Adame_revolera

Revolera de Joselito Adame (Foto: Esther Lobato)

Carlos Crivell.- No se pueden reunir más calamidades juntas en una corrida: dos toros al corral, reses mal presentadas, la casta a niveles ínfimos, mansedumbre a raudales, nada digno de ser contado en el plano artístico y una cornada casi en el descuento. Por tanto, un festejo gafado de principio a fin. Lo más desagradable fue la cornada. David Galván sabía que ese sexto de Fuente Ymbro era una prenda, mansa y áspera, pero su obligación en la tarde de su presentación en Sevilla era arrimarse. Lo hizo y resultó herido. Es de esas cornadas que dejan mal cuerpo a todos. Si un toro coge a un matador cuando está toreando a gusto, en esos casos al torero casi no le importa derramar su sangre. Pero cuando llega persiguiendo a un manso para robarle algunos pases, a sabiendas de que el triunfo es casi imposible, queda el amargo sabor de una herida a destiempo, de las que no añaden ninguna gloria.

Pero Galván es joven, sus maneras finas y de buen torero le tienen reservados mejores días en la Feria de Sevilla, así que esta cornada debe ser un recuerdo de una tarde negra en la que por buscar el éxito  encontró a uno de Fuente Ymbro de nombre ‘Virtuoso’  sin ninguna virtud de toro bravo y que no le va a restar ni un ápice de su torería y de su valor. Tiempo al tiempo.

Nazaré_muleta

Derechazo de Antonio Nazaré (Foto: Arjona)

Esa cornada llegó en la faena del sexto, cuando la corrida ya era una crónica de sucesos desagradables. La cornada fue la guinda injusta para rematar el desastre.

Se anunciaron cuatro de Daniel Ruiz y dos de Fuente Ymbro, además de los dos sobreros de este mismo hierro. El ganadero de Albacete volvía a Sevilla después de dos años en los que no ha sido capaz de lidiar una corrida completa en la Maestranza. De los cuatro de ayer, uno fue devuelto después de tres costaladas tremendas, mientras que el cuarto se partió un  pitón. De los dos que lidió, el primero no tenía trapío para esta plaza, aunque fue un buen toro. El tercero fue un manso de carretas. Se supone que descansará algunos años.

De sobreros, Fuente Ymbro. Después de la mansada que echó Gallardo en  la segunda de Feria, dos más en la corrida y dos sobreros. ¿No había otros toros para remendar este festejo? Aunque solo sea por el detalle de guardar las apariencias tras el fracaso anterior, ¿no habría sido más coherente buscar reses de otras ganaderías?

La corrida es una sucesión de lamentos. Dicho queda que el primero, de Ruiz, no tenía el remate preciso para una plaza de primera, aunque embistió bien en la muleta de Adame. Este Joselito, para los mexicanos, le dio una infinidad de pases mecánicos, como si estuviera enchufado a la corriente. Fue una faena larga y anodina.

El cuarto fue el segundo sobrero de Fuente Ymbro con el que comenzó con mejor tono en pases por alto, muy firme y con valor, pero el animal, una mole de carne mansa de más de seiscientos kilos, se fue a las tablas pidiendo la muerte. Amagó con echarse y el mexicano no lo dejó. Después de dos pinchazos se echó para siempre. Cuidado con los piensos, Ricardo.

Nazaré mató primero al primer sobrero de Fuente Ymbro. El toro titular llegó a dar tres vueltas de campana durante los primeros tercios. Quedó completamente lisiado. El palco, que había soportado los improperios lógicos en la lidia del primero, un toro aprobado indebidamente, al final acabó sacando el pañuelo verde. El sobrero de Fuente Ymbro fue un toro inválido con alguna clase. El torero nazareno enjaretó algunos naturales de buen trazo a un toro cada menos más apagado. El quinto, toro anunciado del mismo hierro, era una especie descastada con medio recorrido. Nazaré lo brindó a la plaza, algo que no se entiende más que por el hecho de que era el último de su feria. Lo mató con brevedad.

David Galván fue dejando notas de su disposición durante todo el festejo. El quite por gaoneras al quinto fue limpio y valiente. El torero de San Fernando recorrió varias veces la plaza detrás del tercero, logrando algunos pases de mérito. Le quedaba el quinto. La corrida había sido un desastre, larga, soporífera, de forma que algunos espectadores salieron de la plaza maldiciendo a todo bicho viviente. Mal hecho. Quedaba un toro y un chaval vestido de rosa y oro buscando la gloria. Pero no era el día. El gafe se había apoderado de la plaza. El toro, manso y apretando a tablas, hizo pasar un mal rato al banderillero Miguel Ángel Sánchez, al que persiguió con saña después de dos buenos pares.

David Galván se fue a torear, aunque el animal no quería y se  había aculado en tablas. Se la puso por delante con la derecha y le robó dos tandas a duras penas. En la siguiente, el llamado ‘Virtuoso’ alargó la gaita y llenó de sangre la taleguilla rosa y la tarde. Final injusto. Una corrida sí no puede acabar con sangre.

A %d blogueros les gusta esto: