Juan Manuel Albendea.- Enrique Vila le preguntó a Juan Belmonte: ¿cuáles eran las características de los toros de Miura de su época? El trianero contestó, tras pensarlo un rato: el poder y el sentido. Los miuras lidiados ayer tenían todos cinco años: no desarrollaron ningún sentido. En cuanto a pujanza estuvieron muy justitos. Sin embargo fueron toros nobles y con casta y si no la exhibieron más fue precisamente por falta de fuerza.

El mismo Enrique Vila le preguntó también al Pasmo de Triana: ¿Cuántas corridas de Miura ha toreado usted en su vida profesional? No lo puedo decir con exactitud, contestó Juan, pero puede calcularse a un promedio de diez por temporada. No podía entonces celebrarse ninguna feria sin la corrida de Miura, que inevitablemente teníamos que torear José y yo. No era costumbre poner veto a ningún toro.

Sin embargo en la actualidad la miurada está reservada al segundo nivel del escalafón, ya que el primero no quiere ni ver a los de la divisa verde y grana. Podrán argüir que el toreo de entonces no era el de ahora. Aun admitiendo el argumento con reserva también es preciso señalar que los miuras de hoy no son los de antaño. Es que la corrida de ayer ¿no podían haberla toreado Morante, Tomás, El Cid, Manzanares, El Juli, etc.? Seguro que hubieran triunfado. Es cuestión de mentalizarse. La corrida estuvo bien presentada. Por lo menos tres fueron ovacionados de salida y salvo el cuarto que tuvo mayores dificultades, los demás no voy a decir que fueran pastueños pero sí eran nobles. La oreja que cortó en el quinto Padilla fue premio a la voluntad y la constancia. Lo recibió con cuatro largas cambiadas de rodillas, lo banderilleó con más exhibición que ortodoxia y le dio multitud de pases de diferente calidad. Lo mató de una estocada y la mayoría pidió el trofeo. Pues bien.

El Fundi realizó dos faenas larguísimas. El primero era más manejable pero no nos ha quedado nada para el recuerdo. El cuarto fue el menos noble del encierro, lo que no fue óbice para que le endilgara algo así como doscientos pases.

El presidente me parece que se equivocó devolviendo el sexto. El sobrero de El Serrano era mucho peor. Salió amagando y no embistiendo y la faena de Valverde no podía tener buen fin. En su primero, un toro sardo bonito, lo toreó al natural sin emoción. El toro entraba muy despacio con nobleza, pero el salmantino no templaba la embestida. En el toro rechazado se tiró un espontáneo. Hacía años que creo no haber visto un espontáneo en La Maestranza. Por lo visto se llama Félix, es peruano, vive en Coria del Río, tiene sesenta y tantos años y no se pierde un tentadero. Eso es afición. Que la sanción le sea leve, dadas las circunstancias.

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