Juan Manuel Albendea.- El cartel de ayer manifestaba la universalidad de la fiesta de los toros. Francia, Colombia y España estaban representadas en la Maestranza. Solo faltaba que se hubiera completado con un hierro portugués o mexicano. No es baladí para el futuro de la fiesta imprimirle esa globalización. Todavía tengo un magnífico recuerdo de los actos que se organizaron la pasada temporada en Bruselas, en la sede del Parlamento Europeo. El alma mater de aquello fue el eurodiputado Luis de Grandes. Allí defendieron la fiesta eurodiputados de varios países y estuvieron presentes toreros de Europa y de Latinoamérica. En Bruselas, naturalmente, no hubo ninguna corrida de toros, pero se habló de la fiesta con gran entusiasmo en muy diversos idiomas. Todavía recuerdo un eurodiputado inglés, que manifestó ante el micrófono: “ya sé que ustedes los españoles dicen que esa es su fiesta nacional, pero quiero decirles que como es un arte, y el arte es universal, la fiesta nos pertenece a todos”. Si seguimos por ese camino de darle carácter internacional a nuestro espectáculo favorito, estoy seguro que dentro de unas decenas de años acabará extendiéndose por otros países hoy ajenos a la Tauromaquia.

Pero, también es importante que cuidemos el espectáculo. Y, lo primero que debe tener una especial atención es la ganadería brava. Ayer se celebró la séptima corrida de abono. Es decir se han lidiado 42 toros. Si recordamos por su emoción durante la lidia no creo que nos salten a la memoria más de tres o cuatro, no ya para el cincel, sino aceptables.

Ayer los tres matadores pusieron la mayor voluntad para triunfar, pero lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Quiero destacar algo positivo de lo que me he venido quejando desde hace días: la desaparición del mal llamado tercio de quites. Ayer, por lo menos, los tres diestros intentaron hacer quites durante el tercio de varas. Unos salieron mejor y otros peor, porque los toros no le permitieron casi nunca el lucimiento, pero al menos lo intentaron.

Para el recuerdo de la tarde de ayer queda muy poca cosa. Recuerdo desagradable la cogida de Paco Peña al poner un par de banderillas. Todos nos figurábamos que le estaba corneando en el vientre. Debió de enganchar el cuerno en el fajín y, afortunadamente no tuvo mayores consecuencias. Unos lances hermosos de Juan Bautista al segundo. Unas verónicas aceptables de Bolívar al tercero. En el sexto, el de más trapío, un buen par de Domingo Navarro y una faena de desigual calidad de Luis Bolívar en la que, destacaron los naturales, faena a la que se premió con. una oreja, quizás un tanto benévola. ¡Qué incómodos los asientos de la plaza cuando no hay la emoción del arte!. Esta tarde, los vitorinos. A ver si nos sacan de la nirvana.

Publicado en El Mundo el 23 de abril de 2009

A %d blogueros les gusta esto: