Pepe Moral sorteó el mejor novillo de Guadaira y le cortó una oreja en una faena poderosa y templada. El resto del festejo fue aburrido por la falta de clase de los astados, que no dieron opciones a Nazaré y Tendero.
Guadaira / Antonio Nazaré, Pepe Moral y Miguel Tendero
Ganadería: seis novillos de Guadaira, bien presentados y de escaso juego por falta de raza y fuerzas, excepto el quinto, excelente, que fue bravo y encastado.
Antonio Nazaré: estocada honda caída (saludos) y dos pinchazos y estocada (silencio tras aviso).
Pepe Moral: dos pinchazos y descabello (silencio) y estocada trasera y contraria (una oreja).
Miguel Tendero: media atravesada (silencio) y estocada contraria (silencio).
Plaza de la Real Maestranza, 26 de septiembre de 2008. Novillada con picadores de la Feria de San Miguel. Media plaza.
Carlos Crivell.- Sevilla
La novillada que la empresa regaló a sus abonados prometía mucho. Se anunciaban tres espadas con posibilidades y la novillada era de Guadaira, que en este tipo de festejos suele no fallar casi nunca. Pero en este año de tantos malos farios dando vueltas por la Maestranza, tampoco esta novillada de Guadaira fue lo esperado. El honor de la divisa sevillana lo salvó el quinto, que fue excelente en todos los tercios, bravo y repetidor, con fijeza y templanza, que tal vez mereció la vuelta al ruedo, algo que no concedió el presidente Murillo.
Los hermanos que mandó el ganadero no tuvieron ni fuerzas ni raza. Es malo que lo que se supone que no debe fallar en Guadaira, la raza, no se haga presente en el ruedo. Hubo algún otro astado de embestidas nobles, como el primero, pero prevaleció lo contrario.
El novillero palaciego Pepe Moral se ha vuelto a subir al carro del toreo. Se había eclipsado este año después de su paso por Madrid. Parecía un torero sin futuro, pero ha logrado reverdecer sus méritos y vuelve al frente. Su actitud fue positiva toda la tarde. Buscó el triunfo y lo alcanzó con ese regalo maravilloso que le cayó en suerte del quinto de Guadaira. Toreó bien con el capote a sus dos astados, sobre todo al segundo. La faena a ese astado, un compendio de sosería y falta de bríos, fue simplemente voluntariosa. Aguantó gañafones con firmeza.
Con el quinto hizo una buena faena. Se puede discutir si estuvo a la altura de tan excelente astado. Pepe Moral fue un novillero sincero, valiente y firme, que exhibió su mejor condición: el poderío y el temple. Comenzó con un pase por la espalda vistoso. En las dos primeras tandas con la diestra le marcó al novillo el camino. El de Guadaira lo siguió con alegría y prontitud. Lo mejor llegó en una tanda de mano baja con la izquierda que remató con uno de pecho soberbio. Todos los de pecho de Moral fueron de calidad suprema. El final fue poderoso, valiente y torero. La espada cayó trasera y contraria y ello debió contar en los pañuelos. Una oreja. Lo importante es que aprovechó a tan buen colaborador y que se ha subido al tren de nuevo.
Sus compañeros se estrellaron contra el muro de la falta de raza. Antonio Nazaré debió estar mejor con el primero. Ese novillo metió la cabeza con nobleza, aunque se pensó mucho las arrancadas. El de Dos Hermanas, con su buen concepto torero, volvió a torear mucho con la derecha, bastante desajustado y abusando del pico de la muleta, y dejó para el final la zurda. Fue una faena de perfiles buenos, aunque insuficientes. El cuarto no le dio ninguna oportunidad para irse alegre a casa. El animal parecía resentido de los cuartos traseros y permitió que lo castigaran con saña en el caballo. Al final, Nazaré se encontró con un animal parado que sólo le permitió estar valiente, firme y porfión sin poder ligar dos pases seguidos.
El albaceteño Miguel Tendero tampoco tuvo material potable. Volvió a dejar constancia de su oficio y valor. Hizo un gran esfuerzo con el tercero, novillo de medio recorrido, con el que alargó la faena de forma innecesaria, para finalmente no poder enjaretar más que muletazos sueltos. Ambas faena estuvieron cortadas por el mismo patrón: novillos parados y torero con ganas y encimista buscado un triunfo quimérico. La estocada al sexto, un punto contraria, la ejecutó con gallardía y estilo.