Foto: Arjona – Toromedia

Carlos Crivell.- Si en una corrida de toros saltan a ruedo tres toros con movilidad y nobleza, alguno de ellos encastado, y con un toro cuarto bravo, noble y repetidor, el ganadero que los presenta se puede dar por satisfecho. Los propietarios de La Palmosilla presentaron un lote de toros bien hechos, salvo el culipollo que abrió plaza, un toro que desentonó del conjunto. Tres toros para el triunfo suponen algo más que el aprobado. Más si alguno como el tercero tenía nobleza aunque sin fuerzas. Ese toro se mantuvo en el ruedo y debió volver a los corrales. Se derrumbó en los primeros tercios, se le midió en banderillas, cuando no se les obliga, y no aguantó la faena de muleta. Bajaron la nota el descastado primero y el manso sexto.

Es decir, que hubo toros y solo una oreja. Se la llevó Luis Bolívar de un toro que le puso en bandeja el doble trofeo. A su cantada bravura en los dos puyazos, el llamado Destilado puso sobre el albero movilidad con alegre prontitud y nobleza. Bolívar le dio siete tandas, cinco con la derecha y dos con la izquierda. El de La Palmosilla embistió tan bien por un lado como por el otro. El torero colombiano estuvo sobrio, templado, tal vez poco arrebatado para la calidad del animal que tenía delante, pero su labor ganó consistencia en el toreo al natural, más reunido y macizo. La música puso su granito de arena hasta el final de la faena, porque ya aquí no cesa la banda de sonar cuando la faena baja de intensidad. La estocada cayó baja. La oreja de un toro que regaló las dos, fue un premio de mediano valor. Cierto es que el torero tiene gusto, que hubo reposo, todo es verdad, pero qué toro más bueno fue Destilado.

Todo había comenzado con lluvia en la lidia del primero, toro sin trapío, muy feo, blando y carente de clase. Afanoso en todo momento, Bolívar solventó con desahogo la papeleta.

Joselito Adame sorteó dos buenos toros, tal vez mejor en conjunto el segundo de la tarde, ambos encastados. Adame  anduvo bullidor con el capote en los lances de saludo y en algunos quites, tal como unas caleserinas al cuarto. La extensa faena al segundo fue mecánica y carente de alma. Los muletazos – más de ochenta – surgían como latigazos con un golpe final de muñeca violento. No se puede dar más pases y torear menos. Aburrió al toro, al público y creo que se aburrió el torero. Sonó un aviso antes de perfilarse en la suerte suprema. La ovación en el arrastre al de La Palmosilla lo dijo todo.

El quinto fue menos toro. Tenía casta, embistió por el derecho y no quiso hacerlo por el izquierdo. De nuevo fue un torero con prisas, mecánico, desplazando al toro afuera con un toque violento, en fin, que Adame no tuvo su mejor tarde en Sevilla.

A Rafael Serna le tocó lo más ingrato de la tarde. El tercero era noble, embestía con clase, pero no podía con su esqueleto. El palco lo mantuvo. De nada sirve poder darle algunos muletazos bonitos a un animal tambaleante. Se lo había brindado a los médicos, que en San Miguel lo curaron de una cornada en la axila. Y cuando el torero sevillano tenía todas sus ilusiones puestas en el sexto, todos los hados se volvieron en su contra. El cielo rompió a llorar con furia, porque a Rafael lo persigue la lluvia en Sevilla; la gente se tapó como pudo o salió huyendo, lo mismo que el toro, que buscó con ahínco la puerta de salida añorante de sus campos tarifeños. Manso y complicado, este cinqueño le puso un punto de sordina a la buena presentación de su dueño en Sevilla. Ese toro fue  papeleta ardua para un joven todavía inexperto. 

Plaza de toros de Sevilla, 12 de abril de 2108. Menos de media plaza. Tarde con lluvia en 1º y 6º toros. Seis toros de La Palmosilla, bien presentados excepto el 1º, de juego variado. Bravo en varas el 4º, que fue bueno en la muleta. Encastados, 2º y 5º; sin celo, 1º; flojo y noble el 3º; manso, el 6º. Saludaron en banderilleas Tomás López y Fernando Sánchez.
Luis Bolívar, de sangre de toro y oro. Pinchazo y estocada delantera (silencio). En el cuarto, estocada caída (una oreja).
Joselito Adame, de caldera y oro. Pinchazo, estocada delantera y baja y tres descabellos (silencio tras dos avisos). En el quinto, pinchazo y estocada trasera y tendida (silencio).
Rafael Serna, de azul pavo y oro. Estocada (saludos). En el sexto, pinchazo, estocada tendida y descabello (silencio).

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