Carlos Crivell.– Todo tuvo un significado especial en esta tarde. Todo estaba preparado para una gran fiesta en la plaza sevillana. El Juli es un torero con una relación muy estrecha con Sevilla, ya para bien, ya para asuntos menos buenos. Ha salido siete veces por la Puerta del Príncipe, un número que no se logra de manera fácil. Pero tiene algunas deudas con Sevilla. Se ha quedado sin matar la corrida de Miura en la que se anunció el 2013, pero que una cornada le impidió estar presente. Y fue participe de un boicot a la plaza durante dos temporadas. Es cierto que en tardes posteriores ya se recompuso esa relación, como en la del indulto de Orgullito en 2018 o en la Puerta del Príncipe de 2022. Son 53 corridas de toros y 45 orejas. Son números que no mienten. El toreo no tiene memoria y es bueno que así sea, aunque el dato histórico de cada diestro deba estar siempre presente.

Se presumía una tarde de cierto triunfalismo, más que nada porque venía el torero de encontrar al un público muy cariñoso en Madrid. Sevilla estuvo igual de cariñosa, pero no cometió ningún exceso. Sólo el mal juego del toro que abrió plaza le puso un poco de sordina a la fiesta. Toro manso sin clase con el que El Juli no pudo lucirse ni matarlo bien. Se lo había brindado a la afición mexicana. La tarde se había embalado con la actuación de Daniel Luque en el tercero. Sus compañeros le habían brindado sus primeros toros y la salida del cuarto, toro negro de nombre Saleroso, de Domingo Hernández, se esperó para elevar la tarde a sus más altas cotas.

Como un novillero que da sus primeros pasos, El Juli se fue a portagayola para torear con el capote a la verónica limpia meciendo el percal. La banda de Tejera le puso los sones a este explosivo comienzo. Se fue al centro para brindar a toda la plaza y a todo el mundo. Desde el primer muletazo se escuchó en la plaza Suspiros de España en otro detalle de máxima sensibilidad de la banda. La faena fue muy meritoria porque el animal echó el freno y no quiso repetir sus arrancadas. Con toques justos y precisos fue logrando muletazos sacados de forma inverosímil con la derecha. Más esfuerzo necesitó para torear al natural. Los pases de pecho barriendo el lomo del toro fueron un monumento. Otra tanda final con la figura erguida y las muñecas rotas fueron el punto final. Lo mató con eficacia, ya sabemos que ha sido un mal matador de toros, y paseó una oreja con una plaza entregada de forma clamorosa.

Fue señorial la actitud de Sevilla. La faena había simplemente buena sin ecos de rotundidad. Pidió la oreja que fue concedida y de forma sabia no insistió en pedir una segunda, que no hubiera contabilizado para la salida a hombros por la Puerta del Príncipe, de forma que todo quedó en un equilibrio perfecto.

Cuando acabó la corrida, algunos quisieron alzarlo en hombros, honor que declinó El Juli para atravesar el ruedo por su pie en medio de otra ovación que rompió todos los moldes. Despedida señorial por parte del torero y por parte de la plaza sevillana.

En cuestiones de toreo, el momento cumbre llegó en el tercero de la tarde, toro noble, al que Daniel Luque cuajó una gran faena. La tarjeta de presentación de unos muletazos por bajo fue el preludio de la gran obra, que siguió con derechazos sentidos y ligados, rematados con pases de pecho sin mover una pestaña. Mejor todavía fue una tanda de naturales en una loseta que remató con otro de pecho cumbre. Todo ello para acabar con la luquesinas. Se perfiló y dejó la estocada de muchas ferias, de la que el toro salió rodado sin puntilla.

El momento de Daniel Luque quedó más que patente. Y me dicen que incluso en sus declaraciones estuvo hecho un torero. Todo apuntaba a una Puerta del Príncipe, pero la falta de raza del sexto lo impidió, porque, aunque Luque estuvo entregado, no pudo hacer una faena rotunda. En algunos momentos subió el tono de su labor, lo mató pronto y la plaza pidió…la Puerta del Príncipe. Me cuentan que dijo el torero que “hoy era el día de Julián”.

Sebastián Castella lanceó de rodillas al segundo. En su turno, Luque bordó la verónica y Castella se estrelló al querer responder por el mismo palo. Comenzó la faena con toques bruscos para pasarlo por la espalda. Luego, toreó con su estilo actual de pases recortados y en circular, hasta que el animal echó la persiana cansado de tanta metralla y se negó a seguir embistiendo. El quinto no tenía ninguna gracia. Se había ido a portagayola en respuesta al El Juli. No pudo ser. Embestía como sonámbulo en una alarmante falta de casta.

La gente salió contenta. Sevilla había despedido a lo grande a El Juli. Muchos esperaban otra cosa, una tarde de más orejas y una Puerta del Príncipe para el madrileño. Todo fue justo y medido, incluso ese detalle de que Luque no la abriera, porque como bien dijo el de Gerena, era la tarde del maestro.

Plaza de toros de Sevilla, 1 de octubre de 2023. 3ª de San Miguel. No hay billetes. Tres toros de Garcigrande 1,2 y 3º, y tres de Domingo Hernández, desiguales de presencia, justos de raza, mansos en general y con mayor nobleza el 3º y 4º.

El Juli, de corinto y oro. Pinchazo, media tendida y seis descabellos (silencio). En el cuarto, estocada trasera y caída (una oreja).

Sebastián Castella, de azul marino y oro. Estocada (saludos). En el quinto, estocada trasera y baja (silencio).

Daniel Luque, de verde hoja y oro. Gran estocada (dos orejas). En el sexto, estocada tendida (saludos).

Saludaron en banderillas Rafael Viotti e Iván García. Por la brega, saludó José Chacón. Buenos puyazos de José Antonio Barroso al cuarto.