Malos novillos de Victoriano del Río y una terna con pocas ideas en la segunda nocturna de septiembre en Sevilla. Poco que destacar, quizás el toreo con el capote a la verónica de Rafael Cerro y la buena voluntad de una terna poco brillante.

Plaza de toros de Sevilla. Novillada con picadores fuera de abono. Menos de media plaza. Cinco novillos de Victoriano del Río, desiguales de presencia, descastados y de pobre juego, y uno, sexto, lidiado como sobrero por otro que se partió el pitón, del Conde de la Maza, manejable. Saludó en banderillas Curro Robles y se sumó sin motivo Jesús Carvajal. Minuto de silencio en el 20 aniversario de la muerte de Soto Vargas.
Gómez del Pilar, azul rey y oro, pinchazo y media estocada baja (silencio). En el cuarto, estocada corta (saludos).
Rafael Cerro, azul pavo y oro, media estocada (silencio). En el quinto, entrada sin clavar, estocada delantera y caída y descabello (silencio tras aviso).
Gonzalo Caballero, blanco y plata, pinchazo y estocada caída (saludos). En el sexto, pinchazo hondo y estocada que asoma por el costillar (silencio).

Carlos Crivell.- Sevilla

Con novillos de ganadería de lujo y tres chavales que se suponen que son el futuro, en la segunda novillada nocturna de septiembre no pasó nada digno de ser contado. La empresa tenía que conformar una terna para el día 21 en la feria de San Miguel, según lo que había anunciado en febrero. Ha rematado un cartel con Cerro, Angulo y Caballero, pero lo mismo podía haber anunciado a los otros tres, porque ninguno dio la talla sobre el ruedo maestrante. Se dirá, y es verdad en parte, que los novillos de Victoriano del Río fueron malos, pero de los espadas del festejo del jueves no se pueden esperar grandes cosas porque están impregnados por la vulgaridad que atenaza al toreo de nuestros días. Dicho en otras palabras, hay una tremenda falta de personalidad en la torería, tanto en la que está de vuelta, en la que se supone que está presente y en la que viene para el futuro. Se recordó a la figura de Soto Vargas, caído hace 20 años en este ruedo de la Maestranza. 

Gómez del Pilar se fue a porta gayola, hizo quites vulgares y se hinchó de dar muletazos con la derecha sin sello a sus dos novillos. Este joven deslumbró en Madrid por San Isidro. Ahora deslumbra por lo contrario. Tiene oficio, está fácil en la cara de los novillos, pero no dice nada. El primero era muy soso, pero el madrileño, muy precavido, no logró animar sus embestidas. Se cayó en la cara del tercero al realizar un quite y salió indemne de milagro. Con el cuarto ensayó zapopinas movidas y cometió el error de comenzar la faena citando de rodillas desde el centro con la derecha. Todo fue embarullado. El novillo tenía pocas fuerzas y Gómez del Pilar lo molió a derechazos, como si la izquierda no existiera. Al matar no encontró utrero en su primera entrada. Es un novillero atascado este Noé Gómez del Pilar.

Rafael Cerro toreó bien a la verónica a sus dos novillos. Las del pitón izquierdo le salieron perfectas. Torea bien a la verónica. Cuando ensaya saltilleras y chicuelinas se pierde en la más completa vulgaridad. Como su compañero sólo sabe ensayar derechazos y más derechazos. Tiene buen gusto. Con el segundo, corto y reservón, se afanó en un labor que acabó en el desprestigiado arrimón sin sentido. El quinto, muy terciado y flojo, le permitió torear de nuevo con la derecha en una faena muy larga y espesa. De nuevo se dio un arrimón impersonal y absurdo.

Gonzalo Caballero era en abril un novillero de escaso oficio pero de una genial capacidad de frescura. Ha ganado oficio y ha perdido frescura. Ahora ya sabe quitarse, citar al hilo del pitón, echarse fuera al la hora de matar, en fin que ha aprendido todos los vicios del toreo. Lanceó con gusto rodilla en tierra al tercero. Lo mejor fue el comienzo de la faena con doblones. El novillo se apagó pronto y Caballero se quedó fuera de cacho siempre. El sobrero sexto del Conde de la Maza humilló más que todos los de Victoriano del Río juntos, De nuevo apareció un torero con buena compostura, aunque con el defecto de ahogar las embestidas por el afán de dejarla colocada, en lugar de darle sitio para llevar las acometidas. En fin, como buen torero moderno se puso a dar manoletinas antes de hacer guardia al animal en una estocada muy atravesada. Mal final. Este Caballero, aunque lo hayan metido en la novillada de San Miguel, no se parece al de abril.

A pesar de lo contado, la novillada de Victoriano del Río fue muy mala. Se preguntaban algunos por qué lidiaba este ganadero unos utreros en Sevilla, los mismos que el año que viene podía colocar como toros en otras plazas. Se vio claro. Eran cinco utreros de feas hechuras, a saber de qué reatas, y que por su juego se pudo apreciar que eran un desecho. Dos novilladas nocturnas a cual con menos contenido. La noche no es buena compañera para la Fiesta. Confunde a los toros y a los toreros.

A %d blogueros les gusta esto: