La Algaba, población cercana a Sevilla, que tiene su nombre inscrito en la historia porque en su plaza toreó por última vez –de momento- el Faraón Romero, tiene una tradición que todos los meses de septiembre la convierte en centro de los sueños de muchos aspirantes a toreros.

Su plaza de toros, mitad de fábrica y mitad de carros, es por sí mismo un canto a la fiesta popular de sabor añejo. A un lado están los carros, mientras que enfrente se ha levantado una plaza cómoda que tiene capacidad para 2500 personas. Desde hace muchos años, al llegar las fiestas de septiembre, se anuncian festejos de promoción para jóvenes que quieren ser toreros. Después de la novillada, verdadera oportunidad, la tradición impone que se suelten vaquillas al ruedo para que los más atrevidos sean protagonistas del espectáculo.

Los más viejos del lugar no tienen claros los recuerdos del origen de estas fiestas. Se cuenta que en el siglo XVI el segundo marqués de La Algaba, Luis de Guzmán y Guzmán, corría sus reses por las calles del pueblo. En los anales de la historia algabeña se recoge que en 1769 hubo fiestas con dos corridas de toros y ya por entones la plaza se montaba en unos andamiajes similares a los de ahora. Incluso hubo algún pleito con la Iglesia, porque estos tinglados de madera se levantaban sobre la fachada de la parroquia, pero no hubo manera de acabar con la costumbre. Ya en el siglo XX se formaliza la celebración de capeas, aunque también es curioso que estuvieran prohibidas durante algunos años. La corporación que presidió José María Torres Zapico volvió a organizar las fiestas como siempre.

El festejo tiene dos partes bien definidas. En la primera actúan con erales de lujo los noveles que visten de corto. La norma es que se corran cuatro reses. El público de los carros vive su fiesta de forma particular. Son 38 graderías de madera que tiene en su base la rueda de una carreta rociera. Estos andamiajes son ocupados por peñas o grupos de amigos que se divierte por todo lo alto. Cuando acaba la parte clásica, el pueblo se tira a la plaza para correr y sortear las embestidas de las vaquillas. Es el momento del desenfreno. La suelta de vaquillas es otra forma de conocer de cerca al ganado. Carreras, volteretas, gritos, sustos, quiebros, caídas de impresión, un arsenal completo de situaciones. Bien está, si así se aumenta la afición.

Las fiestas de La Algaba tienen un alto interés social. Su antigüedad les confiere un barniz especial. Nos interesa sobre todo la parte taurina. La Algaba ha sido escenario de los primeros miedos de numerosos toreros. En su plaza han toreado por primera vez una enorme cantidad de chavales llenos de ilusión. Es un tipo de espectáculo que el aficionado inquieto agradece, porque allí puede ir conociendo las maneras de los que algún día pueden llegar a ser alguien en este complicado mundo del toreo.

* Toreros que pasaron por La Algaba

Desde 1978, cuando estas fiestas volvieron a celebrarse, han pasado por La Algaba una ingente cantidad de toreros que luego, al pasar el tiempo, llegaron a ser matadores de toros. La lista es amplia. Hay un caso peculiar en el de Fernando Cepeda, que en 1983 mató su primer eral en público. Además, por La Algaba pasaron cuando eran simples aspirantes diestros como Manolo Tirado, Jaime Maraver, Emilio Oliva, Pepe Manfredi, Antonio Manuel Punta, Domingo Valderrama, Sánchez Mejías, Manolo Corona, Martín Pareja Obregón, Luis de Pauloba, Javier Conde, Cuqui de Utrera, Francisco Javier Corpas, Ricardo Ortiz, Dávila Miura, El Cid, Umbreteño, Luis Mariscal, Joselu de la Macarena, José Borrero, Enrique Peña, Manuel Escribano y José Luis Osuna. Y si añadiéramos los que no han tomado la alternativa o se quedaron como banderilleros, esta lista sería interminable. La Algaba ha cumplido sobradamente su misión de alentar los comienzos, siempre complicados, de numerosos toreros.

* Homenajes a Jaime Maraver y Curro Sierra

En la edición de este año, La Algaba ha querido rendir un merecido homenaje al matador Jaime Maraver, nacido en la localidad, y también al novillero Curro Sierra, herido de suma gravedad en Sevilla el 20 de julio y que aún anda en trance de rehabilitación.

Este año, como novedad, se celebró una novillada con picadores el sábado 11 de septiembre. Los jóvenes algabeños Fernando Pereira, Javier Velásquez y José Manuel Soto lidiaron un buen encierro de Manolo González con actuación destacada de Pereira.
En las becerradas celebradas desde el miércoles 15 al domingo 19 se han lidiado erales de Gabriel Rojas, Cerro Negro (propiedad de Manuel Díaz “El Cordobés”, Salud Ortega, Manolo González y Espartaco. El nivel medio de estas novilladas ha sido muy alto.
Los nombres destacados de este año son los de Copano, Manuel Ortega, el francés Mehdi Savalli, Christopher Fourcart, Antonio Tirado, David Sevilla, David Oliva y Eliseo Gallardo. Son nombres nuevos, algunos casi insólitos, pero alguno puede llagar a ser un torero importante. La Algaba habrá seguido así la tradición que desde 1978 proporciona esta oportunidad a soñadores de torero.

Revista APLAUSOS (27-9-04)