La novillada de Villamarta fue mala en conjunto y la terna no pudo lograr el triunfo, pero quedó claro que Mario Aguilar tiene clase y Tendero es un novillero a tener en cuenta.

Villamarta / Salvador Barberán, Mario Aguilar y Miguel Tendero

Seis novillos de Villamarta, bien presentados, mansos y descastados. Se dejaron torear el segundo y el tercero, aunque duraron muy poco. Quinto y sexto, dos marmolillos sin raza. Un encierro pésimo.

Salvador Barberán: estocada corta (palmas) y dos pinchazos, estocada muy baja y descabello (silencio tras aviso).
Mario Aguilar: estocada y tres descabellos (saludos) y dos pinchazos y estocada trasera (silencio tras aviso).
Miguel Tendero: estocada trasera y atravesada (saludos) y media estocada (palmas).

Real Maestranza de Sevilla, 8 de junio. Más de media entrada.

Carlos Crivell.- Sevilla

El cartel prometía en base a lo que los novilleros anunciados habían realizado en esta misma y en otras plazas. El albaceteño Tendero ha sido el triunfador de San Isidro. Del mexicano Aguilar habían llegado buenas noticias. Barberán repetía como triunfador de un festejo anterior. Todo este caudal de esperanzas tropezó contra la muralla infranqueable de seis novillos mansos y descastados de Villamarta. El material fue de ínfima calidad. Es como si a una joven promesa de la música le obligan con un instrumento averiado.

Entre tanta mansedumbre, carreras sin ton ni son, lidias malas porque las cuadrillas no son expertas, falta de fijeza y ganas evidentes de huir a zonas de no agresión, el aficionado pudo comprobar que sus ilusiones eran fundadas. La terna dejó apuntes y datos de sus posibilidades, aunque el triunfo fue imposible.

El algecireño Barberán no pudo reeditar su anterior triunfo. Todos los días no salen los novillos de El Torreón. La faena al que abrió plaza, manso y si fijeza, aunque también sin malas intenciones, fue simplemente porfiona. Un novillero con afanes de torear con arte no puede lucir nunca en labores de simple voluntad, aunque se le agradecen las ganas.

Con el cuarto, otro novillo sin calidad en sus embestidas, Barberán hizo una faena de excesiva duración sin lograr acoplarse a su enemigo. Se dejó enganchar mucho la muleta, prolongó la faena con tandas sin hondura y quedó la impresión de que podía haber estado mejor.

El mexicano Mario Aguilar sólo tiene de azteca su figura. Alejado de los prototipos de toreros mexicanos, Aguilar dejó una buena impresión por su serenidad, valor seco y maneras más que notables. Y todo con diecisiete añitos. Intervino en quites y realizó una faena por momentos brillante al segundo. Destacó una tanda de clase superior por la diestra. La faena no mantuvo el mismo nivel hasta el final, se vio algo embarullado, pero aún así sorprendió con algunos trincherazos enormes, unas bernardinas escalofriantes y uno de la firma para sellar su labor.

El quinto fue un marmolillo que sólo le permitió insistir de cerca, dejarse acariciar la chaquetilla por los pitones del animal y mostrar firmeza.

También hay detalles notables en la actuación de Miguel Tendero. De entrada, toma la muleta por la mitad del palillo y tiene temple. El tercero embistió bien a veces. Se le dieron mil capotazos en una lidia premiosa. Tendero demostró buen estilo con la derecha y se aceleró con la izquierda. Su labor fue a menos, en parte porque el de Villamarta se hundió, aunque el de Albacete no se centró.

Y con el sexto, animal muy flojo y renqueante, que bien pudo ser devuelto, Tendero sólo pudo estar allí, cerca de los pitones, robar pases desiguales, pero el novillo embestía a trompicones y era imposible el toreo bueno.

Total, que hubo algunas cosas destacadas a pesar de la mala novillada. Mario Aguilar, el novillero mexicano, volverá el próximo domingo en el puesto que dejó vacante la empresa. Es un placer volver a verle con mejor material.