Carlos Crivell.- El peruano Roca Rey ha conseguido el deseo que tanto tiempo ha perseguido: la Puerta del Príncipe. Lo ha logrado con una tarde desigual – ha estado mejor en Sevilla en otras ocasiones -, en la que ha tenido a su favor a un público de aluvión que ha llenado la plaza al reclamo de su nombre. También la banda de música, tan imprevisible de un tiempo a esta parte, ha puesto su grano de arena en el tercero, porque el pasodoble se mandó tocar sin motivo justificado. Siempre se discutirá si las orejas cortadas son justas o no, mucho más cuando tienen como consecuencia la salida a hombros por la del Príncipe. Digamos que el público es soberano, pero este público ha perdido su capacidad para juzgar con buen criterio lo que ocurre en una plaza de toros. A la de Sevilla no la conoce ya ni la madre que la parió. En corto y por derecho, la oreja del tercero fue excesiva; lo mismo que las dos del sexto, porque un aserto no escrito siempre admitió que, para cortar dos orejas a un toro en la Maestranza, la lidia debería ser completa: capote, muleta y espada. Roca Rey no toreó con el capote al sexto.

La corrida no se picó siguiendo una costumbre ya establecida. Es decir, que los toros no se pudieron picar por su falta de casta, lo que derivó en suertes de varas en las que se cuidó al máximo el castigo. A los toros no se les puso bien en suerte; los varilargueros, en evidente obediencia a los jefes, levantaron la vara en los segundos puyazos de forma inmediata. Esta situación se ha implantado en Sevilla, igual que en otras plazas, y ya será complicado resucitar la suerte de varas en las tardes en las que actúen las llamadas figuras del toreo. Y qué contar de la presentación de los toros. Los tres primeros se colaron en el festejo y nunca debieron pasar el fielato del reconocimiento, casi lo mismo que el sexto.

Roca Rey no utilizó el capote con lucimiento en toda la tarde. Se limitó a bregar sin brillo. La faena al tercero fue muy irregular. El de Cuvillo, muy justo de trapío, se movió con poca clase. Roca Rey le bajó la mano en dos tandas con la derecha. Con la izquierda los pases surgieron sin ligazón, a pesar de lo cual la banda comenzó a tocar. Más adelante hubo un desarme, y la banda cesó la interpretación. Se mantuvo entre los pitones, valiente, con el consabido arrimón final. Faena entonada, rematada de estocada rinconera y oreja al canto. Si el palco la niega le hubieran abroncado, pero hubiera defendido la categoría de la plaza.

El sexto, lavado de cara, fue bueno por nobleza y movilidad. Dicho queda que no hubo toreo de capote. Tras los dos grandes pares de Antonio Chacón, Roca Rey se hincó de rodillas para torearlo por la derecha al natural y por la espalda con el clamor popular. Lo sacó al centro para ligar tandas de mano baja con la derecha, tirar del toro de forma templada con la izquierda, en una faena vistosa y entregada. La estocada fue ahora contundente y cobrada con decisión encomiable. El clamor en la plaza fue unánime. Se pidieron las dos orejas, que el palco concedió. La gente las pidió; queda esa duda sobre la falta de toreo de capa, pero en este caso el palco no podía ir contra la voluntad mayoritaria de la plaza. Si no le concede las dos orejas, no lo dejan salir de la plaza. En conclusión, buena tarde del peruano y una Puerta del Príncipe excesiva por los motivos apuntados: faenas incompletas en los dos toros. Y supongo que contento el presidente, que el año pasado lo dejó sin la Puerta y este año se la ha podido abrir por mandato del público verbenero.

Manzanares tuvo un lote de triunfo grande. Muy perjudicado por el viento, no estuvo bien en ninguno de los dos. En el segundo porque todas las tandas fueron de dos o tres pases y el remate, en los que, para colmo, se pasó al toro muy lejos de su anatomía. Ante el buen quinto, el alicantino armó una labor de tandas muy cortas en las que sobresalieron pases sueltos y uno de pecho enorme. Como prueba de que algo pasa, la espata, tan fiable en este torero, se le atascó en los dos con pinchazos, metisacas y una legión de descabellos.

Urdiales topó con uno de poco fondo en primer lugar. El viento se lo puso difícil. Urdiales no se acopló, aunque el de Cuvillo no era bueno. Con el cuarto hubo lances de calidad y algunos derechazos cumbres, dentro de un contexto poco uniforme. Sin toros claros, no ha sido la mejor tarde del riojano.

Plaza de toros de Sevilla, 21 de abril de 2023. Quinta de abono. No hay billetes. Seis toros de Núñez del Cuvillo, los tres primeros, mal presentados por falta de remate, nobles, descastados y de juego diverso. Mejores el quinto y el sexto.

Diego Urdiales, de vainilla y azabache. Estocada baja (silencio). En el cuarto, pinchazo y estocada caída (silencio).

José María Manzanares, de rioja y oro. Dos pinchazos, estocada trasera ay tendida y descabello (silencio). En el quinto, metisaca, media estocada y ocho descabellos (silencio tras aviso).

Roca Rey, de azul marino y oro. Estocada desprendida (una oreja), En el sexto, estocada fulminante (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta del Príncipe.

Saludaron en banderilla Viruta y Antonio Chacón, que escuchó música. Buenos puyazos de Juan de Dios Quinta al sexto.

A %d blogueros les gusta esto: