Manuel Grosso.- Lo de ayer se presentía, pero uno siempre peca de optimismo y esperaba que el resultado del mano a mano fuera diferente. No me pregunten ustedes que les pasa a Perera y Luque, pero desgraciadamente para ellos son unos toreros distintos a los del año pasado. Cuando se anuncio el cartel, todos los aficionados creíamos que era uno de esos retos importantes a los que hay que sobreponerse a todo y a todos. Confiábamos plenamente en un Perera arrollador que no se deja amilanar por nadie, y en un Daniel Luque, que tras el fracaso de su encerrona en Madrid, tenia aquí en Sevilla, la oportunidad de poner las cosas en su sitio. Pues bien, todo ha sido anodino y vulgar hasta decir basta.

Difícilmente le podrán echar las culpas a la corrida de Fuente Ymbro, muy en lo que los taurinos llaman “toro de Sevilla”, es decir no muy grande, bonita de hechuras y sin maldad alguna, y con algún toro que otro que embistió con cierta clase. En particular el tercero que dejo en evidencia las pocas ganas de sentirse torero, en tarde tan importante, que traía Miguel Ángel Perera. ¿Cómo es posible que se le fuera este toro? Simplemente porque no estaba en lo que había que estar.

Cuando se torea de verdad no solamente hay que creérselo, sino que además hay que transmitirlo, hay que estar en torero. Ayer no vimos nada de eso. Es cierto, que tanto Perera como Luque hicieron sus quites, pero luego se hundían en un pozo negro de hastió y vulgaridad. Ninguno de los dos estuvo en lo que debían estar y así les fueron las cosas. Como sería que no fueron capaces de levantar los ánimos de una plaza que estaba desando ver la lucha de dos “titanes”y de repente se dio cuenta que presenciábamos una corrida de mero tramite.

Nos hemos llevado media feria hablando del estado anímico del Cid, pues comparado con los de ayer, es de plena euforia. Difícilmente se pueden lidiar seis toros, mas un sobrero, con mas pocas ganas y de una forma mas malage. Después de lo visto en esta feria hay que salir a comerse a los toros, y más cuando estos, mal que bien, iban y venían. No se puede torear fuera de cacho o mandando al toro a por tabaco después de cada pase, así es imposible calentar el ambiente.

Decepción grande en los tendidos y me imagino que hundimiento total de la moral de los dos espadas. Tres tardes con el mismo espíritu son muchas tardes. Les queda otra corrida en San Miguel, precisamente con el Cid, y visto lo visto, espero mucho más de Manuel Jesús, que de estas dos jóvenes “promesas” de la nueva tauromaquia.