Carlos Crivell.- Hay que proclamar lo bien que ha estado Tomás Rufo en la tarde de su presentación en Sevilla, pero al mismo tiempo hay que decir en voz alta que las dos orejas del sexto han sido excesivas. Es natural que el público se emocione cuando un torero sufre una voltereta como la del torero manchego, tremenda y afortunada, pero esa emoción no debe valer una oreja. Y todo esto dicho todavía bajo la sensación de que Sevilla ha lanzado hoy a una futura figura del toreo.

La tarde fue inclemente, la lluvia castigó durante buena parte de la corrida a unos tendidos que se habían llenado. El aguacero en la lidia del segundo, la tormenta con rayos y truenos, todo era muy propio de la primavera de esta ciudad. El ruedo se convirtió en un lodazal, lo que aumentó el mérito de la terna.

De la corrida de Victoriano del Río, los jugados como tercero, cuarto y sexto fueron distintos, serios y trascendentes. Lo fue el noble tercero para el debut de Rufo, que toreó bien de capote y realizó una faena muy medida, templada y con atisbos de muy buena clase, todo con gran inteligencia en la colocación y en las distancias. Tuvo la suerte de los toreros jóvenes que caen bien al público, de forma que se llevó una primera oreja después de dejar una estocada desprendida.

Era su día y estaba de suerte. El sexto fue ese tipo de toro algo mansito con mucha clase y recorrido que se deja torear a gusto. Pero a esos toros hay que torearlos muy bien. Tomás Rufo se percató de las excelencias del animal en las verónicas suaves, mecidas y armónicas del saludo. El ritmo del toro era una delicia, también esa forma de abrirse en los engaños que posibilita el buen toreo. Tomás Rufo toreó muy bien con el problema de que en algún momento el de Victoriano se marchaba de la suerte. El momento decisivo fue una tanda con la derecha ligada sin quitarle la muleta de la cara. El toro se quedó y la faena creció en naturales buenos y relajados, lo mismo que en algunos remates por bajo de una enorme belleza. Se tiró a matar a muerte y fue empalado y derribado. Se escapó de milagro. La gente estaba conmovida, de forma que cuando entró la espada al segundo viaje se pidieron las orejas que el palco concedió con alguna facilidad. Que no se interprete esta apreciación como un intento de menoscabar la importancia de lo realizado por Rufo, al contrario, pero Sevilla ha perdido el norte, se conceden orejas de poca monta y eso también es necesario dejarlo claro.

El otro toro de la corrida fue el cuarto, bravo y encastado. Derribó al piquero en la primera vara. José María Soler hizo un quite providencial de premio a un monosabio. El Juli lo toreó como si estuviera en un tentadero con unos amigos. Una nueva dimensión del madrileño por su naturalidad, buen gusto y relajación. Como conserva el temple, la ambición y la técnica, pues cuajó al toro casi sin darse importancia. Se llevó su oreja y dejó esa sensación de torero renovado ya en esta etapa de madurez torera.

Llovía ya en el primero cuando El Juli trató de meter en la muleta a un toro áspero y de malos finales. Esfuerzo baldío.

Roca Rey se entregó con el lote menos agradable. El segundo, por su brusquedad, todo ello cuando la lluvia azotaba con una furia imprevista. El esfuerzo fue notable, algunas tandas las remató con pases de pecho meritorios. Se permitió el lujo de acabar con bernadinas. Todo se fue al traste con la espada.

El quinto fue un toro bruto y protestón. De nuevo se dobló de salida con firmeza, bajó la mano en tandas en las que el de Victoriano echaba la cara arriba, toreó sin poder ligar cuando el animal se sintió dominado, todo con valor y sin aspavientos. Otra vez la espada le robó cualquier posibilidad de premio.

Fue una corrida con muchos argumentos. Sevilla ha lanzado a Tomás Rufo. Su tarde ha sido completa. Otro cantar es lo de las dos orejas del sexto. Mojados per satisfechos dejamos la plaza. Sería bueno poner orden en el palco, que anda con una generosidad excesiva. Aunque también hay que alabar su actitud al cambiar los tercios de banderillas con dos pares para preservar la integridad de las cuadrillas.

Plaza de toros de Sevilla, 2 de mayo de 2022. No hay billetes. Seis toros de Victoriano del Río, bien presentados de buen juego tercero, cuarto y sexto. Primero, desclasado; segundo, brusco, tercero, noble; cuarto, encastado y noble; quinto, sin clase y protestón, y sexto, mansito, con mucha nobleza y calidad.  

El Juli, de azul prusia y oro. Dos pinchazos, media estocada y cuatro descabellos (silencio). En el cuarto, estocada corta trasera y tendida (una oreja).

Roca Rey, de tabaco y oro. Pinchazo, estocada y dos descabellos (saludos tras aviso). En el quinto, pinchazo, estocada atravesada y cinco descabellos (palmas tras dos avisos).

Tomas Rufo, de sangre de toro y oro. Estocada desprendida (una oreja). En el sexto, pinchazo y estocada (dos orejas).

Tomas Rufo se presentó en Sevilla como matador y salió por la Puerta del Príncipe. Lluvia durante buena parte de la corrida con especial intensidad en los toros primero y segundo, con truenos y relámpagos. El ruedo estaba en mal estado. Picó bien al segundo José Manuel Quinta. También destacaron Salvador Núñez y Sergio Molina. Saludaron en banderillas Sergio Blasco y Fernando Sánchez.

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