Álvaro Pastor Torres.– Estaba la tarde de Viernes Santo, con un gélido viento de poniente que cruzaba la plaza desde la bocana de la antigua enfermería hasta el palco del reloj; un cielo gris plomizo que envolvía en brumas -gratia Dei- el remate de la torre Pelli, y una lluvia débil pero incesante que había aparecido durante la lidia del cuarto; pero el Cachorro no estaba refugiado en la Magdalena como manda la tradición. De la otra orilla del río grande no venían los elegantísimos nazarenos del Cristo expirante, ni tampoco los rasos morados de la trianerísima cofradía de la O, solo -gracias a las modernas tecnologías- los ecos de la contraprogramación que había organizado «El Ausente» en Espartinas: una oreja… cinco y un rabo…. al final un esportón de trofeos.

En la azotea de las gradas pares de sol, la de la escalera de la antigua contaduría que lleva al patio de caballos, un aficionado del Aljarafe profundo, muy versado en el mundo del rejoneo, ilustraba a sus improvisados contertulios con metáforas astronómicas muy fáciles de entender: «Diego Ventura y Hermoso de Mendoza viven en las galaxias y el resto vaga por la tierra». Solo le faltó apostillar: in hoc lacrimarum valle.

Sí fue de Viernes Santo el recuerdo del recientemente desaparecido centauro de las marismas, don Ángel Peralta: miradas, brindis al cielo o a la barrera,  la chaquetilla negra bordada en azabache de Lea Vicens, las rosas cortas, las cabriolas, el hierro de su yeguada en varios caballos, etc.

Al final la terna se repartió cuatro orejas, todas despojos, sí; todas con pelo, sí, pero de muy diferente valía y peso a los ojos del auténtico aficionado al caballo, que alguno, y muy bueno por cierto, había por allí. El encierro de Fermín Bohórquez, noble, repetidor, con transmisión y sin excesivas querencias, no planteó especiales problemas a las plazas montadas.

Sergio Galán abrió plaza ante un templado y un tanto escurrido toro muy en la línea Murube al que paró pronto y bien en la misma boca de riego. Algo soso y falto de emoción solo subió el tono a lomos de Bambino, llegándole mucho al cornúpeta para clavar arriba una banderilla. Tras fallar con los aceros vio silenciada su labor. En el cuarto faena de menos a más con susto inicial al perder momentáneamente el caballo los apoyos posteriores, que terminó con dos buenos pares a dos manos montando a Apolo, un caballo lusitano de capa perla que entra muy de frente al toro. El rejón de muerte tuvo rápidos efectos y la oreja fue incontestable.

El onubense Andrés Romero contó en todo momento con el apoyo y hasta el fervor incondicional de una buena parte del respetable, venido seguramente del condado onubense y el antiguo campo de Tejada. Brindó fraternalmente la primera actuación a su hermano. Corrió al toro a portagayola con el marsellés y su actuación con las banderillas fue in crescendo. Mató pronto y cortó la primera oreja del festejo. En el quinto trasteo muy para la galería, y en opinión de mi sabio compañero de localidad, con abuso de la mano derecha sobre las riendas, que en expresión muy lograda de su difunto padre, el recordado Paco Peral, solo debe usarse sobre un caballo «para abrir los cancelines o llevar el palo de la garrocha». Sobresalieron las banderillas que clavó sobre Caimán mientras la banda de Tejera interpretaba «Ópera flamenca» y unas cortas a lomos de Chamán llegando mucho al toro. Otra oreja.

Lea Vicens tiene tres monturas muy buenas: Deseado, lusitano; Gacela, un cruzado de recia culata que quiebra muy bien, y Bético, también cruzado con la R de los Peralta que según el nieto de Paco lo único que tiene malo es el nombre. Bueno, como en todo, hay sus opiniones. Algo insegura en los encuentros con el tercero dejó sobre el albero más garapullos de la cuenta. Mal con los rejones de muerte. En el que cerraba plaza subió el nivel, en especial sobre el caballo que homenajea con su nombre al glorioso equipo de las trece barras, sobre el cual clavó por los adentros un rehilete al violín para continuar con un gran par sobre Deseado y dos cortas. Mató más o menos rápido y se llevó también su oreja.

Plaza de toros de Sevilla. Domingo 15 de abril de 2018. Corrida de rejones. 7º festejo del abono y 5º del ciclo continuado de feria. Más de media entrada en tarde entoldada y con lluvia a partir del 4º. Al final del festejo Andrés Romero salió a hombros por la Puerta Principal.

6 toros de Fermín Bohórquez, correctamente presentados y reglamentariamente despuntados, nobles y repetidores salvo el 4º que se apagó más pronto.

Sergio Galán. Pinchazo, rejón trasero y descabello tras el cual el toro se echa (Silencio). Rejón trasero (oreja)

Andrés Romero. Rejón algo trasero y con travesía (oreja). Rejón desprendido (oreja)

Lea Vicens. Pinchazo, medio rejón trasero y atravesado, pinchazo y medio rejón perpendicular (silencio). Pinchazo y rejón casi entero bajo (oreja)

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