Decepción con los de Palha con un solo toro embistiendo en condiciones y oreja muy justa para Salvador Cortés. El Fundi y Aguilar, de vacío.

Seis toros de Palha, bien presentados, descastados y flojos. El mejor, el tercero.

El Fundi (rosa y oro con remates negros): saludos y silencio.
Sergio Aguilar (berenjena y oro): silencio tras aviso y silencio.
Salvador Cortés (sangre de toros y oro): una oreja y silencio.

Plaza de la Real Maestranza. Sexta de abono. Dos tercios de plaza. Saludó en banderilla Luis Mariscal en el tercero. Buen par de Pablo Pirri al segundo.

Carlos Crivell.- Sevilla

Plaza de la Real Maestranza. Sexta de abono. Dos tercios de plaza. Saludó en banderilla Luis Mariscal en el tercero. Buen par de Pablo Pirri al segundo.
Embistió el toro que tenía que embestir, aunque el segundo de la suelta mereció mejor suerte. El precioso y «saleroso» tercer toro, perfecto de hechuras, acucharado de cuerna, bajo de agujas, fue un buen toro. Cumplió en el caballo y llegó con movilidad suave a la muleta. Salvador Cortés le cortó una de las dos orejas, sobre todo por una tanda con la derecha al final de su labor y la estocada.

Salvador Cortés sólo fue contratado para una corrida en la Feria, algo que parece poco para quien ha abierto dos veces la Puerta del Príncipe. Algún espada que no ha pasado por debajo ni de paisano torea todos los años en puesto de figura. Cortés protestó en los medios. Tenía que justificarse con la de Palha. Lo ha hecho a medias.
Recibió con buenos lances al toro Saleroso. Cumplió el de Palha en dos puyazos en los que fue mal picado, para no perder la costumbre. Luis Mariscal colocó dos pares enormes, especialmente el primero. El toro cantaba su clase en cada arrancada.

La faena comenzó mal con un desarme. Las primeras tandas con la izquierda fueron insuficientes y los enganchones se hicieron presentes. Con toques muy fuertes pudo ligar alguna tanda con la zurda. Parecía todo evaporado cuando encontró el temple en tres tandas con la derecha con mención especial para la primera. La música, el aliento del paisanaje y una estocada perfecta le permitieron cortar una oreja algo discutible.

Hay que alegrarse de este triunfo porque Cortés no ha sido anunciado con justicia. Sería maravilloso que le sirviera mucho para el resto de la temporada. Pero para que así suceda hay que estar mejor de lo que estuvo en el sexto.

Ese sexto fue un toro sosito, noblón y aburrido. Salvador volvió a pelearse con el temple en una labor cansina y simplemente cumplidora. Alguno dijo que ahora devolvía la oreja anterior. No; no es justo llegar a semejante afirmación. Lo que no debe olvidar Salvador es que en su situación hay que morder en cada toro como si fuera el decisivo de su vida torera. Y eso no pasó en el sexto.

Del resto de la corrida de Palha, pocas cosas quedaron en el recuerdo. Se picó muy mal – lo del quinto fue para mandar al picador al paro –, pero los toros flojearon, mansearon y aburrieron por sosos y descastados.

El segundo metió bien la cara en los capotes de los banderilleros. Su matador, Sergio Aguilar, había sufrido una cogida estremecedora en un quite al primero. La chaquetilla quedó destrozada y el ánimo del torero, por los suelos. Ese toro tenía otra faena con más distancia y mayor lucidez. Muy mal situado, siempre queriendo acortar las distancias, Sergio Aguilar no cuajó al toro, que durante su trasteo volvió a levantarle los pies del suelo.

Con el quinto, al que el piquero machacó de forma alevosa, se durmió dando pases insulsos. Además, dio un mitin con la espada.

El Fundi recibió la tarjeta de visita del primero en forma de derrote al rostro cuando el torero estaba en el burladero. Fue un toro rajado y violento. Con el cuarto, otro astado aplomado sin raza, el veterano espada exhibió su oficio, aunque fue una faena que aburrió a toda la plaza.

La realidad es que la Maestranza sólo despertó algo en el tercero. Los de Palha llevaron al tendido a una apacible duermevela que llegó casi a la profunda somnolencia.
Lo que se espera de Palha es otra cosa. El banderillero Luis Mariscal animó la tarde con sus pares. El final fue tristón. Casi nadie recordaba nada de la corrida. Algunos incluso se pregunataba cómo había sido posible que se cortara una oreja con lo que se había aburrido en el tendido.

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