Manuel Grosso.- A estas altura del abono, las tardes como la de ayer empiezan a pesar, y si además le unimos un tiempo poco feriante, la conclusión no puede ser mas evidente; la gente salio aburrida y cansada de la Maestranza. Para empezar el cartel no era de esos que pueda atraer al publico sevillano, ni lógico para un jueves de farolillos. Antiguamente era fecha para las figuras del momento, hoy por razones obvias de mercado, estas se reservan para la pre-feria, lo que termina quitando cierto glamour en los tendidos. Parte del personal venia vestido de invierno y la otra parte preparada para la lluvia, que afortunadamente no hizo acto de presencia, ósea que de ambiente de feria, cortito con leche.

Ni Curro Díaz, ni Matías Tejela, tuvieron su día. No estuvieron ni bien ni mal, sino todo lo contrario. Siguen esperando agazapados en sus escasos momentos estelares. La cosa ya no va en esa dirección y la gente quiere que no solo se justifiquen, sino que además echen el resto. En este sentido las corridas de toros y sus espectadores cada día exigen más, y hacen bien, para eso pagan lo que pagan. Estas digavaciones genéricas también pueden servir para los ganaderos. O vuelven a la búsqueda de la casta perdida o ellos terminaran perdiendo el sentido de su existencia. Bien presentada, aunque sin excesos, la corrida salió mansa, sin clase ni peligro y con una inquietante falta de acometividad, que desgraciadamente no fue suplida por parte de la terna de matadores.

El mejor fue el tercero, también el mas pequeño y al limite de lo que se debe de ver en una plaza como Sevilla, pero tuvo la suerte de caer en manos del único espada dispuesto de verdad a estar delante de el sin reservas. Rubén Pinar estuvo decidido y consiguió algunas tandas estimables, hasta el punto de si llega a matarlo a la primera hubiera aspirado a una orejita. Como no pudo ser, él por su cuenta dio la vuelta al ruedo tras cinco descabellos, algo que no debió ocurrir, pero la verdad es que el publico ni protesto ni puso especial énfasis en la misma. En su segundo, vuelta al mundo de la vulgaridad mas absoluta.

Mañana, duelo al sol, aunque como se han visto en sus comparecencias anteriores, desgraciadamente el mano a mano Perera-Luque, ha perdido algo de fuelle. Ojala nos equivoquemos, vuelva el ambiente de feria a la plaza y vivamos una tarde inolvidable. La de ayer paso al más profundo de los olvidos nada mas acabar.
 

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