El Juli salió por la Puerta del Príncipe un año y 13 días después de su salida anterior. El torero madrileño demostró su momento dulce en una tarde pletórica de toreo. Ponce y Cayetano, desdibujados.

Plaza de toros de la Maestranza. Viernes, 29 de abril de 2011. Sexta de feria. Casi lleno. Toros de Garcigrande, de correcta presentación, buenas hechuras y diferentes remates, el castaño y noble 5º más chivato; encastado el manso 2º; bueno el redondo 3º; noblón y paradote el redondo 4º; manso y sin humillar el bajo 1º; el hondo 6º también derrochó bondad, anque soltó más la cara. Saludó en banderillas El Niño de Leganés. El Juli salió por la Puerta del Príncipe.

Enrique Ponce, de celeste y oro. Pinchazo, metisaca en los bajos y bajonazo. Aviso (silencio). En el cuarto, pinchazo, media estocada y descabello (silencio).

El Juli, de grana y oro. Estocada trasera y desprendida (dos orejas). En el quinto, estocada trasera y ladeada (oreja). Salió a hombros por la Puerta del Príncipe.

Cayetano, de gris perla y oro. Estocada baja (silencio). En el sexto, dos pinchazos y estocada tendida (silencio).

Carlos Crivell.- Sevilla

El Juli fue el protagonista absoluto de una corrida con muchos argumentos, intensa de principio a fin, llena de contenidos positivos y negativos. El Juli puede con todo. Su salida por la Puerta del Príncipe es incuestionable. Desde que se abrió de capa a la estocada del quinto, salvando el pinchazo a ese astado, todo fue un recital de inteligencia, capacidad y buen gusto torero.

La corrida tuvo argumentos. Garcigrande lidió una corrida con movilidad, algunos mansos muy encastados; otros, bravos; todos, muy emotivos por su comportamiento. La primera lección de este festejo es que una corrida con 520 kilos vale para Sevilla si tiene movilidad. Fue justa de presencia, algunos no dieron el mínimo exigible, como el primero o el segundo, pero esa ligereza de carnes les permitió moverse.

La segunda lección tiene que ver con la lidia. Cuando se lidió a favor del toro, los de Garcigrande lo agradecieron. Y cuando fue al revés, el toro se vino abajo. El Juli cuidó a sus reses en el caballo y en banderillas. Ambos animales llegaron con alegría al tercio final.

El segundo de Ponce fue maltratado en varas, lo que acusó en la muleta. Otro cantar es cómo interpretó cada diestro su tauromaquia. El Juli provocó a sus reses. Ponce y Cayetano se quedaron a la espera, detrás de la mata, para aprovechar alguna embestida.

Ponce no estuvo ni bien ni mal. En otro tiempo, el valenciano cuaja al que abrió plaza, toro noble y mansito con algo de sosería. Si se esconde la muleta y no se la deja colocada, la ligazón es imposible. El unipase no se admite. Para estar en el circuito de las ferias hay que exponer algo más. El cuarto se apagó pronto después de recibir una paliza de pases a media altura metiendo pico.

Cayetano ha tenido la oportunidad de triunfar a lo grande en Sevilla y se le escapó ayer. No es nuevo subrayar su empaque y prestancia torera, sólo que para mantener su presencia en carteles de lujo es necesario dar un paso adelante. Y ayer no lo dio, porque en uno se pasó el toro muy lejos, mientras que en el sexto apareció como desanimado, o más bien aturdido por las secuelas del terremoto de lo sucedido en el quinto con El Juli. Le falló el sitio y el temple.

El triunfo de Garcigrande en Sevilla, que así debe considerarse que varios toros se aplaudan en arrastre, tiene otras lecturas, más cuando hemos sufrido un comienza de Feria con algunas corridas de corte torista que han fracasado. Garcigrande es de esos hierros vituperados por muchos aficionados por su origen «juampedro». Sería bueno desterrar la idea de que el llamado toro comercial, otro calificativo con poca base, es perjudicial para la Fiesta.

Cuando el toro sale encastado, mejor no mirarle el hierro. El primero de El Juli, manso con casta, a su aire, necesitaba un torero muy poderoso para fijarlo. El Juli lo hizo de forma magistral. El Juli es una gran figura. Probablemente pocos toreros del escalafón hubieran logrado atar a su muleta al toro «Manzanilla», que iba y venía alegre, sin fijeza, hasta que encontró la muleta dominadora de un torero en estado de gracia.

Es bueno que Garcigrande haya soltado una corrida tan buena en Sevilla. Lidió en la Feria en el año 2002 una encierro de penoso recuerdo, cartel con José Tomás en la plaza, fecha en que la corrida fue muy chica, y también descastada, lo que provocó un escándalo en la plaza, que obligó a la presidencia a rechazar a un toro sólo por su escaso trapío. Han pasado nueve años y muchas cosas han cambiado en esta ganadería. Este triunfo de Sevilla aclara muchas cosas. Eso de toros comerciales se acaba cuando exhiben casta. También cuando son bravos, como le pasó al cuarto, un toro bravo en el caballo que se apagó en la aburrida muleta de Ponce. Se ha demostrado que la Fiesta necesita movilidad, aunque también matadores capaces.

De la terna de ayer, sólo El Juli demostró que está presto para lidiar estos toros de movimientos alegres, humillación notable y embestidas repetidas. El Juli suma una nueva Puerta del Príncipe con dos faenas pletóricas. Más aparente la del segundo; muy meritoria la del quinto, toro menos claro y más desordenado. Toreó con el capote, hizo quites y mató casi bien. Es un triunfo que remata lo ya sabido. Es la gran figura del toreo actual.

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