Carlos Crivell.- Fue una corrida ya vista en Sevilla. El día era de buen ambiente, tres figuras, mucha gente en la plaza, solo el juego de los toros podía poner un punto de preocupación sobre los resultados finales. Y pasó algo muy frecuente en estos casos. Todo transcurrió bajo el signo de la desilusión. Se confabularon todos para conseguir que la corrida fuera una de las más desastrosas de los últimos tiempos. La autoridad claudicó al aprobar una corrida de pésima presentación. Salieron toros grandes y destartalados y salieron sin el remate adecuado para la plaza. El presidente concedió una oreja de saldo. No fue capaz de ponerse en su sitio ante una petición no mayoritaria, y más bien vociferante, por parte de quienes si no hay orejas piensan que no han asistido al festejo.

La corrida de Olga Jiménez y los Hermanos García Jiménez fue un prodigio de falta de casta. Los toros tercero y sexto fueron devueltos. Sería por inválidos, aunque la realidad es que eran dos novillos impropios de la Maestranza. El segundo sobrero, que salió ya pasadas las nueve de la noche, de Torrestrella fue otra raspa indigna de la plaza. Todos estos animales no fueron lidiados como se supone que debe ocurrir con un toro bravo. El tercio de varas fue una verdadera tomadura de pelo, consentida por el palco, de forma que hubo toros que en las dos entradas ni les hizo sangre. La lidia no existió. En pocas ocasiones se  puso a las reses en suerte. Todo fue lo contrario a lo que necesita esta desprestigiada Fiesta.

En medio de la desesperación se concedió una oreja a Talavante en el quinto, un manso cuya única virtud, como signo de una alarmante falta de casta, fue que se dejó torear de forma despegada y airosa por el torero. Sin apreturas, sin dominio, la faena fue una puesta en escena estética aprovechando los viajes hacia adentro del toro. La estocada fue un cúmulo de imperfecciones: tendida y trasera. La oreja fue para muchos la justificación del precio que habían pagado por acudir a la Maestranza. Se pidió de forma minoritaria y se concedió de manera absurda. Qué bajo ha caído esta señera plaza.

El segundo, primero del lote del extremeño, fue un toro alto y de comportamiento vulgar. Tuvo mérito la labor del espada al lograr algunas tandas templadas por ambos pitones. Faltó profundidad.

La cara de Miguel Ángel Perera era un poema al finalizar la lidia del cuarto. Era su única actuación en la Feria – sus compañeros volverán en los próximos días – , y allí gastó su pólvora ante dos reses sin calidad, siempre con la cara alta, medio recorrido, dos regalos para estrellarse. El cuarto, un castaño astifino, cogió a Curro Javier en su tercer par de banderillas. Después de colocar un primero soberbio, arriesgó para buscar el saludo y el pitón le rebañó la banda de la taleguilla, para después arrollarlo sobre el albero. La música sonó, pero el drama revoloteó por la plaza. Con este cuarto, Miguel Ángel Perera estuvo afanoso aunque sabía que la partida la tenía perdida. En la mitad de su labor llegó un desarme que acabó con toda posibilidad de lucimiento.

Que a un torero tan valiente y poderoso como Roca Rey le suelten en Sevilla dos toros como los que le tocaron en suerte es para llorar. Los dos fueron devueltos. El tercero, muy acapachado, no tenía el mínimo trapío para la plaza. El sexto, muy mal presentado. Alguien debería contar cómo se hicieron los lotes. Pero los sobreros no solucionaron nada. El primero fue muy feo de hechuras. El peruano estuvo muy por encima antes de que el animal cantara la gallina de su mansedumbre. El sobrero de Torrestrella, de incalificable presencia, fue un animal sin casta ni nada de toro bravo. Para colmo dio una costalada en el capote que seguro le hizo daño. Este torero, o quienes lo llevan, no puede seguir por la senda de la comodidad en las plazas serias. Lo de Domecq y compañía está bien para las plazas de provincias. En las plazas de responsabilidad hay que lidiar toros serios y de casta, al menos de antemano.

Plaza de toros de Sevilla, 13 de abril de 2018. 5ª de abono. Lleno sin llegar al no hay billetes. Cuatro toros de Olga Jiménez -1º, 2º, 3º  bis y 4º -, uno de Hermanos García Jiménez – 5º -, y uno de Torrestrella, 6º bis, mal presentados, descastados y sin clase. Manso el 3º bis y el 5º; este último se dejó en sus huidas a las tablas. Saludaron en banderillas Javier Ambel, Guillermo Barbero, Curro Javier, Juan José Domínguez y Paco Algaba.

Miguel Ángel Perera, de verde botella y oro. Dos pinchazos y estocada caída y trasera (silencio). En el cuarto, pinchazo y estocada trasera (silencio).

Alejandro Talavante, de blanco y oro. Dos pinchazos y media atravesada (silencio tras aviso). En el quinto, estocada tendida y trasera (una oreja).

Roca Rey, de lila y oro. Media estocada tendida y tres descabellos (saludos tras aviso). En el sexto, pinchazo hondo (silencio).

Parte facultativo de Curro Javier: Varetazo con contusión en región lumbar paravertebral izquierda. Se coloca vendaje de contención lumbar y analgesia. Pendiente de estudio radiológico. Pronóstico: Leve. Firmado: Dr. Mulet.

Parte facultativo de Francisco Gómez Algaba:

Varetazo en región posterior del brazo izquierdo, que produce impotencia funcional. Sospecha de contusión muscular por lo que es trasladado para realización de estudios complementarios. Pronóstico: Reservado. Firmado: Dr. Mulet.

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