Novillada de abono en Sevilla con escasos logros de la terna. Se rindió homenaje a Joselito  El Gallo. Mansa novillada de Javier Molina. Sólo Thomas Joubert se llevó una ovación en el primero. 

Javier Molina / Thomas Joubert, Miguel de Pablo y Juan Cervera

Seis novillos de Javier Molina, bien presentados, mansos y justos de raza. Destacó el primero sobre todos. El resto, deslucidos.

Thomas Joubert, de lila y oro, estocada trasera (saludos). Estocada que asoma y estocada (silencio).
Miguel de Pablo, de rosa y oro, tres pinchazos y estocada (silencio). Estocada baja (silencio).
Juan Cervera, de turquesa y oro, estocada trasera y tendida (silencio). Media estocada y cuatro descabellos (silencio).

Plaza de la Real Maestranza, 16 de mayo. Media plaza. En el paseíllo se tocó Gallito y se guardó un minuto de silencio en recuerdo de la muerte de Joselito hace 90 años.

Carlos Crivell.- Sevilla

La Real Maestranza rindió el homenaje debido a Joselito El Gallo en la fecha del 90 aniversario de su muerte en Talavera. Era lo justo y adecuado, aunque en otras ocasiones la plaza sevillana no haya a la altura de las circunstancias para recordar al rey de los toreros. El pasodoble Gallito sonó en el paseíllo y se guardó un minuto de silencio en memoria de quien fue uno de los más grandes de la historia.

Cuando la novillada del abono pasaba sin que nada ocurriera, el recuerdo del inmenso lidiador se hacía muy presente. ¿Cómo sería Joselito en nuestros días antes estos novillos tan descastados? Seguro que diferente a los aspirantes que llegan al coso del Baratillo sin la ambición a tope o la preparación afinada. Las plazas de primera se han convertido en bancos de pruebas para los que aún están en el parvulario del toreo. Se les presenta en la Universidad y casi no saben ni leer. Cuando Joselito El Gallo llegó a la Maestranza ya sabía latín, aunque dicen los historiadores que era tan precoz que dominaba todas las lenguas del toreo con apenas unos añitos.

De la terna, sólo queda como mejor recuerdo el buen concepto del francés Thomas Joubert, por otra parte el más placeado. Es un torero templado, que mantiene esa tendencia nociva de la imitación de sus mayores – en este caso de Castella -, aunque en su actuación de ayer ha soltado parte de ese lastre. El primero de la tarde, manso como sus hermanos, se dejó torear por ambos pitones. Joubert ligó y templó por la diestra, no acertó a resolver con la zurda y se encontró con que el animal le jugaba la mala pasada de la huída, motivo por el que la faena perdió consistencia. Anduvo resolutivo en los circulares y se le vio muy seguro.

El cuarto sufrió el castigo añadido de dos costaladas que le dejaron para el arrastre. El animal se paró y la insistencia de Joubert sólo logró pases carentes de la más mínima emoción.

Miguel de Pablo tiene hechuras de niño y cara de travieso. Se enfrentó a un manso en primer lugar con el que demostró voluntad y unas formas mecánicas. El novillo fue muy deslucido. El madrileño se mostró correcto. Al quinto le echó más carbón en una larga en el tercio y lances muy compuestos. El novillo se fue también a los terrenos de toriles. Allí le dio muchos pases por alto con cierta aceleración en las formas.

El valenciano Juan Cervera ha debutado este con picadores. Salió al ruedo maestrante con un bagaje mínimo. Dicen que se parece a Ponce. Pienso que no es bueno que digan de un novillero que se parece a alguien. Cervera está es las primeras letras de su aprendizaje. Además, tampoco fue afortunado con los novillos, aunque tiene un problema grave que resolver. Está reñido con el temple. El tercero era un novillo desordenado, que embestía a oleadas. No le cogió la distancia nunca y, para colmo, Cervera es frío como una calle de Moscú en diciembre.

El sexto se dejó la vida en manos de los picadores del joven valenciano. Los dos puyazos fueron mortíferos. El animal, lógicamente, se paró. Cervera, más frío aún que en el tercero, volvió a tropezar con su destemplanza.

Es posible que para estos jóvenes no haya otro camino que torear en Sevilla para salir a flote. Seguro que Gallito hubiera dado otra imagen en un día tan crucial. Los tiempos de hoy están montados al revés que hace cien años, cuando el niño de Gelves dejaba a los profesionales con la boca abierta por su sabiduría ante las reses. En el siglo XXI no parece que vayan a aflorar muchos con la afición de Joselito, sin ninguna duda, el rey de los toreros.

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