Manuel Grosso.- En el programa de mano se afirma, correctamente, que Jose Mª Manzanares nació en Alicante, pero tiene una forma de torear y de sentirse en la cara de los toros que afortunadamente es de aquí, o al menos aquí se le tiene como sevillano. Ya le paso al padre, y ahora aun mas al hijo. No se si será el ruedo, la plaza, el publico o vaya usted a saber el que, pero aquí se siente de otra manera, mas torero, con mas gusto, mas medido y con una ganas indudables de hacerlo todo de verdad. Ayer no salio por la Puerta del Príncipe porque fallo, increíblemente con los aceros, pero que no se preocupe que tarde o temprano llegara el día del gozo.

Ayer, tras una mañana que parecía que los cielos habían decidido condenar la corrida, casi milagrosamente nos permitió, una vez mas, disfrutar con ese toreo tan especial que hace Manzanares. Dirán los puristas que no se puede dar una oreja en Sevilla tras pinchar, y en teoría es cierto, pero luego viene la ley de las compensaciones y sobre todo el placer inenarrable que produce ver torear tan bien. Yo personalmente me quedo con su intensidad toreando, a ambos toros y mas concretamente en su primero y ese ultimo pase, casi en las tablas, que fue todo un compendio de tiempo y espacio para reconvertirlo en belleza. No debo ser el único, pues la plaza saltó como un resorte al verlo, aunque seria mas exacto decir, al sentirlo. Inolvidable. Todo lo demás son discusiones de casquería y fruslerías sin interés alguno. Dos toros, dos faenas diferentes, un mismo torero y una misma manera de ser de Sevilla.

La corrida con toros del Pilar- Moisés Fraile, ha sido una corrida importante, con un quinto toro, que aunque el público no lo pidió, quizás hubiese merecido la vuelta al ruedo en el arrastre. Impresionante de hechuras derribo dos veces al callo, siempre metió la cara y traía la emoción allí donde estuviera. Para ser justos habría que decir que Sebastián Castella lo lidio a la perfección, estuvo esplendido con el capote y lo mato bien. Quizás le perdió su frialdad, o su sobrada facilidad. El esperaba que se le concedieran las dos orejas y seguramente por ello desprecio, en cierta forma la que se le concedió. No debe tomarse las cosas de este modo, el publico disfruto una barbaridad, pero dos orejas, quizás hubiese sido demasiado y además tampoco la solicito de una forma unánime el respetable. De todas forma ayer volvió a ser Sebastián Castella y no la sombra de ese torero importante que es como le ocurrió en su anterior corrida.

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