Juan Manuel Albendea.- La presencia en el Palco Real de la Infanta Elena es una muestra más del apoyo de la Familia Real a la fiesta de los toros. Como aficionados es otro motivo más de agradecimiento a la Corona, por lo que ese apoyo representa en estos momentos de tribulaciones.

El presidente de la corrida de ayer, Don Francisco Teja, no sólo fue insensible al clamor popular para que le otorgara a El Juli las dos orejas de su primer toro, sino que, todavía es peor, fue absolutamente insensible al arte de torear. Entonces no se merece estar ni un día más en el palco. Porque, si lo que creía con esa decisión es que daba prestigio a La Maestranza, estaba absolutamente equivocado. Cuando sí tuvo que ser riguroso es en la devolución al corral del tercero de la tarde que dobló varias veces las manos y, sin embargo, no lo hizo.

El Juli se encuentra un momento brillante de su carrera. Es verdad que tuvo los dos mejores toros de la tarde, pero bien que supo exprimir su bravura y su nobleza. Es imposible pensar en una mejor colocación para ligar los muletazos, con una estética inmarcesible. Es difícil tener una cabeza más clara para darle a cada toro la lidia que necesitaba. ¡Qué temple, qué remate, qué armonía! También toreó con el capote de salida con gran pureza a la verónica y en quites, durante el tercio de varas, que cada vez se prodigan menos. En el cuarto, el señor Teja se dignó a concederle las dos orejas, con una velocidad de vértigo. Suponemos que se había dado cuenta de que en el primero no había actuado con justicia.

La actuación de Sebastián Castella estuvo muy por debajo de lo que se espera de él. No sé si es que la comparación con las faenas de El Juli eran inevitables, pero no fue su tarde, aunque es verdad que sus toros tampoco eran ni mucho menos los de El Juli. Tampoco tuvo su tarde ni sus toros Miguel Ángel Perera. Yo creo que ambos estaban un tanto acomplejados ante el vibrante triunfo del madrileño.

Durante todo el festejo no paró de llover. Ya lo venía haciendo desde dos horas antes del comienzo. Es verdad que el Reglamento Taurino de Andalucía en su artículo 63 es bastante inconcreto en cuanto a la suspensión. Parece otorgarle la facultad al presidente pero sólo si advierte extrema peligrosidad para los profesionales actuantes.
En otro caso, debe recabar la opinión de la empresa y de los espadas y no parece que esté entre sus facultades suspender el festejo, contra la opinión de aquellos. Quizás el Reglamento debería de recabar también la opinión de una representación de los aficionados, que son los que soportan con gran incomodidad el aguacero. Ayer debió de suspenderse y, si no es por el triunfo de El Juli, la tarde se hubiera hecho insoportable para los que estábamos en el tendido.

A %d blogueros les gusta esto: