21 de abril de 2001. Sábado. Corrida de toros. Abono
Seis toros de El Ventorrillo.
Pepe Luis Vázquez (grana y oro): silencio y pitos.
Fernando Cepeda (caña y oro): silencio y silencio.
Luis Vilches (palo de rosa y oro): alternativa: ovación y silencio.
Saludaron en banderillas y escucharon música Santiago Ruiz, en el cuarto, y Joaquín Jiménez, en el sexto. Tres cuartos de plaza. El banderillero Ignacio Parra fue cogido por el segundo y fue asistido de una cornada en el muslo derecho de 15 centímetros, de pronóstico menos grave. El primer toro saltó la barrera y la volvió a saltar para volver al ruedo. Vilches tomó la alternativa. Pepe Luis Vázquez y Fernando Cepeda mostraron discrepancias con el palco en los cambios de tercio del cuarto y el quinto.
Carlos Crivell
Las campanas de la Giralda saludaron con alegría el ramillete de verónicas de Fernando Cepeda. El giraldillo, que tiene una buena localidad para ver los toros, y que tiene la ayuda de los vencejos, avisó de la circunstancia y Sevilla supo que sobre el albero maestrante se estaba haciendo el toreo grande.
Fernando Cepeda es uno de los pocos virtuosos que conserva el secreto del toreo a la verónica. Malos tiempos corren para el toreo puro de capa, es como si ahora sólo existieran chicuelinas, gaoneras, tafalleras, faroles, caleserinas o zapopinas, que son un deleite en tiempos de monotonía, pero que no tienen nada que ver con la verónica clásica, el toreo de verdad que exige exposición en sus intérpretes.
Estaba la Giralda viendo la corrida de los tres sevillanos cuando saltó el tercero al ruedo. Ganando terreno, jugando los brazos, templando arrancadas, la plaza sintió una emoción distinta. Las campanas de la torre saludaron con gozo el toreo viejo, que parecía nuevo de tan poco como se prodiga.
Decían que lo de El Ventorrillo es puro Juan Pedro. Es puro desecho de Juan Pedro. Es una plaga la apetencia por ese encaste, pero aquí en Sevilla lidian los ganaderos a los nueve años de comprar un lote de vacas. Es un disparate. La corrida fue simplemente fachada. El de la alternativa que abrió plaza fue el más toreable, pero obsequió a los turistas con dos saltos de barrera impecables.
El encierro, muy descastado y mansón, no fue del agrado de Pepe Luis Vázquez y Cepeda. El toro puede tener poca raza, pero si un torero no pisa el terreno de la verdad y no aguanta hasta el final, no hay toro con posibilidades. Pepe Luis le dio la alternativa a Vilches y no hizo nada más. Vilches fue un dechado de entrega con buenos apuntes en el toro del doctorado. Los pases de pecho del utrerano fueron largos y hondos. A este torero hay que esperarlo, porque tiene solidez de formas y es valiente.
La música mostró su punto flojo. No se recuerda en la Maestranza dos pasodobles para sendos banderilleros en la misma jornada. Aunque Santiago Ruiz y Joaquín Jiménez rayaron a buena altura, algunos se preguntan qué pasará cuando lleguen los rehileteros de máximo prestigio. Pepín Tristán está demasiado fácil.
Cepeda salvó la tarde con el dulce sabor del mejor toreo de capa posible. Las campanas de la Giralda avisaron a Sevilla por tan buena noticia. Algo es algo.