Con la presencia del Rey Juan Carlos, Oliva Soto tomó la alternativa con la mayor dignidad. Sólo el fallo con la espada le privó de cortar orejas. Salvador Vega firmó una buena faena a un toro noble y flojo, mientras que Curro Díaz lució en dos estocadas. La corrida de Gerardo Ortega fue muy descastada. En el prólogo, Diego Ventura cortó dos orejas que la plaza no pidió y el palco le regaló.

Bohórquez y Ortega / Diego Ventura. Curro Díaz, Salvador Vega y Oliva Soto

Ganaderías: Toro de Bohórquez para rejones, bueno; seis de Gerardo Ortega, desiguales de presencia, muy chico el segundo, flojos, descastados y noblotes. A la corrida la faltó motor para embestir. Fue muy noble el tercero, aunque sin fuelle.

Diego Ventura: rejón bajo (dos orejas).
Curro Díaz: estocada desprendida (silencio) y estocada (palmas).
Salvador Vega: tres pinchazos y media estocada (saludos tras aviso) y pinchazo y media estocada (silencio).
Oliva Soto, alternativa: pinchazo, media baja y descabello (saludos tras aviso) y estocada atravesada trasera y tres descabellos (vuelta al ruedo).

Plaza de la Real Maestranza, 22 de mayo. Corrida del Corpus. Casi lleno. Presidió desde el Palco Real el Rey Juan Carlos I acompañado por la Infanta Elena. Saludaron en banderillas Raúl Núñez, Isaac Galvín, Javier Andana y Manuel Jesús López.

Carlos Crivell.- Sevilla

La corrida del Corpus de esta edición quedará en los anales de la Maestranza por la presencia de Su Majestad el Rey Juan Carlos. Había llegado a Sevilla para sentir de nuevo el calor de los sevillanos, el cariño para con su inolvidable madre doña María de las Mercedes y para descubrir el monumento que la perpetuará en el recuerdo de la ciudad para siempre. Fue una sevillana a todos los efectos y ahora se le rinde este homenaje. De camino, don Juan Carlos volvió a manifestar públicamente su apoyo incondicional a la Fiesta de los toros.

Todas estas circunstancias, junto a una hermosa tarde primaveral y la plaza con una excelente entrada que rozó el lleno, adornaron una jornada muy emotiva en el coso maestrante. Sevilla rindió su tributo de admiración a la Casa Real. Los tres espadas y el rejoneador brindaron a tan egregio espectador.

No fue una buena corrida de toros. El ganado de Gerardo Ortega no rompió a bueno durante la lidia y mermó las posibilidades de triunfo de los matadores. Sevilla fue a ver la alternativa de Oliva Soto, un torero de Camas muy querido por sus formas toreras y por los amargos recuerdos que le acompañan. Su tío, Soto Vargas, dejó su vida sobre el albero del coso del Baratillo en 1992. En su brindis en el toro de la ceremonia, de nombre Jerezanito, nº 3, de 502 kilos, el camero dividió la ofrenda. Primero se fue al centro para dirigir la mirada al cielo. Ramón Soto Vargas hubiera sido inmensamente feliz en una tarde tan señalada para su sobrino Alfonso, que luego se fue a cumplimentar al Rey.

El nuevo matador de toros se mostró animoso y entregado toda la tarde. Sólo su manejo desafortunado de la espada le privó cortar trofeos. El del doctorado fue un astado con poca raza y embestidas sosas. Oliva le plantó cara por el pitón derecho en tandas de buen concepto, siempre con ese punto de arte que atesora. Fue una faena con mucha voluntad y detalles airosos, sobre todos en algunos remates de pecho y en las trincherillas.

La faena al sexto fue de más garra. El de Ortega embistió con la cara alta y el nuevo matador le dio pases por ambos pitones con un marcado nerviosismo, aunque con mucho empaque y, nuevamente, con remates espléndidos de pecho. En este toro se tiró a matar o a morir. Salió prendido del encuentro de forma dramática. Sólo se llevó un golpe muy fuerte. La espada no hizo el efecto deseado y el descabello arruinó la posible oreja que se había ganado por su disposición. Oliva Soto ya es matador de toros y su alternativa ha sido un ejemplo de dignidad torera.

Del resto de la corrida, en lo que se refiere a la llamada lidia ordinaria, hay que destacar la faena de Salvador Vega al nobilísimo y flojo tercero. El espada malagueño templó en una labor llena de buen gusto, que no alcanzó más vuelos por la propia condición del astado. No todo es cuestión de bondad; el toro debe transmitir algo en sus arrancadas. Vega estuvo centrado con la muleta y marró con la espada. Con el segundo de su lote, toro tan bonito de hechuras como descastado, apenas pudo intentarlo sin poder ligar los muletazos.

El padrino de la ceremonia, Curro Díaz, tropezó con dos animales de semejante condición. Parecían clonados. Siempre con la cara alta y con medias arrancadas, sólo permitieron al de Linares estar en torero y matar de dos buenas estocadas.

En el prólogo del festejo actuó el rejoneador Diego Ventura. Su labor fue buena, muy pausada en los tiempos y desigual a la hora de clavar. Brilló más con Distinto en los quiebros y mató de un rejón bajo con derrame. De forma sorprendente fue premiado con las dos orejas cuando apenas había petición para un primer trofeo. El caballero de La Puebla no tiene la culpa de la actitud de la autoridad, pero el presidente destrozó el prestigio de la Maestranza con este doble trofeo que luego no encontró el calor adecuado del respetable en la vuelta al ruedo. Fue un recorrido al anillo simplemente amable. Y es que en una tarde de lujo, con la plaza llena de compromisos, el ambiente era muy cariñoso, pero, hombre, una cosa es ser generosos y otra dar las orejas por la cara. A este presidente seguro que no lo cesan.

En definitiva, que lo mejor de la tarde fue que Sevilla le mostró su cariño a la Corona y que Oliva Soto, con mala suerte con la espada, tomó una alternativa con una alta dosis de dignidad.