Carlos Crivell.- David Martín fue el ganador de la final de las novilladas de promoción de Sevilla. Ante una dura novillada de la familia González, el de Castilblanco cortó la única oreja del festejo. Juanito, con oficio, fue segundo, mientras que Silvera fue tercero.
Plaza de la Real Maestranza, 3 de julio de 2015. Final de las novilladas del ciclo de promoción. Algo más de tres cuartos de plaza. Seis erales de González Sánchez-Dalp, bien presentados y de mal juego en conjunto por mansedumbre, brusquedad y poca clase. Se dejó más el cuarto.
David Martín, de Castilblanco de los Arroyos, celeste y oro, dos pinchazos y estocada delantera (silencio). En el cuarto, estocada corta (una oreja).
Emilio Silvera, de la Escuela Taurina de Sevilla, negro y azabache, pinchazo y estocada corta (saludos). En el quinto, estocada (vuelta tras aviso).
Juan Silva “Juanito”, de la Escuela Taurina de Badajoz, de blanco y oro, pinchazo y estocada caída (saludos). En el sexto, tres pinchazos, estocada y descabello (saludos tras aviso).
La fiesta de la final encontró un desagradable freno en el mal juego de los erales de la familia González, un lote de mansos sin clase y de embestidas bruscas. Fue una novillada bruta. Embestían con todo de forma desordenada, cabezazos por aquí y por allí, frenadas a mitad del muletazo y siempre buscando las tablas.
Con este material hubo emoción en ruedo, la que pusieron los novilleros que buscaron el triunfo a toda costa, de forma que se sucedieron las volteretas, aunque todo quedó en magulladuras. Los finalistas no se dejaron nada en el hotel.
Ganó la partida David Martín, que le encontró las vueltas al único que, aunque manso, repitió algunas arrancadas decentes, el cuarto de la noche. Se fue a portagayola en sus dos erales. Los lances con la rodilla en tierra al primero fueron lo mejor de su labor con el capote. En un quite por chicuelinas remató con una serpentina de trazos airosos. El primero fue manso y corretón. Debió doblarse de entrada pero comenzó por alto en el centro. Su labor fue tesonera ante la adversidad de un rival incómodo.
Con el cuarto hizo lo debido, que era doblarse por bajo y seguir con muletazos de buena factura, mejores por el pitón derecho, con nota alta para unos soberbios pases de pecho, que este chaval interpreta con rotundidad. La tanda final con la diestra le permitió incluso relajarse. Con el tendido a su favor, la oreja cayó a plomo.
Emilio Silvera tropezó con dos regalos de difícil digestión. El segundo fue muy manso. El de Huelva se lució a la verónica. Con el novillo rajado, el chaval hizo un esfuerzo cerca de las tablas.
En el quinto se entregó para buscar el triunfo a toda costa, aunque el novillo era para darle dos guantazos y le puso las cosas muy difíciles. Recibió una paliza en varias volteretas, estuvo como tiene que estar uno que empieza e incluso dibujó derechazos de buen corte. Debieron darle la oreja porque a un novillero sin caballos no se le puede pedir más en un examen tan duro. El jurado tampoco se puso de su parte y lo dejó como tercero.
El portugués Juanito evidenció de nuevo su buen oficio con dos novillos ingratos. Se mostró variado con el capote, también a veces excesivo en el metraje de los quites, y solventó los problemas con eficacia, aunque con menos brillantez de la esperada. No era posible la exquisitez, de forma que Juanito se enfrentó a un manso de libro, protestado por burriciego, pero que era simplemente un proyecto de buey. Llegó a robarle tandas de mérito con su oficio.
En el sexto, otro manso de embestidas descompuestas, Juanito estuvo voluntarioso en una labor con altibajos, aunque tapando mucho las carencias del de González. Se mostró valiente, robó tandas encomiables, llegaron las inevitables bernadinas y marró con la espada.
El jurado de los asesores de la presidencia dictaminó que el traje de luces fuera para David Martín; el capote de paseo para Juanito, mientras que Emilio Silvera tendrá un capote de brega.