En la tercera de la Feria de Abril, un toro fue muy bueno en la muleta, aunque no no pasó el mínimo exigido en el caballo. Fue el tercero de Fuente Ymbro, toro para encumbrarse y no aprovechado por un rutinario López Simón. Bien David Mora toda la tarde e infortunado Curro Díaz.

Plaza de Sevilla. 3ª de Feria. Dos tercios de plaza. Seis toros de Fuente Ymbro, desiguales de presencia, y de juego escaso, salvo el encastado tercero en el último tercio. A la defensiva el primero; noble y soso el segundo; el cuarto, muy informal. El quinto, noble y de poco recorrido y complicado el sexto. Saludó en banderillas Montoliú.

Curro Díaz, azul marino y oro, estocada baja (silencio). El en cuarto, dos pinchazos y tres descabellos (silencio).

David Mora, verde mar y oro, estocada que asoma y dos descabellos (saludos). En el quinto, tres pinchazos y trasera baja (silencio).

López Simón, blanco y plata, pinchazo y estocada contraria (saludos tras aviso). En el sexto, pinchazo y atravesada (palmas).

Carlos Crivell.- Sevilla 

Si lo de Cuadri fue una decepción matizada, lo de Fuente Ymbro se quedó muy cerca. Ni la corrida fue pareja de presentación, ni fue brava y sólo un toro embistió en el último tercio de verdad. Para colmo, ese toro tercero, ovacionado en el arrastre, pasó por el tercio de varas de forma simbólica. Es decir, el mejor toro de la corrida no se lució en el tercio de varas. No se puede considerar completo. Fue medio toro. Al toro completo hay que exigirle bravura en el caballo. ¿O es que ya el tercio de varas no sirve para nada?

En algunos sectores se discute si son necesarios seis picadores por tarde, sobre todo si se tiene en cuenta que cada día el toro tiene menos pujanza en el caballo. Los profesionales se indignan ante esas insinuaciones, pero la realidad es más que evidente. El tercio de varas lo están ninguneando los propios profesionales. Raro es el toro que se coloca ante el caballo para poder lucir su bravura. Por contra, se le mete debajo del peto para luego intentar sacarlo de manera precipitada. Y no hablemos de los picadores. En esta tarde de los esperados toros de Gallardo no ha habido ningún varilarguero que se haya agarrado en el sitio, más bien han dado un concierto de fallos y puyazos bajos y rectificados. En lugar de prestigiar este tercio, los propios profesionales se están encargando de minimizar su esencia. Que no se enfaden cuando alguien pida un ERE de picadores.

Decíamos que salió un gran toro para la muleta, el tercero, repetidor y humillador. De cara algo lavada, de su paso triste por el caballo ya queda dicho todo. El toro no debe ser bueno sólo en la muleta, aunque en este caso fuera de cortijo.

El resto, poca cosa. Algunos toros estaban más rematados, como el primero; el segundo se tapaba por los pitones. Otros, francamente bastos, como el quinto.
A la vista del juego de la corrida se explican algunas cosas. Nos quejamos los aficionados sobre por qué las figuras no exigen a Fuente Ymbro. La respuesta está en la corrida de ayer. El primero, a la defensiva. El segundo, noblón, soso y reservón. Excelente en la muleta el tercero. Muy informal el cuarto. Soso y displicente, el quinto. El sexto, con peligro claro y manifiesto. Ya sabemos los motivos por los que no hay tortas para ponerse delante de la de Fuente Ymbro en Sevilla. Un toro no basta. Y medio toro menos.

El buen toro tercero cayó en manos de López Simón, torero joven que era el que más se jugaba en este festejo. Es fiel a sus formas. Es torero de movimientos solemnes, a veces rayando en la afectación, al que le gusta, como buen espada moderno, tocar muchos palos. Es torero de tafalleras, le gusta instrumentar circulares y le pirra ponerse de rodillas. Al margen de estos detalles, López Simón se encontró a gusto con el llamado Histérico. El toro barrió con el hocico el albero maestrante. López Simón toreó con temple, buen gusto y un punto de electricidad. Los derechazos surgieron con más calidad. Los naturales fueron de ritmo acelerado. Al final, más rodillazos y manoletinas con susto. El toro era de triunfo, pero entre la propia faena y un pinchazo se quedó todo en saludos. Al torero no le gustó la ovación al toro, al menos así pareció desde el tendido.

Con el sexto sufrió dos volteretas cantadas. El animal lo había proclamadosu peligro durante la lidia, primero por el pitón derecho. El joven torero se la puso por la izquierda y por ahí también le buscó el toro. Ahora dejó la huella de su disposición entre la angustia del tendido que lo veía a merced del burel.

Buena tarde la de David Mora. Tuvo actitud de triunfo. Le faltó que el segundo aguantara más tiempo. Las tandas de naturales tuvieron más enjundia que los derechazos. Lo estropeó todo en una estocada que hizo guardia. El quinto no le dio muchas opciones. Fue un dechado de sosería. Para David Mora la tarde no tuvo la recompensa debida a su entrega.

Infumable el primero. Demasiado para un torero de estilo fino y torero como Curro Díaz. No valió la firmeza del diestro para lograr tandas lucidas o templadas.
El cuarto tampoco le permitió más que abrir la faena de manera primorosa a media altura. Puro almíbar. Buen sabor efímero. Cuando se centró para torear el de Fuente Ymbro dijo que no quería ayudar.

Espero que los criadores de reses bravas aspiren a lidiar siempre mejores toros. Si la corrida de ayer se justifica por el magnífico juego en la muleta de un toro del que no se pudo apreciar su juego en el caballo, los protagonistas de la fiesta están poniendo las bases para una penosa decadencia. Esa misma decadencia que ya nos atenaza y que nos hace ser felices porque un ganadero suelta uno buenísimo en la muleta.

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