Juanito. Foto: Álvaro Pastor Torres

La novillada de apertura de San Miguel anunciada como de triunfadores con algunos reparos fue como un guiso sin sal. Fue de esos festejos en los que se agradece la brevedad. Dos horas y diez minutos. Una bendición en los tiempos que corren. No pasó casi nada. La culpa fue, de entrada, de los novillos; pero los novilleros no pueden quedarse sin su correspondiente llamada de atención. Se olvidaron los chavales del condimento y de los recursos; los novillos se olvidaron de la casta.

Y son jóvenes que saben dar pases, al menos así lo demostraron en algunos momentos. Otra cosa es torear. El astigitano Ángel Jiménez debutó en Sevilla en 2012 con caballos. Sigue en la lucha. Tiene buen corte, aunque no es suficiente. El jabonero que abrió plaza, un mansito con genio, se dejó dar pases por la derecha y buscó el bulto por la izquierda. La portagayola fue medio fallida. Berreón y dolorido, embistió con furia incómoda a la muleta de Jiménez. Dos tandas esperanzadoras por la diestra. Imposible con la izquierda. El final fue embarullado.

Lo mejor del torero de Écija fue el comienzo de la faena al cuarto, primoroso, pleno de buen gusto en lo pases por bajo y los remates. Ligó tres tandas con la derecha que obligaron a la banda a tocar el pasodoble. Ahí acabó todo. Se hundió el novillo, los naturales surgieron de uno en uno, llegó un desarme y todo se complicó con la prolongación de una faena ya sin historia.

El portugués Juanito es un novillero preparado, valiente y variado. Tal vez algo eléctrico. Se ofreció siempre con el capote, que maneja con soltura. Después de tres estatuarios se lo pasó por la espalda. La arrucina ya no sorprende a nadie. El abuso tiene esas consecuencias. Las tandas fueron muy cortas, dos o tres pases apenas. Con el novillo rajado y la cara alta, Juanito mostró oficio.

Mejor con el quinto, novillo de más duración. La portagayola no fue limpia y el torero se fue a tierra. Los lances a la verónica en el centro tuvieron temple y mando. El animal embistió mejor a pesar de soportar un tercio de varas infame y una lidia de espanto. De nuevo se mostró templado, ahora con más muletazos por tanda, algunos derechazos fueron perfectos y otras veces se doló más de la cuenta. La música puso de su parte para animar la tarde. También es torero de bernadinas. Mató mal y dio una vuelta que resume su tarde entregada.

Francisco de Manuel tropezó con lo más soso de la inocua novillada de Talavante. El tercero, chico, lastimado en una costalada, embistió sin celo. De Manuel lanceó con gusto y dibujó algunos muletazos de buen corte, pero sin ningún eco en el tendido. El sexto, rebrincado y también apagado conforme De Manuel daba pases de trazo muy correcto pero que no tuvieron respuesta del público. Tan soso el novillo como la faena del madrileño.

Plaza de toros de Sevilla, 28 de septiembre de 2018. 1ª de San Miguel. Media plaza. Seis novillos de Talavante, desiguales de presencia con un 3º sin trapío, nobles, muy sosos, descastados y desfondada al final. 1º, manso con genio, imposible por el izquierdo; 2º, soso y con la cara alta; 3º, mermado por una costalada, soso; 4º, muy apagado al final; 5º, noble con mayor duración, y 6º, pobre de fuerzas y casta. Buena brega de Miguel Martín y buenos pares del mismo banderillero y Fernando Sánchez. Debutó como directora de la banda la joven María del Mar Tristán.

Ángel Jiménez, de blanco y oro. Estocada tendida (silencio). En el cuarto, pinchazo y un descabello (saludos).
Juan Silva ‘Juanito’, de celeste y oro. Estocada (saludos). En el quinto, pinchazo y estocada atravesada (vuelta al ruedo).
Francisco de Manuel, de verde manzana y oro. Pinchazo y estocada trasera (silencio). En el sexto, estocada trasera (silencio).

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