Finito_Sevilla21-4-15Carlos Crivell.- Dos toros buenos, uno que se dejó y tres de menos fondo. Así fue la corrida de El Pilar, en la que los toros buenos se fueron con las orejas, en parte por la poca intensidad, con mucha calidad, de Finito, y la enfermedad (se supone) de Manzanares. Luque, solo algo de capote.

Plaza de toros de la Maestranza. Martes, 21 de abril de 2015. Séptima de feria. Casi lleno. Toros de El Pilar, de diferentes hechuras y seriedades, muy parejos y bonitos por delante; bravo de noble el 2º de todavía superior pitón izquierdo; de gran humillación y profundidad por las dos manos el 1º; muy noble pero sin continuidad el 3º; sin fuerza ni fondo el 4º; rajado el manso 5º; el hondo y brutote 6º se paró. Saludaron Curro Javier, Luis Blázquez, Abrahán Neiro y José Manuel Neiro. Bien Barroso en el segundo a caballo.

Finito de Córdoba, de rioja y oro. Estocada tendida y dos descabellos. Aviso (saludos). En el cuarto, estocada defectuosa y tendida (silencio).

José María Manzanares, de negro y azabache. Pinchazo y estocada algo atravesada. Aviso (silencio). En el sexto, pinchazo y estocada (silencio).

Daniel Luque, de azul marino y oro. Pinchazo y estocada. Aviso (saludos). En el quinto, cuatro pinchazos y se echa (silencio)

Salió en cuarto lugar un toro llamado Niñito, es decir un toro del mismo nombre que el lidiado hace un año por David Mora y que se llevó todos los premios de la Feria. Además del recuerdo para el buen torero que sigue en trance de recuperación de una de las cornadas dramáticas de los últimos años, la salida de un toro de El Pilar con ese nombre nos dio motivos para la esperanza. No era fácil igualar la humillada embestida del aquel Niñito de 2014, pero solo con una parte de su calidad nos bastaba. Ese cuarto con un nombre tan ilustre fue un toro sin nada que recordara a su pariente. Dobló las manos en el caballo y se fue a toriles. Finito, que ya había amortizado su tarde en el primero, no pudo ni fijarlo ni mantenerlo sobre las patas. Era el cuarto. Todo lo que sucedió después ya es casi un parte de incidencias. Lo taurino sucedió en los dos primeros de la tarde.

Los dos que abrieron plaza eran como hermanos por las hechuras. Toros ‘coloraos’ de capa, largos, descarados de cuernos, silletos, dos toros llamados a embestir. El primero no se dejó ver mucho en el caballo, pero embistió con alegría y fijeza a la muleta de Finito. Era el primero de la tarde y ya se sabe lo que ocurre. La gente llega tarde, los que han llegado no se han sentado a gusto, muchos preguntan qué quien torea o de qué ganadería son los toros, es decir un desorden que impide fijarse en la lidia. Y así ese primero llegó a la muleta de Juan Serrano pidiendo sitio, temple y buen gusto. El de Córdoba logró una tanda con la izquierda limpia y garbosa, siempre con esa impronta de calidad que atesoran sus telas. Por la derecha el toreo fue bueno pero menos profundo. Al final, el toro se quedó sin faena; o sin la faena que tenía dentro.

Su clon fue el segundo, aunque este fue bravo en el caballo, rara avis en los tiempos que corren. Se supone que en esa faena la deshidratación ya restaba energías a Manzanares, porque no se explica que se le escapara tan buen toro cuyo mayor problema era que desparramaba la vista en ocasiones. El de El Pilar acabó aburrido y el de Alicante en la enfermería desfondado.

La corrida se murió en el tercero. Daniel Luque fue dejando detalles de su buen estilo con la capa a un manso al que toreó de forma superficial, como si aquello no tuviera importancia.

Pasado el trance del otro Niñito ya comentado, que fue un toro que a un torero de vueltas de todo, como Finito, no le vale para hacer un esfuerzo, todo se hundió en la más absoluta de las miserias.

Manzanares se quedó en la enfermería para matar al sexto. Daniel Luque lidió su toro en quinto lugar cuando ya todo estaba consumado.  Fue otro manso con pocas fuerzas que tomó el camino de los toriles en cuanto vio la puerta abierta. Daniel se marchó de la Feria sin nada que llevarse en el esportón. Mejor dicho, se marchó con la malísima imagen de un torero pinchando como un torero cualquiera en actitud displicente.

Con el torero de Alicante ya en el ruedo, enlutado como en todos estas ocasiones, el público agarrado al clavo ardiendo de la esperanza que siempre supone ver a Manzanares en Sevilla, pero con un hombre disminuido  en lo físico, y puede que en su moral, el sexto saltó al ruedo.

Los lances del saludo fueron airosos. Lidió de forma magistral Curro Javier, en la plaza había un rumor de que era posible la faena del torero tan querido. Todo se difuminó en un doblón del comienzo y el toro rodando por el albero. El de El Pilar se paró, dejó de embestir y Manzanares, con evidentes signos de fatiga, estuvo por allí de forma desconocida por estos lares. El público se marchó con la desilusión de que dos toros buenos se fueron sin cuajar. Y que ya no hay otro Niñito en el campo.

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