La 15ª del abono no fue buena tampoco. Malos toros de Torrealta, dos sobreros y mucha falta de raza. Lo mejor, el sobrero de El Serrano al que Manzanares le cortó una oreja facilona.

Cuatro toros de Torrealta, uno de Gavira (primero bis) y uno de el Serrano (segundo bis)

El Fandi (grana y oro): silencio y saludos.

JoséMaría Manzanares (azul prusia y oro): una oreja y silencio.

Alejandro Talavante (carmelita y oro): silencio y silencio.

Real Maestranza de Sevilla, 15ª de abono. No hay billetes.

Carlos Crivell.- Sevilla

Un sobrero de El Serrano, soltado en lugar del Torrealta anunciado, embistió a la muleta de Manzanares en uno de esos prodigios que el toreo nos reserva en ocasiones. En los carteles anunciaban seis de Torrealta, la voz popular decía que eso sí que era una corrida de toros, y como sobreros, uno de Gavira y otro de El Serrano. El de Gavira se murió en la plaza – fue apuntillado porque no se podía levantar –, y el toraco de El Serrano saltó entre la desconfianza de todos.
No es que fuera un toro de bandera. Tenía trapío, fue pujante, se movió con buen aire y exhibió nobleza en la muleta. Si a la terna le dicen en febrero van a lidiar seis de ese hierro mandan a la empresa a freír espárragos. A la vista de cómo salió ese toro, el año que viene, una completa de El Serrano.

Manzanares le cortó una oreja por varias tandas de redondos con la derecha de corte exquisito. El toro había dado la correspondiente costalada de todas las tardes. No se resintió apenas porque tenía su fondo de casta. Manzanares, bien. Cuando obligó al animal tiró en pases de gran empaque y prestancia. No hubo mucho toreo por la izquierda. El toro, fundamentalmente templado, permitió la única faena de la tarde, no completa ni redonda, pero con el sello del alicantino. La espada cayó baja. Y a quién le importa. La oreja, con alfileres, aunque tratándose de este torero tenía como respaldo una faena de corte muy clásico.

Todo lo que pueda contarse, al margen de la lidia de ese sobrero, es más bien una historia de sucesos. El Fandi no pudo matar al primero, sobrero de Gavira, manso y flojito, quebrantado por las carreras del tercio de banderillas. El animal se derrumbó para nunca más levantarse. La puntilla acabó con su precaria y triste existencia.
Al cuarto, por fin de Torrealta, casi no lo mata tampoco. Estuvo muy serio con el capote en una larga de rodillas y verónicas limpias; banderilleó con un tercer par enorme, el mejor que le recuerdo, pero en la muleta el toro se lesionó una pata y abrevió para matarlo. No cabe más mala suerte.

Manzanares tenía posibilidades de Puerta del Príncipe si hubiera cuajado al quinto. Ni el toro valía un euro ni Manzanares fue un matador decidido. En términos clásicos de la jerga, no se acopló. En realidad, escondió la muleta y el toro se paró de cuajo muy pronto.

El primero que fue lidiado de Torrealta fue el tercero. Mejor que nunca hubiera saltado al ruedo de la Real Maestranza. No se entiende cómo se puede aprobar semejante raspa cabezona. Y decían que la corrida era un taco; ese toro era un taco de chico. Talavante, agraciado con dos orejas en su primera corrida, las devolvió con creces en la tarde de ayer. A ese esmirriado toro tercero le dio pases enganchados carentes de la menor emoción. El sexto sí que era un toro con presencia. Y no fue mal toro. El torero extremeño debió tener ayer su día tonto, porque no se entiende de otra forma que se le escapara el toro vivo y coleando. Claro que si se deja la muleta escondida, no se acierta a templar y se carece de la gracia del cielo, todo resulta un trasteo incoloro y capaz de dormir a la Maestranza. Desde el tendido no hay nadie capacitado para dictaminar que el toro tenía mejor trato; desde ese tendido hay que proclamar que el animal metió la cabeza al comienzo de la faena con claridad. Talavante fue la viva imagen del abandono y la tristeza.

Así pasó la corrida, llena de sobresaltos de picadores – fue una corrida blanda que derribó a varios varilargueros –, costaladas de reses y muy poquito que contar en materia artística. La Feria se dirige a su desenlace y el petardo ganadero es de época. Hoy, Fuente Ymbro. Que el Dios del toro les ayude.

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