Ventura_Romero_arj3003 (1)Carlos Crivell.- En el primer festejo de rejones, Diego Ventura abrió por décima vez la Puerta del Príncipe de la Maestranza, aunque su labor no alcanzó la brillantez de otras ocasiones. El caballo Sueño fue la sensación. Romero, vibrante, cortó dos orejas, la segunda regalada. Buen nivel de Rui Fernandes en una labor seria y elegante.

Plaza de toros de la Maestranza. Domingo, 19 de abril de 2015. Quinta de feria. Tres cuartos largos de entrada. Toros de Fermín Bohórquez, reglamentariamente despuntados, rematados y fuertes; noblón el muy sangrado 1º; paradote y con dos ritmos el 2º; muy bueno por pronto y obediente el rítmico 3º; el hondo 4º echaba con brío la cara arriba; bueno pero a menos el 5º; más complicado el 6º.

Rui Fernandes, pinchazo y rejón bajo (saludos). En el cuarto, rejonazo contrario (oreja).

Diego Ventura, rejonazo en lo alto (oreja y petición). En el quinto, rejón arriba (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta del Príncipe.

Andrés Romero, rejón trasero y atravesado y dos descabellos (palmas). En el sexto, rejón trasero (dos orejas).

La plaza ha tomado la cuesta abajo en cuestiones de trofeos y no se vislumbra cómo puede finalizar este desmadre de orejas regaladas. No se puede asegurar que la Maestranza sea vergonzosa, más bien es que ha llegado un público de aluvión y una autoridad generosa para que el coso se convierta en una plaza cualquiera. La historia de la Maestranza recoge muchas tardes en las que se regalaron los trofeos, no es nada nuevo, pero lo de ahora es motivo de preocupación para quienes pretenden mantener intacto su prestigio.

Por segundo día consecutivo se han cortado orejas que no hacían justicia a los méritos de los lidiadores. Se puede admitir que la primera oreja es del público, algo cada vez más peregrino con los conocimientos que atesoran quienes se sientan en los tendidos, pero al menos quedaba la reserva del segundo apéndice por parte del palco.

Es una pena que en una corrida de rejones con argumentos sobrados para hablar de los caballeros, haya que dedicar unas líneas a la facilidad con la que se conceden las orejas este año en Sevilla.

La gran noticia de la corrida de rejones fue la salida por la Puerta del Príncipe de Diego Ventura, que así llega a la décima de su trayectoria. Es una lástima que la segunda oreja del quinto sea más que discutible. El formidable rejoneador sabe de sobras que la de ayer no ha sido su mejor tarde en la Maestranza. Sin embargo, bueno es reconocer que Diego fue ayer un maestro a caballo. El escaso celo de los toros de Bohórquez limitó mucho su labor. La manera de encelar, sacar a los toros al centro, templar a dos pistas, quebrar en una loseta y clavar en los alto, todo fue un compendio del mejor rejoneo.

Hubo otra noticia grande para el toreo a caballo. Debutó en Sevilla el llamado Sueño, un equino nervioso, valiente, a veces eléctrico, pero que hizo algo inverosímil como clavar tras andar hacia atrás, esperar y quebrar en unos metros. La plaza vibró en el quinto con la llegada de Sueño, destinado a cubrir un tiempo en el toreo. Esa faena tuvo algunas lagunas, como un topetazo frontal y algunos toques a las cabalgaduras. Es por ello que el premio de las dos orejas se antoja excesivo. Ventura había estado a buen nivel en el primero de su lote, también con algunas imprecisiones, pero con la buena noticia de que Nazarí sigue en perfecto estado de forma.

Andrés Romero se llevó dos orejas del sexto en otro regalo. Estuvo bien el caballero de Escacena en una faena vibrante y emotiva que alcanzó su mayor gloria sobre Guajiro. En el rejoneo de nuestros días se cortan orejas si se mata pronto, que no bien, de forma que Romero se encontró con dos orejas en el día de los regalos, algo muy elegante según parece.

En el toro anterior, Andrés Romero estuvo nervioso. Algunos toques a los caballos y varias pasadas en falso lo dejaron en evidencia. Tampoco acertó en la hora final.

El portugués Rui Fernandes estuvo decoroso con el primero de la tarde. Como toda la corrida de Bohórquez, el que abrió plaza se frenó más de la cuenta y no persiguió a las cabalgaduras. La forma de matar al toro fue sencillamente espantosa. En el cuarto recuperó parte de su crédito. Fue de los toros más potables del encierro. Exhibió todo el arsenal del rejoneo moderno con las dos pistas y las piruetas y lo mató a la primera, que es vital para que el personal pida los trofeos. La realidad es que Rui estuvo elegante y señorial en una de sus mejores faenas en Sevilla.

Así fue el festejo de rejones. Seis orejas de las que sobraron dos, las segundas de Ventura y Romero. La veda parece abierta. Es como si se quisiera ocultar la realidad con orejas a destajo. No es culpa de la Maestranza. Es que el toreo está así en estos tiempos.

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