Gastón Ramírez Cuevas.-Habiendo podido constatar la escasez de toros aptos para el lucimiento en prácticamente todos los festejos de la Feria de Abril, el hecho de que ayer dos cornúpetas de Fuente Ymbro hayan tenido recorrido, algo de bravura, y alegría, era motivo para echar las campanas al vuelo.

Desgraciadamente, esos garbanzos de a libra se han topado con un torero al que parece no haberle afectado la crisis. Hablo de Matías Tejela, quien lejos de administrar con tiento el lote que le deparó el destino, se regodeó en despilfarrar casi todas las embestidas del tercero y del sexto de la tarde.

El primero de su lote fue lo que en México se conoce como el torito de la ilusión. Es decir, un animal sin complicaciones que si bien manseó y se rajó al final de faena, le regaló a Matías Tejela más de veinte embestidas completas y emotivas. En estos tiempos, hay que capitalizar los obsequios, hay que sacarle jugo al más mínimo premio de la lotería. No lo hizo así el torero madrileño y salvo dos buenos derechazos y un par de pases de pecho, la faena fue "en degenerando", que dirían El Gallo o algún otro maestro del aforismo taurino.

Cuando de plano Tejela se dedicó a -metafóricamente- encender puros con billetes de 500 euros, fue en el sexto bis, otro pupilo del ganadero de apellido Gallardo.
Aquí vimos a un torero birlongo y zaragatero que, desbordado por las claras y bravas embestidas del burel, se dedicó a torear en escuadra dejando mucha luz entre él y la muleta. También toreó al público, tan es así, que Matías cortó un apéndice. Fue una orejita tan devaluada como la moneda mexicana: un trofeo barato.

El resto del cartel lo componían Antonio Ferrera y Salvador Vega.

Ferrera no tuvo opción en sus toros, pues el primero jamás humilló y tenía peligro, y el cuarto fue un manso de libro. Digamos que le tocaron toros más acordes con la crisis por la que pasa el toro bravo desde hace años. En banderillas sigue siendo un fenómeno. Lástima que incluye un espantoso saltito en cada par.

Salvador Vega no estuvo ni bien ni muy mal. Pasó sin pena ni gloria por La Maestranza, lo cual no se hace. Nunca sabremos si el quinto Fuente Ymbro era bueno o malo porque Salvador sólo demostró que sus capacidades taurinas están como el mercado inmobiliario en la Costa Azul: a la baja.
 

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