A Fabio Jiménez no le embistió el segundo, noble pero muy tardo, pero la faena del torero riojano fue deslumbrante por muchos motivos. Primero, por su concepto. Por esa forma de citar casi de frente y con la pierna de salida adelantada para cargar la suerte. Luego, por la expresión de cada muletazo, templado, ajustado y llevado hasta el final. Y allí, al final del pase, un giro de muñeca casi imperceptible para rematar por debajo de la pala del pitón. Así toreó Fabio Jiménez a un novillo que midió muchos sus arrancadas, al que le fue imposible ligar los pases, pero cada uno de ellos fue un monumento al clasicismo y a la pureza torera. Había comenzado la faena con unos doblones de mando y orden. Luego llegó su toreo fundamental, con más insistencia sobre la izquierda, pero todo un conjunto de una calidad inesperada e insospechada. La efectiva estocada dio paso a una oreja de fuerza mayor.
La novillada triunfadora del año pasado de Julio de la Puerta no fue la misma este año. Faltó raza, la novillada se paró mucho y hubo un manso, el primero, uno sin clase, el quinto, y solo la nobleza del cuarto se salvó de un conjunto de baja nota.
El citado Fabio Jiménez no pudo redondear su labor con el quinto, que tiró cabezazos a diestro y siniestro y le tropezó mucho los engaños. Fue una faena de insistencia para lograr poco rédito en algunos pases sueltos con el sello apuntado de su calidad incuestionable.
El salmantino Valentín Hoyos lucho contra la mansedumbre del primero, al que recibió a portagayola, que se fue a los terrenos de chiqueros. Allí lo intentó con mucha voluntad y resultados medianos. Se encontró con el novillo bueno de la noche, el cuarto. Hoyos estuvo muy animoso con el capote, por donde mostró todo su arsenal de capotazos: gaoneras, tafalleras, galleos, chicuelinas, delantales y alguna verónica aislada. A ese cuarto lo toreó de rodillas en el inicio, siguió con dos tandas limpias por la derecha, bajó el nivel por la izquierda y lo mató muy bien. La oreja que cortó se sustentó en la buena estocada.
El tercer espada, Cristian González, se encontró en primer lugar con un toro de Guisando. Cuando se movió, los muletazos de Cristian fueron de mínimo ajuste. Sin que supieran los motivos se dedicó a dar manoletinas sin una faena lucida anterior. Son las cosas de los toreros que llevan la faena hecha desde el hotel. El sexto fue también muy deslucido. Se paró pronto y el chaval salmantino anduvo afanoso con su estilo poco elegante.
El segundo novillo cogió al banderillero José Gómez El Topas, que sufrió una cornada grave en el muslo derecho. Al final, el buen aficionado salió encantado con la calidad que se atisba en Fabio Jiménez. Esperemos que tenga continuidad.
Plaza de toros de Sevilla. Novillada con picadores. Media plaza. Seis novillos de Julio de la Puerta, desiguales de presentación, tercero, cuarto y quinto muy terciados, de juego escaso, salvo el noble cuarto. Manso el primero; muy complicado el quinto. El resto, descastados.
Valentín Hoyos, de lila y oro. Estocada (saludos). En el cuarto, buena estocada (una oreja).
Fabio Jiménez, de tabaco y oro. Estocada trasera y caída (una oreja). En el quinto, cinco pinchazos y estocada trasera (silencio tras aviso).
Cristian González, de blanco y oro. Pinchazo y media estocada (silencio). En el sexto, pinchazo, estocada y descabello (silencio).
El banderillero José Gómez El Topas sufrió una herida en el muslo derecho de 10 cm. que contunde el paquete vascular sin afectarlo. Pronóstico: Grave.