Peris2LUIS CARLOS PERIS.- Innumerables han sido las ocasiones en que nos hemos reafirmado en la idea de que los ataques más certeros que recibe el toreo no proceden de los vociferantes que se apostan en las inmediaciones de las plazas para insultar al que acude a la corrida. El peligro mayor que acosa a la Fiesta procede de dentro, como si el enemigo mayor estuviera en casa, léase los taurinos. Y se me venía nuevamente a la sesera esto la otra tarde viendo cómo un riojano hacía un toreo que hubiese firmado, por ejemplo, Pepín Martín Vázquez. Los naturales de Diego Urdiales en la dominical de la Feria de Otoño en Madrid fueron los más puros que uno ha visto desde no se sabe cuándo. Se los dio a uno de esos toros que nadie quiere ver ni en pintura, con una cornamenta a guisa de enorme manillar. Y uno se pregunta cómo el sistema tiene arrinconado a un torero tan bueno. El enemigo en casa.

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