GRA461 SEVILLA, 12/04/2016.- El diestro Morante de la Puebla en el segundo de su lote en la corrida de abono de la Feria de Abril hoy en la Real Maestranza de Sevilla, en la que ha compartido cartel con Diego Urdiales y López Simón, con los toros de la ganadería extremeña de Jandilla. EFE/Jose Manuel Vidal.Carlos Crivell.- La corrida de Jandilla fue un esperpento de grandiosas proporciones. Borja Domecq, de cuya categoría como criador de toros no hay que dudar, no llegó a poder presentar ni siquiera dos sobreros a estas alturas de la temporada. De los seis lidiados, algunos eran toracos fuera de tipo impropios de la plaza de Sevilla. El segundo y el sexto eran dos toros enormes, bastos, de los que cualquiera que entienda algo sabe que no pueden embestir.

La corrida tuvo medio toro, el tercero, y un toro bruto para la discusión, el quinto. En un ejercicio de malabarismo mental, el ganadero había pronosticado un gran espectáculo si a la corrida le daba por embestir. Ahora queda saber lo que entiende Borja porque un toro embista. En estos días pasados, después de sonoros fracasos de divisas prestigiosas, hemos leído las opiniones de los ganaderos con alabanzas para sus encierros. Es decir, además de presentar un ganado impropio de la plaza, de lidiar reses de muy mal juego, tienen un nulo sentido de la autocrítica.

No se trata de culpar en exclusiva a los criadores del estado actual de la cabaña brava. Tampoco hay que olvidar que son las divisas que exigen los que pueden hacerlo. El mundo de los toros en su conjunto necesita una urgente reflexión para devolver a las plazas la emoción perdida. Con encierros como el de Jandilla de ayer, el futuro es ciertamente negro. No cabe más indolencia en las reses, casi todas faltas de raza y de fuerzas, muertos sin ser castigados, apagados hasta aplomarse como estatuas con los matadores delante intentado lograr una arrancada. Un desastre inmenso el de Jandilla que contaminó la tarde del martes de feria de pesadumbre y tristeza.

Medio toro, el tercero, uno de los que tenía las hechuras del encaste. López Simón toreó mucho con limpieza sobre la diestra. Cuando lo intentó con la zurda ya no había toro. Se metió en sus terrenos, lo mató bien y la gente llegó a pedirle la oreja con desenfado.

Toro discutido, el quinto, el mejor rematado de la corrida. Fue ese tipo de toro que no quieren los toreros. Son toros de público por su movilidad desordenada. Este quinto fue muy bruto, al final de cada muletazo tiraba un hachazo violento al cielo. Diego Urdiales no pudo corregir ese defecto y se vio desbordado por las embestidas bruscas del Jandilla. Se podía haber esperado que el riojano estuviera más listo para corregir este defecto. Entre enganchones y desarmes, el toro engañó a muchos.

Urdiales pasó en blanco. El primero de su lote, atacado de kilos, no tuvo fuelle para embestir dos veces seguidas. Algunos muletazos del torero de Arnedo impregnaron la plaza de buen sabor torero. En realidad, muy poco. Mató bien a los dos toros y se fue inédito.

Morante vistió de lujo negro y negra fue su suerte. El sobrero de Albarreal no le permitió dar ni un pase con la muleta. El cuarto, muy flojo, le lanzó un derrote con la izquierda que casi lo caza. En el recuerdo, una verónica a ese cuarto y nada más. Le queda una.

El sexto arrastraba de forma lastimosa casi seiscientos kilos. Ni un torero tan valiente como López Simón le pudo arrancar un pase limpio. Cuando se defendió, la corrida se murió en su propia miseria.

Toros de Jandilla en la Feria de Abril. Se podría suponer que se eligen y lidian los seis más bonitos de la camada con el trapío necesario para la plaza. Nada de eso. Resulta que no tenía una corrida para Sevilla, porque si esto es lo que quiso lidiar debería no volver en unos años por la Real Maestranza.

Plaza de toros de Sevilla. 11ª de abono. Lleno. Cuatro toros de Jandilla, uno de Vegahermosa (2º) y uno de Albarreal (1º sobrero), desiguales de presencia, descastados, flojos y sin clase. Saludaron en banderillas Domingo Siro y Jesús Arruga. Bien el picador Cristóbal Cruz. 

Morante de la Puebla, de negro y oro, pinchazo y estocada trasera (silencio). En el cuarto, media atravesada y descabello (silencio).

Diego Urdiales, de berenjena y oro, estocada (saludos). En el quinto,estocada atravesada (silencio).

López Simón, de rosa y oro, estocada (vuelta al ruedo). En el sexto, estocada atravesada (palmas de despedida).

A %d blogueros les gusta esto: