El Juli_Sevilla2016ARJGastón Ramírez Cuevas.- Vincent Bourg “Zocato”, el conocidísimo periodista francés, dice que tiene una sobrina que lleva ya más de quince años de ir a los toros y que la pobre se queja de que en las plazas grandes siempre le toca ver a los mismos y de que siempre pasa lo mismo desde que era pequeña. Hoy por la tarde bastaba con ver el cartel para vaticinar el resultado del festejo con suma facilidad y evitarle a la muchacha otra sobredosis decepción. La crónica podía acabarse en tres líneas: “Morante no tuvo toro a modo pero deleitó a la gente son sus genialidades. Juli anduvo zaragatero y toreando a los que no chanelan, y Perera se pegó todo tipo de arrimones ante toros sosos. De los seis astados de Victoriano quizá uno se equivocó y tuvo algo de casta buena.”

Pero como casi siempre hay cosas que comentar y como cada tarde algo nos sorprende y emociona, vamos a ver lo ocurrido con más calma.

En el que abrió plaza Morante estuvo grande a la verónica y pegó una fenomenal media; hizo un quite en el que sobresalió la revolera; logró tres derechazos enormes, y luego se quedó sin toro.

En el cuarto el de La Puebla del Río pegó un farol de pie espectacular. Con la muleta el genio andaluz toreó con su habitual empaque y peleó con el manso en tablas haciendo que la gente se desmelenara. Su colosal abaniqueo por la cara pasó inadvertido para los villamelones que abarrotaban la plaza más guapa del mundo. Morante es terco y ayer por procrastinar volvió a meterse en las arenas movedizas de los avisos, salvándose en una tablita del tercer recado. ¡Ay Morante, cuándo te veremos contento y frente a un toro bravo! La respuesta podría habérnosla dado mi abuela, quien solía decir: ¡El Día del Juicio después de la boruca!

¿Qué decir del Juli? Pues mire usted, querido lector, que en su primero pegó buenos derechazos y un gran cambio de manos antes de ponerse a citar en escuadra y a practicar el destoreo. Pese a que el madrileño se retuerce como una charamusca, el grueso del público cree que está viendo un milagro taurómaco y aplaude a rabiar. Esa misma gente ignora lo que es una buena estocada o de plano le da igual cómo se deshagan de los astados. Juli es listillo y por eso mata con tanta ventaja y tanta alevosía, sin exponer ni el proverbial alamar. Cortó una oreja que para el personal silvestre valió el boleto, quizá la única entrada de toros que han poseído en su vida.

El quinto fue un bicho con trapío que demostró más bravura que sus hermanos. Después del primer semi-puyazo el cuadrúpedo empujó al caballo por todo el ruedo maestrante y durante un buen cuarto de hora. Morante se convirtió en el protagonista de ese primer tercio al rabillear con denuedo al enorme bóvido (591 kgs.) para ver si lograba distraerlo y sacarlo del peto.

Con la sarga Juli tiró del repertorio y de su tan cacareada técnica, para no estar a la altura. Volvió a torear citando como una alcayata. Lo más rescatable de su faena fueron dos de pecho, ligados y sin enmendar, y un molinete ceñidísimo para sortear una colada del de Victoriano del Río. A la hora de la verdad y cuando los badulaques hablaban ya de una Puerta del Príncipe pues no dejarían de ondear sus pañuelos hasta que le dieran cinco o siete orejas al de Velilla de San Antonio, éste se metió en líos por no matar como Dios manda y así se esfumó la amenaza de un agravio más al coso del Baratillo.

Perera se las vio primero con un bicho que parecía bravo y que en los albores de la faena de muleta cantó la gallina en forma lamentable. No olvidaremos su quite por caleserina, saltilleras y brionesa, que fue algo realmente emocionante y casi perfecto. Lo demás consistió en alguna tanda valerosa en tablas tratando de que el morlaco no saliera huyendo hacia África o Escandinavia. El respetable (¿?) ya presentía otro éxtasis orejil como el del toro anterior, pero Perera tampoco mató decentemente.

El sexto no ayudó más al torero extremeño. Después de brindar al cónclave, Perera se puso a torear por alto en un palmo; el cambio de manos con el que remató fue de gente grande. La cosa perdió color como es costumbre con los toros que tanto gustan a esos muchachos que se dicen figuras del toreo, pues el morito se desinfló y Miguel Ángel se pegó un arrimón meritorio pero carente de sentido, por lo menos para mí.

He dejado para el final lo más torero, lo más memorable de la tarde. Se trata del primer par de banderillas que le puso Curro Javier al primero de Perera. La suerte fue tan genial que la banda le tocó la música antes de que pusiera el tercer par y se desmonterara en el tercio entre la ovación larga y unánime. Fue un gusto ver banderillear de poder a poder, asomándose al balcón y clavando en todo lo alto.

Concluyo este recuento con un dicho muy campirano y muy mexicano: “No es que esté tan gorda Chucha, lo que tiene es mal fajar.” Lo cual quiere decir que todo tiene arreglo, que todo tiene su lado bueno, que hay que ser optimistas. Por eso volveremos mañana a la Maestranza para ver más toros y esperar el milagro de la bravura y el toreo verdad. Aunque en el cartel, salvo la promesa peruana, Andrés Roca Rey, los toros y los otros dos coletas me hacen pensar que, si acude a la plaza, la sobrina de Zocato se va a aburrir como ostra.