Manuel Grosso.- Y sin toros bravos tampoco, añadiría yo. Lo que mando ayer Gavira a la Maestranza fue una mansada de libro. Ninguno quería embestir y se dedicaban a corretear por la plaza sin hacer el menor caso a los engaños de los toreros. Así es imposible que se desarrolle una corrida de toros. No hay que olvidar que la base de la fiesta es precisamente la lidia del toro bravo, si este sale descastado e insufriblemente manso no hay manera de llevarla a cabo. Algunos me dirán que los mansos tienen su lidia, y es cierto, pero dudo yo que la tengan los mansisimos de solemnidad. De hecho, Talavante, aplicó el manual al pie de la letra para la supuesta lidia de estos animales, pero el resultado fue de dudosa eficacia. Ver a un torero encerrado prácticamente en los terrenos de los chiqueros para robarle algún que otro pase, das mas pena que otra cosa, porque ni por esas los de Gavira prestaban el mas mínimo interés.
Solamente el segundo se dejo querer un poco, pero carecía de fuerza. Con el, Talavante estuvo quizás demasiado exquisito por lo que apenas caló en los tendidos. Conecto mucho mas en su segundo, pero como ha quedado dicho, demasiado esfuerzo para algo que es contradictorio con el toreo en si mismo; conducir las embestidas de un animal supuestamente bravo que solo sabia huir. Con todo, he visto un Talavante mas cuajado que en años anteriores, con ganas de que le embista un toro y como siempre poseedor de una izquierda importante. Con el acero, fatal como es habitual en él.
Daniel Luque sabe que se encuentra en una difícil encrucijada tras su fracaso en Madrid y eso se le nota. Tiene buen gusto con el capote y con la muleta ya demostro en San Miguel que puede llegar a algo, siempre que no le salga por los chiqueros un material como el de ayer. De todas formas aun le quedan dos tardes, una de ellas especialmente comprometida, el mano a mano con Perera, cartel por cierto que tras las actuaciones de ambos en Sevilla ha perdido algo de su interés original y la otra con el Juli y Manzanares, dos toreros que pisan muy fuerte en el coso Maestrante.
Y de Morante que se puede decir… pues nada, que nos quedamos todos con las ganas de verlo torear, aunque solo fuera un poquito, pero esta vez ha sido del todo imposible. Ni su lote era bueno, ni su concepto del toreo se adapta a la lidia de estos mansos, que solo pensaban en eludir cualquier atisbo de lucha y así no hay manera. El lunes será otro día y quizás tengamos el paraíso que creo nos merecemos todos.