Carlos Crivell.- Castella abrió por primera vez en su larga trayectoria la Puerta del Príncipe de la Maestranza. Fue una salida sin justificación. El valor de los triunfos en todas las plazas está por los suelos, y de ello no se libran ni Sevilla ni Madrid. En el caso de la plaza sevillana, el nivel ha bajado a cotas ínfimas, asiste un público festivalero que solo es feliz si se cortan orejas, motivo por el que piden los trofeos con alegre ignorancia de lo que significa la plaza. Y luego, los presidentes conceden los trofeos porque están asustados ante una posible bronca. Así se explica que un torero como Castella, que ha estado bien sin excesos, haya salido a hombros sin méritos para ello.

La tarde estaba para el francés. Devolvieron a los corrales el que abrió plaza en una feliz gestión de su cuadrilla, y salió un toro excelente por casta y nobleza, que facilitó la labor del diestro galo. Cumplió con el capote en una mezcla de verónicas y chicuelinas eléctricas. Al toro no se le picó en dos entradas al caballo. La alegría del toro y su ritmo brillaron más que una faena de mano baja con pases ligados en continuidad sin darle salida al toro. El animal se enroscaba en su codicia en el torero que no le quitaba la muleta de la cara. El toreo en tiovivo que se llama y que no puede ser una muestra del toreo de verdad. La faena tuvo virtudes, como la prontitud a la hora de ponerse a torear sin muchas demoras, como el poder de Castella por abajo, como la templanza de las tandas. Casi todo sucedió por el pitón derecho, solo una vez se la puso por la izquierda para seguir con la misma tónica. Las manoletinas abrocharon su labor y mató de un pinchazo y una estocada caída. Y la gente pidió la oreja y el palco la concedió de manera alegre y confiada.

Las dos orejas se las concedieron en cuarto, otro toro bueno por su movilidad y nobleza. No hubo toreo lucido con el capote ni tampoco quite en una suerte de varas sin historia. La lidia magnífica de José Chacón le enseñó los caminos al de Victoriano del Río. De nuevo la mejor virtud de Castella fue la de que comenzó a torear pronto, sin probaturas, primero con la zurda y luego de forma eléctrica con la derecha. Dentro de su buena condición, el toro se rebrincó en la tanda siguiente con la izquierda. Ya más atemperada la embestida, unos derechazos muy ligados, de nuevo en forma rehilada, llevaron el calor a la plaza. En el tramo final llegó el toro a desarmar al torero. Todo acabó con un toreo en cercanías con el toro ya ciego. El espadazo fue suficiente y la gente dislocada pidió las dos orejas que el palco concedió de nuevo sin importarle ni Sevilla ni el Guadalquivir, porque no hubo toreo de capa ni faena rotunda. Puerta del Príncipe excesiva a todas luces, aunque justo es decir que Castella anduvo más que entonado en conjunto con un lote para torear de verdad, cosa que no hizo en ninguno de sus toros.

Esta generosidad con Castella no fue igual con Roca Rey, a quien el público midió de forma llamativa. Fue manso el tercero y llegó con embestidas sin finales a la muleta. El peruano toreó por abajo con dominio en dos tandas de redondo y el toro se le frenó con la izquierda. Todo ello con la plaza con la vara de medir en la mano.

El sexto duró poco y Roca Rey volvió a exponer su anatomía en el toreo fundamental y se dio un arrimón – que no gusta mucho en la Maestranza. – al final de la faena. A Roca se le vio como si ya pensara más en el fin de la temporada que en esta corrida en particular.

Talavante pasó sin dejar huella. El segundo fue muy soso, pero más insípida fue la labor del extremeño. El quinto, un toro basto de poca clase, no le gustó nada y lo macheteó sin consideración, antes de matarlo de mala manera.

Plaza de toros de Sevilla, 30 de septiembre de 2023. 2ª de San Miguel. No hay billetes. Cinco toros de Victoriano del Río, el primero como sobrero, y uno, el 5º, de Toros de Cortés, correctos de presencia y de juego variado. Nobles, bravos y encastados, el primeo bis y el cuarto. El resto, deslucidos.

Sebastián Castella, de fucsia y oro. Pinchazo y estocada desprendida (una oreja). En el cuarto, estocada desprendida (dos orejas).

Alejandro Talavante, de lila y oro. Estocada corta tendida (silencio). En el quinto, estocada atravesada (silencio).

Roca Rey, de caldero y oro. Estocada tendida (silencio). En el sexto, dos pinchazos y estocada baja (silencio).

Saludaron en banderillas José Chacón, Luis Blázquez, Miguel Murillo y Ricardo Izquierdo. Buena lidia de José Chacón. Castella le brindó el primero a su banderillero José Chacón. Castella salió a hombros por la Puerta del Príncipe.