Paco Ojeda volvió a los ruedos en Ronda, pero lo hizo a caballo, no a pie, como algunos podían soñar como señal de un tiempo detenido. Estuvo bien, pero al lado de Diego Ventura se notó que el tiempo no pasa en balde.

Plaza de toros de Ronda. Corrida Goyesca de rejones. Tres cuartos de plaza. Seis toros de Los Espartales, bien presentados y de juego desigual. Buenos 1º y 2ª; noble, el 3º, el cuarto, manso de salida a mejor en la lidia. Bueno el quinto, que saltó el callejón. Y bueno también el sexto. Una buena corrida de rejones. Los dos rejoneadores salieron a hombros.
Paco Ojeda, silencio, una oreja y una oreja
Diego Ventura, una oreja, dos orejas y dos orejas.

Carlos Crivell.- Ronda

Paco Ojeda se ha querido demostrar a si mismo que sigue en condiciones de torear, aunque sea a caballo. No puede ponerse con una muleta delante de los toros, porque el tiempo es inexorable y el físico anda dañado, pero se ha querido dar el capricho de torear a caballo. El de Sanlúcar de Barrameda marcó un tiempo en el toreo, dicen que ha sido el último revolucionario, la realidad es que su personalidad fue arrolladora. Tiene un sitio escrito con letras de oro en la historia del toreo.

 En su momento ya fue rejoneador. Ama los caballos. Lo dejó en 2002 y ahora, cuando una lesión en la médula ha estado a punto de dejarlo sentado para siempre, solo el detalle de salir al coso de piedra de Ronda montado a caballo es causa de admiración. Quien fue único con la muleta sabe que no es lo mismo torear a caballo. Y sabe que su vuelta no es para competir con quienes han elevado el rejoneo a un nivel excepcional por la variedad, doma y exactitud con la que se realizan las suertes.

Volvió en Ronda con mucho ánimo, es verdad que su toreo a caballo está lejos del que se practica en la actualidad, pero exhibió la buena doma de sus cabalgaduras, clavó de forma desigual, aunque transmitió su gran voluntad de triunfo. No se acopló bien con el primero, gran toro de Los Espartales, pero mejoró su nivel y acertó con el rejón de muerte en el tercero, para lograr su mejor tono en el quinto, toro que dio el susto al saltar al poblado callejón rondeño, y con el que se atemperó y se atrevió a clavar un par a dos manos. Acertó en la muerte de este astado y logró el premio de su segunda oreja, suficiente para saldar su tarde en triunfo. Como detalle, hay que dar la bienvenida a Ojeda. Es una pena que no pueda pegarle veinte muletazos a un toro, pero su huella como matador de toros es imperdurable.

Diego Ventura volvió a mostrar el alto nivel de su cuadra y el momento pleno que vive en esta temporada. Su tarde en la Goyesca fue de ritmo creciente. Comenzó muy atemperado, como si no quisiera desarrollar todo su ímpetu ante un compañero lógicamente poco rodado. La oreja del primero de su lote llegó por una faena templada sobre Chalana y Maletilla.

La faena del cuarto subió un punto el escalón triunfal. Fue una delicia comprobar la completa recuperación de Nazarí después del percance de Málaga. Con Cheque todo se encendió entre quiebros y piruetas. Como quiera que estuvo infalible con el rejón de muerte, su triunfo fue mayor.

Recibió al sexto con la garrocha en una bella estampa. Alternó en banderillas con el sobresaliente David Gomes, que se mostró acertado. La salida de Milagro fue la gota que le faltaba a la tarde. Sus quiebros, sus carreras de largo para quebrar en la cara, su valor y su carácter se apoderadon de la plaza rondeña. Milagro es un milagro de la naturaleza, algo que parece una ocurrencia fácil pero que expersa con exactitud lo que realiza en el ruedo esta yegua. El mordisco de Morante encantó a la plaza.

 Que Ventura anduviera a si nivel no es noticia. Lo es, sin embargo, que Paco Ojeda haya vuelto a los ruedos, aunque sea montado a caballo. Lo hizo en Ronda. Lo hará en Nimes. No sabemos si lo hará en más plazas en el futuro.
 

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