La final de las novilladas de promoción fue un hermoso espectáculo por la entrega de los novilleros. El que se llevó la gloria fue Antonio Jesús Espaliú, pero Fran Gómez y Juan del álamo no quedaron atrás.
El Serrano / Fran Gómez, Espaliú y Juan del álamo
Ganadería: seis erales de El Serrano, bien presentados y de juego complicado. En general, fue un lote que desarrolló dificultades, con especial mención para el bronco tercero. Se dejaron más el primero, quinto y sexto, pero sin excesos.
Fran Gómez: silencio y una oreja tras aviso.
Antonio Jesús Espaliú: silencio tras aviso y dos orejas.
Juan del álamo: vuelta al ruedo y saludos.
Real Maestranza, 24 de julio. Final de las novilladas de promoción. Cerca de tres cuartos de plaza. Espaliú fue el ganador del ciclo, quedando a continuación Fran Gómez y Juan del álamo.
Carlos Crivell.- Sevilla
La final demostró que la terna anunciada era merecedora de este honor. Los tres aspirantes justificaron su presencia. Algunos, con unos ímpetus novilleriles que parecían olvidados, como el salmantino Juan del álamo; otros con su entrega y algunas gotas de buen concepto torero, tal como el gaditano Fran Gómez; finalmente, resplandeció en la noche sevillana el estilo torero propio de la Sevilla torera de siempre en las muñecas de un coriano que aprende con El Almendro en Camas, que no es mal sitio para forjarse como torero bueno.
La final fue una hermosa competencia entre tres chavales que se encontraron con unos erales muy complicados. La ganadería de El Serrano envió un lote muy fuerte, todos merecedores de ser picados, que acabaron desarrollando dificultades mayores en forma de genio y violencia. Ninguno se arredró ni dio un paso atrás, lo que motivó que se sucedieran las volteretas de alto riesgo, como siempre ocurrió en estos festejos. Para que nada faltara, los tres novilleros se midieron en quites con variedad. Una novillada de las de antes.
El toreo bueno llevó la firma de Antonio Jesús Espaliú, triunfador de este ciclo. Que lo cuiden, porque en las muñecas de este coriano hay mucha clase torera. En ambos erales dibujó lances a la verónica cargando la suerte con ese don especial de los toreros sevillanos. Aires de la Alameda y de Triana en la capa de un niño llamado Antonio Jesús. Añoranzas del brindado Morante en muchos de sus detalles. No pudo ser con el segundo, que esperó mucho y al que fue difícil ligarle los muletazos. Algunos con la derecha dejaron en el ambiente la sensación de la torería eterna.
Todo quedó confirmado con el quinto, que sin ser bueno le permitió realizar una faena con fases bellísimas, sobre todo cuando toreó sobre la derecha, bajando la mano para someterlo, pero con esa gracia natural que afloró en los remates y la manera de andar en la cara de su enemigo. La faena fue cantada y sentida. Algunos pases por alto y uno de la firma le pusieron el remate a su obra, probablemente corta, pero que tuvo un remate espectacular con una estocada en la yema. Dos orejas y la sensación de que Espaliú es un diamante torero al que hay que pulir.
El gaditano Fran Gómez luchó contra la embestida descompuesta del primero. Intentó someterlo por abajo en una labor meritoria en la que los enganchones pusieron algo de sordina al conjunto. Con el cuarto hizo una faena de menos a más, nuevamente tratando de torear por abajo ante la embestida sin ritmo del astado. Como es bastante seguro con la espada, Fran Gómez se llevó una oreja algo facilona que premió su entrega y disposición.
Fue una lástima que el salmantino Juan del álamo se quedara sin cortar orejas. Con su juventud a flor de piel, álamo es un torero valiente y con el oficio muy bien aprendido. Lo que ocurrió en el tercero fue la demostración de lo que hay que tener cuando ser quiere ser torero. Se fue a portagayola en sus dos novillos. La faena al citado tercero, bronco y agresivo, fue titánica. Hasta cinco veces resultó prendido y otras tantas se levantó para ponerse de nuevo, firme y sereno, en el mismo sitio. Fue una faena de novillero hambriento que remató con un metisaca que le privó de la oreja.
Salió a por todas en el sexto y realizó una faena de oficio y valor en la que corrió bien la mano en tandas de resultados variados porque a veces resultó embarullada. El salmantino se justificó con otro novillo poco apto para el toreo bueno.
Al final, Antonio Jesús Espaliú se fue a hombros. Que lo cuiden, proque hay torero. Quedó la satisfacción de haber presenciado un espectáculo muy de verdad con tres chavales en busca de la gloria.