Carlos Crivell.- La corrida de Jandilla fue muy sevillana, y no es cuestión de protestar porque a los toros les haya falta algo de remate, pero una cosa es la sevillanía y otra el trapío. Y ambas son compatibles. Por ejemplo, tuvo presencia y unas preciosas hechuras el tercero, ejemplo típico de toro hecho para embestir, con sus pitones tocados arriba, algo engatillado, estrecho de sienes, largo, con el morrillo justo, de lomo recto y cuartos traseros rematados. Ese fue el toro de la corrida, porque fue encastado y noble y porque fue un toro bravo, que escribió una página espectacular a la hora de su muerte, buscado a su lidiador hacia el centro del ruedo. El resto de la corrida fue la historia de toros sin fondo, descastados, con pocas fuerzas y sin empuje. Apenas cabe destacar la nobleza del sexto.

Tomás Rufo cortó tres orejas y salió a hombros por la Puerta del Príncipe, salida que se antoja con los méritos justo para un premio tan importante. Dicho ello sin restarle méritos al torero, que estuvo dispuesto, sereno, templado y acertado toda la tarde. Tiene la llave y con su exultante juventud ya tiene dos salidas por esa puerta, más que casi todo el escalafón.

El tercero fue un ‘dije’ de toro. Expresión de bravo y nobleza para dar y regalar. Tomás Rufo se encontró con este regalo y lo aprovechó, aunque al final quedó la sensación de que el toro hubiera merecido una labor más compacta. Rufo se mostró entregado toda la tarde. Entró en los quites de los toros de los compañeros, no en los suyos claro está, se lució con el capote, ya por verónicas, ya por chicuelinas, ya por delantales.

La faena al tercero fue templada con un defecto: el toreo rehilado. Es esa manera de ligar los pases casi en circular sin rematar el anterior, que es muy vistosa y celebrada, pero que es un ardid que desmerece mucho del buen toreo. Ese toreo en tiovivo lo practicó en algunas tandas con la derecha. Estuvo templado desde el comienzo de rodillas a los naturales con largura y mucha expresión. Fue una buena faena que remató con una estocada algo atravesada y la plaza pidió las dos orejas de forma algo alegre y de manera más alegre las concedió el palco.

Al muy flojo y noble sexto le cortó la oreja en otra faena muy medida, con mejor toreo con la izquierda y algún remate muy vistoso al natural en circular. Muy certero con la espada, no cabía ninguna duda de que se le pediría el trofeo que necesitaba para abrir la del Príncipe.

Manzanares tropezó con dos toros flojos y descastados, el primero rajado y a la defensiva, mientras que el cuarto era aún más flojo. Estuvo correcto. No se le puede exigir nada, aunque la imagen volvió a ser la de un matador de vuelta de muchas cosas. El trazo de sus muletazos suele ser muy despegado, cita mucho con el pico, e incluso ha perdido fuelle con su espada mortífera.

Pablo Aguado lidió un sobrero sin calidad ni fuerzas. Su labor fue muy breve. Doblones por bajo y dos tandas con la derecha para comprobar que el Jandilla no tenía vida. Antes, en el saludo del toro devuelto, Pablo bordó la verónica con buen gusto y lentitud. El quinto fue otro toro muy blando que se quedó completamente aplomado en cuando le puso la muleta por delante. Mala suerte la del torero sevillano esta tarde.

Toda la corrida se vivió bajo la enorme resaca de la jornada vivida el miércoles. En la plaza se habló más de Morante que de lo que ocurría sobre el ruedo. Nueva Puerta del Príncipe para un torero que ha estado bien, pero tal vez para abrir esa puerta sea preciso estar mejor. El triunfalismo sigue imperando. Todo ello, en una corrida de Jandilla hueca, sin raza, que pasó por los picadores sin entrega y donde la suerte fue un simulacro. Un toro solo y qué buen toro el llamado Insensato, al que Rufo le cortó dos fáciles orejas.

Plaza de toros de Sevilla, 27 de abril de 2023. Decimoprimera de abono. Tres cuartos de plaza. Seis toros de Jandilla, el segundo lidiado como sobrero por uno devuelto por inválido, justos de presentación, de mal juego excepto el 3º, encastado y bravo. El resto, apagados, descastados y sin fuerzas.

José María Manzanares, de azul marino y oro. Estocada caída (saludos tras aviso). En el cuarto, cuatro pinchazos y estocada (silencio).

Pablo Aguado, de rioja y oro. Estocada corta caída (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada contraria (silencio9.

Tomás Rufo, de gris plomo y oro. Estocada atravesada (dos orejas) . En el sexto, estocada corta (una oreja)

Saludaron en banderillas Diego Vicente, Juan Sierra, Andrés Revuelta y Fernando Sánchez. Bien el picador Manuel Jesús Ruiz Román en el tercero. Tomás Rufo fue sacado a hombros por la Puerta del Príncipe.

A %d blogueros les gusta esto: