Martín Aldehuela) que hiciera el Puente y en la misma época. Su construcción duró varios años, desde 1769 , fecha en que el Ayuntamiento cede el solar a la Real Maestranza para la construcción del nuevo coso. En el periodo de construcción se pudieron celebrar corridas de toros, como la anunciada el 11 de mayo de 1784, donde ocurrió un desgraciado accidente, cuando un soldado movió una de las columnas que provocó el derrumbe de una gran parte de la obra, ocasionando 12 heridos graves y 10 muertos.

La fábrica fue a base de piedra extraída de la cantera de Ronda situada en el Arroyo del Toro (interesante coincidencia) y madera de pinsapo de la Serranía rondeña (singular y única). Su estilo es neoclásico. El aforo es de unos 6.000 espectadores. La Real Maestranza de Caballería de Ronda, ha llevado a cabo una perfecta obra de conservación y adaptación que, sin abandonar su primitivo diseño, es apta para la celebración de espectáculos en la actualidad, evitando riesgos de envejecimiento y presentando un admirable aspecto de presentación y seguridad.

Las instalaciones interiores, chiqueros, patios, accesos a niveles superiores, servicios, están en perfectas condiciones. El palco presidencial está situado al contrario de la mayoría de las plazas; en este caso, justo encima de la puerta de toriles. Posee un Palco Real en el plano superior, que se alinea con el Presidencial y los toriles. Los maestrantes conservan sus palcos para presenciar los espectáculos. El graderío, distribuido en dos niveles superpuestos, está todo techado. Tiene 136 columnas de piedra lisa (menos dos en el Palco Real) y 68 arcos soportan la techumbre con cubierta a dos aguas. El ruedo es grande, pues tiene un diámetro de 60 metros. Desde su construcción, han paseado el ruedo maestrante rondeño las figuras más importantes del toreo de todos los tiempos. Aquí han cuajado las dos dinastías rondeñas: Romero y Ordóñez.

Son tradicionales las Corridas Goyescas que cada año, en la Feria de Pedro Romero, en septiembre, se celebran en Ronda. El pintor aragonés plasmó en un cuadro a Pedro Romero y hay un tipo de corridas con atuendos de la época del genial pintor.

Todas estas circunstancias rodean a Ronda de un ambiente especial. Es una ciudad romántica llena de recuerdos de otras civilizaciones. La plaza es uno de los iconos del toreo. Las dinastías de los Romero y Ordóñez le dieron una importancia taurina especial. La creación de la corrida Goyesca promovió una corriente de visitantes a la corrida de septiembre, sobre todo por la presencia de Antonio Ordóñez. Ronda es centro y esencia del toreo. Son cincuenta corridas Goyescas con una nómina impresionante de matadores. El coso de Pedro Romero donde toreó como nadie Antonio Ordóñez es la cita de los que quieren respirar aroma torero.

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