Esaú Fernández cortó una oreja a cada novillo y se alzó como triunfador de la última novillada fuera del abono sevillano. Novillada floja de Los Azores con diego Silveti, elegante y frío, y un entregado Javier jiménez.  

Los Azores / Esaú Fernández, Diego Silveti y Javier Jiménez

Plaza de la Real Maestranza, 19 de septiembre de 2010. Novillada con picadores. Menos de media plaza. Seis novillos de Los Azores, bien presentados, muy flojos y justos de raza y con nobleza. El mejor, el cuarto. Destacó en banderillas Perico.

Esaú Fernández, de espuma de mar y oro, estocada caída y perpendicular (una oreja). En el cuarto, estocada perpendicular y dos descabellos (una oreja).
Diego Silveti, de lila y oro, estocada contraria (saludos). En el quinto, estocada trasera y atravesada (vuelta por su cuenta).
Javier Jiménez, de azul pavo y oro, media atravesada y descabello (saludos tras aviso). En el sexto, estocada (vuelta al ruedo).

Carlos Crivell.- Sevilla

El camero Esaú Fernández cortó dos orejas, una en cada novillo, por la sencilla razón de que estuvo hecho un novillero toda la tarde. Además, tiene temple y oficio, algo que le valió para redondear una tarde que debe ser definitiva en su andadura como torero. De sus compañeros, Javier Jiménez también se mostró como torero ambicioso y decidido, pero ni tiene aún el oficio bien consolidado, ni tampoco se entendió bien con la templanza, sobre todo en el tercero de tarde. El mexicano Silveti tiene unas mareas muy elegantes, pero peca de una frialdad extrema. Lo que ocurrió en el festejo ya se vio en el paseíllo. Esaú llegó el primero, Jiménez le siguió como pudo, mientras Silveti se retrasaba. Un paseíllo desastroso.

Todo ello con una novillada de Los Azores, hasta hace poco propiedad de la familia Barral, muy bien presentada y noble, pero sin fuerzas. Parece mentira que se lidiaran los seis novillos siendo tan débiles. Sólo puede ocurrir cuando el palco pasa del asunto y permite que se mantengan en el ruedo novillos como el primero, que no se picó y se derrumbó varias veces durante la lidia. Es un detalle impropio de una plaza como la Maestranza, que ayer se vio adulterada por circunstancias como la relatada y por otras, como la concesión de algún trofeo, precisamente en el que abrió plaza, que descalifica a todos, público y presidente.

La realidad es que Esaú Fernández se llevó dos orejas. Al muy noble y flojísimo primero, brindado a Luis Mariscal, le hizo una faena con temple y buena técnica. Se colocó bien y ligó los muletazos en una loseta. Lástima que el animal fuera tan poca cosa. La oreja, tras un espadazo bajo, fue de cuantía menor.

Estuvo mejor con el cuarto, novillo que exhibió más movilidad y la misma nobleza que sus hermanos. Esaú, que estuvo firme y decidido toda la tarde, se fue a portagayola, como había hecho en el primero, como detalle de su entrega. La faena comenzó con un desarme al natural, pero el chaval se vino arriba con su valor sereno, un temple exquisito y un oficio más que consolidado. Algunas tandas con la izquierda fueron superiores, igual que los remates de pecho. Tiene el detalle de coger la muleta por el centro del palillo. A pesar de dos descabellos paseó una nueva oreja. Tarde muy completa que debe tener refrendo en la novillada del viernes próximo.

Diego Silveti estuvo elegante y frío con el segundo. Fue un novillo sin fuerzas. Silveti toreó con buen corte sin acabar de templar las embestidas, cada vez más cortas del astado. Con el quinto, se repitió la historia. El novillo tenía pocas fuerzas y Diego no acabó de encontrar el pulso a su muñeca con tirones a destiempo. Acabó con bernardinas y mató con prontitud de forma defectuosa. Sin que nadie se lo pidiera dio la vuelta al ruedo, un detalle carente de torería.

Javier Jiménez, de Espartinas, es un chaval con ganas y ambición. Tiene que rodarse más, le falta el tiempo necesario para forjar su estilo, pero nadie puede echarle en cara falta de ganas o de coraje torero. No tuvo mucha suerte con su lote. El tercero era flojo. El comienzo de faena fue un primor. Al mejor estilo de Espartaco se lo llevó al centro con dos muletazos. A Jiménez le constó templar las arrancadas. Cuando aceleró, el novillo se derrumbó. Estuvo mucho tiempo en la cara del burel y acabó entre los pitones.

El sexto era flojo y se orientó pronto por el lado derecho. Javier lo entendió muy con la zurda, lado por el que torea muy bien. Recibió una voltereta por sus ganas de arrimarse. Está claro que es un torero de izquierdas, sin ánimo de señalar nada. Se entregó y mató mejor que al tercero. Buena impresión ha dejado. Ahora, a curtirse con muchas novilladas durante el año próximo.

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