Manuel Grosso.- La de ayer fue la típica corrida para no haber ido. Aburrida, incomoda por la lluvia, que apareció de vez en cuando, con toreros a los que les pesó en demasía las circunstancias y con un ganado descastado y sin raza que se limitaba a pasar por allí. Lo de Cesar Rincón del Torreón salio para producir el tedio generalizado y para que los toreros imitaran el toreo de verdad, pero desgraciadamente este nunca llegó.

Antonio Barrera tuvo la toreria de matar una corrida pocas horas después de morir su padre. Hay que tener valor para sobreponerse a sentimientos tan fuertes, pero desgraciadamente de poco le sirvió el gesto. Su primero era un buey y en su segundo, quizás el único que provoco cierto interés en el público, se empeño en torearlo sin probarlo siquiera, el resultado fue el que fue, es decir nada.

Hoy en día los toreros traen las faenas aprendidas de antemano y con este concepto es difícil acertar. Me puedo equivocar, pero si Barrera lo lidia antes de ponerse a dar pases seguramente el resultado hubiese sido otro. No mas brillante pero si mucho mas interesante, al menos para los aficionados. Se noto demasiado que este no era del lote de Rincón sino un sobrero del Conde de la Maza, que salio tras romperse un pitón por la cepa el que le correspondía del Torreón. El condeso era peligroso y pedía una lidia que no se le dio. No obstante la plaza estuvo sensibilizada durante toda la corrida por el gesto del torero al igual que por el detalle de Salvador Cortes de brindarle su ultimo toro a modo de pésame, un gesto de torero a torero.

El mejor lote, por decir algo, le toco a Cortes, que lo intentó todo. Recibió a sus dos toros a porta gayola y luego se dedicó a darles pases que desgraciadamente no conectaron con las gradas, sobre todo porque los animales carecían de la más mínima gracia, fueron sosos hasta decir basta.

De Bolívar podríamos decir lo mismo, intento estirarse pero la verdad fue que no hubo toros para hacerlo. Sin un animal fiero delante todo carece de sentido, se convierte en algo sin contenido ni fundamento, miren si no como cambio el patio cuando salio el sobrero.

Lo único que de verdad se vio en la casi lluviosa tarde fueron los pares de Luís Mariscal, aunque a mi me pareció un exceso de la banda el que se les premiaran con música, pero tampoco es para rasgarse las vestiduras, sobre todo en una tarde en la que la lluvia incomodó a los espectadores y en la que los toros dejaron mucho que desear.
 

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