Esaú_Sevilla septiembre

Pase de pecho de Esaú Fernández al cuarto (Foto: Álvaro Pastor Torres)

Carlos Crivell.- En la segunda de San Miguel destacó Esaú Fernández con decisión y técnica para brillar en sus dos toros, en los que resultó cogido de forma aparatosa sin consecuencias en dos milagros. Borja, con poco material y un apagado Lama de Góngora.

Plaza de toros de la Real Maestranza, 27 de septiembre de 2015. Segunda de San Miguel. Media plaza. Seis toros de Alcurrucén, bien presentados. 1º, encastado y repetidor; 2º, soso y noble; 3º, descastado; 4º, manso, aunque noble; 5º, manso, noble y soso; 5º, manso y distraído. Saludó en banderillas Curro Robles.
Esaú Fernández, de azul marino y oro. Cuatro pinchazos y estocada contraria (saludos tras aviso). En el cuarto, seis pinchazos, media atravesada y tres descabellos (saludos tras aviso).
Borja Jiménez, de verde y oro. Seis pinchazos y estocada caída (silencio tras aviso). En el quinto, estocada caída (saludos).
Lama de Góngora, de blanco y oro. Estocada caída (silencio). En el sexto, dos pinchazos y estocada caída (silencio).

Esaú Fernández fue el protagonista en la segunda de San Miguel. Y así fue por muchos motivos. Pudo cortar dos orejas en una tarde de entrega absoluta, pero su fiasco con la espada fue de campeonato. También se convirtió en noticia por dos volteretas pavorosas de las que salió sin un solo rasguño de manera milagrosa. Lo cogió el primero cuando intentaba dar una arrucina, muletazo en el que con la muleta en la espalda se trata de embarcar al toro para darle una salida natural. El de Alcurrucén lo vio descubierto y apneas tuvo que soltar la cara para engancharlo. El cuerpo de Esaú giró sobre el pitón. Se levantó sin mirarse y sin daño aparente. Fue el primer milagro.

El segundo llegó al recibir a portgayola al cuarto. Se paró el toro en la cara del diestro y lo lanzó a gran altura. Milagro de los grandes. El toro recién salido de toriles tiene sus fuerzas intactas y suele ser muy certero. Esaú salió ileso del percance. Dos milagros y un ángel de la Guarda de los buenos.

Con dos milagros basta, puede que dijera ese ángel protector, que cuando el torero de Camas se tiró a matar a sus dos toros le abandonó a su suerte. Esaú sorteó un buen toro de salida. El de los hermanos Lozano repitió con mucha trasmisión. Lo aprovechó con buena técnica por la derecha en muletazos vibrantes. Esaú sabe conectar con el tendido, tiene ese desparpajo natural que motiva la atención del tendido. Dos o tres tandas de muletazos tuvieron largura y limpieza, Tras la voltereta llegó la sesión de pinchazos.

El bonito chorreao cuarto fue manso. Tras la cogida en la puerta de chiqueros, el animal fue noble y muy soso. Esaú puso lo que el toro no tenía, sobre todo en el comienzo al natural, dándole al toro sitio y distancia para que fuera más largo en sus viajes. La decisión fue total, su actitud encomiable. La espada fue un dolor insufrible.

Borja Jiménez cumplió con el soso toro segundo. El animal no bajó la cara nunca y Borja toreó con buen aire sin muchas posibilidades. Con la espada dio un concierto de malos pinchazos. Lo dejó todo para el quinto, manso típico de la casa, que se iba siempre aunque Borja acertó a lidiarlo en el centro y fijarlo. Fue una faena de dominio y buen oficio, tal vez algo desajustada, pero con un poderío técnico notable. Fue también una labor larga, de bajó de tono al final, sobre todo cuando se la puso por la izquierda. Mató ahora con entrega y se le agradeció su labor.

A Lama de Góngora se le notó la inactividad. Esto es fácil decirlo, pero es la realidad. A estos toros no es fácil darles buenos capotazos por sus salidas sin fijeza. Lama esbozó algún lance suelto. El tercero se dejó con poca clase. El torero sevillano hizo un esfuerzo en una labor de escaso ajuste y una figura algo forzada. Con el soso y desclasado sexto, que embistió mucho pero nunca de verdad, toreó con cierta precipitación, lo que es normal cuando se quiere amarrar un triunfo. Se situó al hilo y los pases surgieron con notable velocidad. Solo en algunos ligados de pecho renovó las esperanzas. Al final se aburrió el toro en las tablas y la tarde murió sin el triunfo esperado.

Acabó San Miguel con dos milagros en las carnes de Esaú Fernández, que seguro que hubiera pedido un tercero, que la espada entrara a la primera. No ocurrió así y el triunfo se fue al limbo.

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